Opinión

Elogio de la imperfección

Por: Jacques Sagot

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Ya he hablado muchas veces de mi fascinación con la incompletud, con la imperfección: mi amor por Schumann, Nerval, Berlioz, Liszt, Kafka, Yolanda Oreamuno: lo fragmentario, lo inacabado, lo que prueba que la perfección no es un requisito para la belleza superlativa. Que en estos autores es precisamente “lo que falta” lo que los hace grandes. Cómo esta condición le permite al intérprete - lector vivir la ilusión de que los está “completando”, haciendo, en cierto modo, las veces de socorrista, o de abogado defensor, si así se prefiere. ¿En qué puede un intérprete mejorar a Bach, o un lector a Cervantes? Y de pronto establezco una relación que me había pasado inadvertida: mi fascinación con las grandes catedrales góticas procede, en buena medida, de la misma razón.








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