Se empiezan a romper las cadenas globales de suministros. Aflora el egoísmo. Los países empiezan a velar por sus propios intereses. Acaparan insumos y productos estratégicos.
Primera lección: era importante mantener cierto grado de soberanía alimentaria. Aquí se cae el discurso de populistas que cuestionaban el apoyo a los productores nacionales de bienes básicos como carne, leche, frijol, maíz, papa, entre otros, diciendo que importar es más barato. ¿Qué haríamos si los países dejan de exportar y no tenemos capacidades internas de abastecernos?
Esto recuerda el carácter estratégico de los sectores primarios, pero que además deben de ser fortalecidos con instrumentos financieros, así como con los últimos conocimientos y tecnologías para que produzcan con mayor eficiencia, valor agregado y a precios razonables.
Segunda lección: era fundamental mantener robustas capacidades científicas y tecnológicas, que permitan producir localmente artículos que normalmente se importan. Un ejemplo ha sido la capacidad de las universidades para producir respiradores artificiales y para desarrollar nuevos tratamientos para los enfermos.
El país cuenta con una gran cantidad de científicos e ingenieros en centros de investigación públicos y privados. Ellos constituyen un acervo fundamental que permite reaccionar y adaptarse rápidamente en caso que el desenganche en las cadenas globales empeore. ¿Qué haríamos si no los tuviéramos, así como las condiciones para aplicar sus conocimientos?
El país cuenta con una capacidad razonable para producir un mayor número de productos en caso que se necesite, pero francamente podríamos estar mejor. Esta situación nos recuerda que la inversión en capacidades científicas y tecnológicas es un asunto urgente además de importante.
Tercera lección: las crisis deben ser fuente de creatividad e innovación. Como sociedad debemos hacer evaluación de las prácticas de consumo y una revaloración de los recursos que tenemos a mano. Con la ciencia y el ingenio podemos producir nuevos bienes usando insumos locales y materiales renovables. Hay una enorme oportunidad de reindustrializar el país, pero haciéndolo de una manera más sostenible y amigable con el ambiente.
Esperemos que la crisis sea temporal pero que el aprendizaje derivado sea permanente.