Muchos entienden lo original como lo que aparece en una escasa proporción dentro una determinada sociedad o actividad profesional.
Las propuestas generales, las más usuales, las que se repiten en proporciones altas, no se consideran originales ni creativas. Se trata casi de algo estadístico
Sin embargo, lo que puede ser original para gente de una edad o género, no lo es para otros.
Lo que es identificado como original para un niño puede no serlo para un adulto o un joven. Lo que parece insólito para un sencillo agricultor, tal vez sea lo más normal para el habitante de la ciudad. Las cosas conocidas para el que vive rodeado de árboles, tal vez sean desconocidas para alguien alejado de la naturaleza.
Pero dentro de las propuestas originales hay que saber distinguir lo que es un mero apartarse de lo habitual, sin validez alguna, de lo que tiene verdadero interés y es una aportación real para el cambio o la superación, tanto individual como colectivo.
Está demostrado que las personas, empresas y sociedades con un marcado espíritu innovador triunfan cuando tienen la habilidad de transformar lo ya existente en algo novedoso, siempre con su propia identidad. Es como conceder nuevos roles y cambiar el sentido de cuanto nos rodea sin apartarnos de la realidad.
Se trata de entrelazar elementos varios, junto a los conocimientos ya existentes, para formar lo identificado como original ante las nuevas necesidades del entorno.