La historia de Narciso surge de la mitología griega y todavía resuena en la cultura y en la política.
La leyenda cuenta que fue un joven de extraordinaria belleza hijo de un dios y de una ninfa, a quien su guapura convirtió en el objeto del deseo de muchas, pero el joven era muy orgulloso y desdeñaba a todas las que lo amaban.
La arrogancia llevó a que Némesis, diosa de la venganza, lo castigara, haciendo que se enamorara de su propio reflejo en un estanque. Quedó absorto para siempre en la contemplación de su imagen. Ante la imposibilidad de alcanzar su reflejo, se debilitó hasta morir.
Su final es una advertencia sobre los peligros de la vanidad, el orgullo y la soberbia.
Este mito ha tenido gran influencia en el arte, la literatura y la psicopatología. Modernamente se utiliza para describir un trastorno de personalidad caracterizado por la grandiosidad, la necesidad de admiración y la falta de empatía.
En nuestro tiempo el síndrome se ha extendido a la política. El narcisismo es un virus que afecta a muchos líderes. Muestran un sentido exagerado de su importancia, se creen excepcionales, tienen una sed constante de admiración, reconocimiento y aplauso.
Exhiben grandes dificultades para comprender los sentimientos de los demás y llegan a creer que el pueblo está encarnado en sus personas.
La búsqueda obsesiva del control absoluto les lleva al rechazo y la venganza frente a toda crítica u oposición. Buscan rodearse de aduladores y se vuelven adictos a la ovación, transforman la política en espectáculo, al servicio de su insaciable avidez de poder, mientras más devoran aclamaciones más hambre tienen.
Cultivan la dramaturgia política y se presentan como salvadores de la patria para situarse por encima de la ley.
El narcisismo político desemboca inevitablemente en el autoritarismo y la supresión de libertades, ¿cómo admitir la disidencia con el pueblo encarnado en el líder?
Un pueblo, un estado, un líder (Ein Volk, Ein Reich, Ein Führer), decía Hitler.
Aunque triunfadores electorales -algunas veces- en el corto plazo, los populistas narcisistas están destinados a desaparecer de la escena, aislados en la onanista burbuja de la autocontemplación.

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Constantino Urcuyo Fournier es abogado y doctor en Sociología Política de la Universidad de París. Catedrático de la Universidad de Costa Rica, exdiputado y director académico del Ciapa. Profesor visitante en las universidades de Tulane y Salamanca. También es consultor internacional y nacional para diversas empresas.