Llenar la despensa de los hogares y abastecer las góndolas de los supermercados es una tarea que va más allá de la simple producción diaria. Detrás de cada producto empacado existe una maquinaria logística y económica que, durante el último año, operó bajo una presión inusual.
La industria más grande del sector manufacturero nacional atravesó doce meses marcados por la resistencia ante factores externos que golpearon su rentabilidad. No se trató solo de producir, sino de sostener operaciones en un entorno donde las reglas del juego internacional cambiaron.
Los resultados numéricos al cierre del periodo reflejan esta realidad de estancamiento y esfuerzo redoblado para mantenerse a flote. La Cámara Costarricense de la Industria Alimentaria (Cacia) reveló los datos que dibujan el mapa actual del sector.

El comportamiento de la producción apenas logró mantenerse en terreno positivo con un crecimiento modesto de 1,2%. Este dato contrasta fuertemente con el dinamismo observado en el periodo anterior.
En 2024, para esta misma fecha, el indicador interanual de la actividad manufacturera marcaba un ritmo de 3,76%. La desaceleración es evidente y responde a un mercado interno que se comportó con lentitud.
La generación de divisas también sintió el golpe, aunque logró mantenerse en números positivos. Las exportaciones reportaron un aumento de 3,4%, pasando de $2.663 millones en 2024 a $2.753 millones en 2025.
Este sector es un motor vital para la estabilidad social del país. Actualmente, genera más de 105.000 puestos de trabajo directos y asalariados, representando cerca del 5% del Producto Interno Bruto (PIB), según la Cámara.
Pese al clima general de contención, hubo nichos específicos que lograron despegarse de la tendencia promedio. La chocolatería lideró el crecimiento con un extraordinario 26%, seguida por los lácteos con un 21,5%.
Otros productos como los helados, con un 16%, y la categoría de “bocadillos” y cereales, con un 14%, mostraron resiliencia. En la industria, los bocadillos refieren a snacks y alimentos ligeros de consumo rápido.
Las frutas y hortalizas procesadas —aquellas que han pasado por procesos de conservación o transformación industrial— también crecieron un 14%. Esto demuestra que el valor agregado sigue siendo la clave para la diferenciación.
Centroamérica se ratificó como el socio natural y más estratégico para los alimentos ticos. La región absorbe el 52% de todas las ventas al exterior de la industria.
La relevancia del istmo es aún mayor si se filtra la data por tipo de producto. Al analizar exclusivamente los alimentos empacados y listos para consumo final, Centroamérica compra el 68% de la oferta exportable.
Desafíos comerciales externos
El panorama internacional presentó obstáculos que pasaron de ser amenazas teóricas a realidades financieras: la política comercial de Estados Unidos, el segundo mercado en importancia, endureció sus condiciones.
La imposición de aranceles por parte de Washington materializó los temores del sector. Esto implica que los productos ticos deben pagar impuestos de entrada, encareciendo su precio final frente a competidores locales o de otros países.
El gremio advierte sobre las consecuencias directas de estas medidas proteccionistas. Los reportes indican que ya hay empresas enfrentando negociaciones complejas con sus compradores norteamericanos.
El comunicado de Cacia detalla: “De mantenerse vigente la medida, podríamos esperar mayores impactos en sectores como panificación y galletería, salsas, atún, pastas alimenticios o productos de chocolatería para el 2026”.
A este escenario se suma el comportamiento del tipo de cambio, una variable macroeconómica que ha mantenido una tendencia a la baja en Costa Rica. Esto genera un efecto adverso directo sobre la competitividad de las empresas exportadoras.
Cuando el dólar pierde valor frente al colón, los exportadores reciben menos colones por cada dólar vendido en el extranjero. Sin embargo, sus costos operativos (salarios, electricidad, impuestos) se pagan en colones.
Esta disparidad reduce los márgenes de ganancia y obliga a las empresas a subir precios en dólares para compensar, lo que les resta atractivo en mercados internacionales muy disputados.
El presidente de Cacia, Juan Ignacio Pérez, señala en el comunicado que “un tipo de cambio en función de cambios estructurales de la economía ratifica su tendencia a la baja, generando un serio desafío para el sector exportador”.

A nivel nacional, la industria también libra batallas regulatorias. Existe preocupación por iniciativas legislativas relacionadas con el etiquetado frontal de alimentos y la gestión de residuos.
Estos proyectos de ley, según los industriales, rompen con la armonización normativa centroamericana. La armonización es vital porque estandariza las reglas: un mismo empaque sirve para toda la región.
Si Costa Rica aprueba reglas de etiquetado únicas y diferentes al resto del bloque, las empresas pueden fabricar empaques exclusivos para el mercado propio, elevando los costos de producción y logística.
Sobre este punto, el documento es enfático al criticar a “un pequeño grupo de diputados, impulsando iniciativas de ley en materia de etiquetado de alimentos, violatorios de acuerdos regionales de armonización”, aunque existe la posibilidad de contener las etiquetas como único empaque original.
Agenda de competitividad
El cierre de la administración de Rodrigo Chaves deja un balance mixto, con reconocimiento a programas de simplificación de trámites. La iniciativa “Lo Dejamos Trabajar” es valorada positivamente por reducir la tramitología estatal.
También se destacan los avances en la modernización de los puestos fronterizos terrestres, puntos críticos para el flujo de mercancías hacia el mercado de América Central.
De cara al 2026, los empresarios plantean una hoja de ruta para mejorar el clima de negocios. La prioridad es la reducción de costos logísticos y de transacción.
Esto incluye la urgencia de modernizar el sistema eléctrico nacional para garantizar tarifas energéticas competitivas internacionalmente, un insumo básico para cualquier planta de manufactura.
La infraestructura portuaria es otro eje central. El sector exige el inicio inmediato de las obras de concesión de Puerto Caldera, la principal puerta de entrada y salida del Pacífico.
La formación técnica también entra en la ecuación. Para la Cámara, se requiere una modernización del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) para alinear la oferta educativa con las necesidades reales de empleabilidad de la industria.
La seguridad jurídica se mantiene como una demanda transversal. Los industriales piden evitar “ocurrencias” legislativas que cambien las reglas del juego. Esto abarca la defensa del principio de “superioridad del derecho comunitario” regional sobre iniciativas locales aisladas que, para ellos, puedan entorpecer el comercio intrarregional.
El comunicado cierra con una advertencia sobre proyectos específicos, como el expediente 24.509 sobre botellas plásticas. Cacia argumenta que ya existe legislación aprobada desde 2019 para combatir la contaminación por plástico. Plantean que la duplicidad de leyes genera inseguridad y cargas administrativas innecesarias que no resuelven el problema ambiental de fondo, pero sí encarecen la operación formal.
Juan Ignacio Pérez resume la postura del sector ante el entorno político: “Mantener la coherencia entre el verbo y la acción, puesto que eso es lo que mueve realmente las expectativas empresariales creadoras de inversión productiva”.
