Etiquetas
LO ÚLTIMO SOBRE: jacques sagot
El genio en control de todos los parámetros de su obra será capaz de perfección. ¡Pero las catedrales góticas fueron erigidas por los siglos! Los incendios, los saqueos, las reconstrucciones… criaturas hechas de retazos, de remiendos operados por miles de artistas anónimos, realmente, la obra de una comunidad a través de muchas generaciones.
La criatura humana se constituye a partir de los incontables epítetos que lo caracterizan. Empecemos a quitarle a un hombre -a cualquier ser viviente o inanimado- uno por uno todos sus adjetivos: ¡nos quedaremos con una voluta de humo en la mano, nuestro ente habrá sido completamente desustanciado!
¡El príncipe azul! ¡El alma gemela! ¡La media naranja! ¡El pájaro azul de la felicidad! ¡El hombre o la mujer “que habían de venir”! ¡El ser providencial destinado desde siempre a conferirle sentido a mi existencia! ¡Ay, ay, ay: es tan estúpida la criatura humana! Nada tan absurdo como esta concepción jansenista del amor erótico: la Gracia, la Salvación tienen que provenir de un agente exógeno, sin él no tenemos recursos internos para forjar nuestra propia felicidad, así sea la vivencia del éxtasis supremo o la más discreta forma del bienestar.
¿Los escandalizan las prácticas de los “salvajes” africanos y japoneses? Tal vez su impresión, amigo lector, cambie al enterarse de que un reconocido bioético estadounidense, el Dr. Daniel Callahan, en uno de sus libros, recomienda “ponerle límites” a los servicios médicos dispensados a los ancianos, grandes consumidores de cuidados médicos.
Era todavía un niño cuando comencé a cultivar la costumbre de coleccionar palabras. Llenaba cuadernos enteros (por ahí están todavía) con todo vocablo cuyo significado desconocía. Me proporcionaba una inexplicable felicidad “adquirir” una palabra nueva. Las atesoraba, las ponía en uso tan pronto se me presentaba la ocasión de hacerlo, y si no yo me encargaba de fabricarla a fin de “estrenarlas”.