Hace 40 años resultaba para el consumidor un elemento extraño e indecifrable en los empaques de todo lo que adquiría en los supermercados y en el comercio. Hoy es común verlo y si no está, genera sospechas.
Se trata del código de barras, que este año cumple cuatro décadas de existencia y cuya evolución lo ha llevado a ser un instrumento de trazabilidad y logística no solo para productos alimenticios, sino para artículos de toda índole: tecnología, carnes, sector textil, medicamentos, servicios hospitalarios, etc. Se estima que diariamente se escanea la información contenido en los códigos de barras en más de 5.000 millones de productos en el mundo.
De acuerdo con información suministrada por Guillermo Varela, gerente de la Asociación GS1 Costa Rica (organización mundial vinculada a los procesos logísticos de códigos de barras), este instrumento tecnológico vino no solo a facilitar la vida del comerciante detallista, sino también a reducir los errores de entrada de datos y el tiempo de espera en el punto de venta. Basta que un lector ubicado en la caja para que cientos de productos sean escaneados, cobrados y luego empacados en cuestión de segundos. Además permite aumentar ventas, dar un mejor servicio al cliente y hacer un adecuado control de inventarios.
La historia coloca el primer código de barras en Troy, Ohio. En esta ciudad de Estados Unidos fue escaneado por primera vez ese sello con barras verticales y con números en la parte inferior. En aquel momento era lineal, para el caso de los desarrollados por GS1. Tenía nombres como GTIN 13 para unidades de consumo, o GTIN 14 para unidadesde distribución, o bien GS1-128 para unidades logísticas y paletizados.
Actualmente, también hay código de barras de dos dimensiones conocidos como GS1-Datamatrix o bien el código GS1-QR, que permite en símbolos muy pequeños implementar la trazabilidad del producto y la comunicación con el consumidor final. El cliente puede ahora con su teléfono móvil interactuar con el fabricante del artículo y obtener más información sobre el producto.
Lo anterior para el caso de GS1, sin embargo, la primera patente de código de barras fue registrada en 1952 por los inventores Joseph Woodland, Jordin Johanson y Bernard Silver, todo en Estados Unidos. Ellos, junto con un grupo de ingenieros, trabajaron en un método para identificar los vagones del ferrocarril por un sistema automático. Fue en 1966 cuando se comenzó a usarse en el mundo comercial y su éxito descolló hasta 1980.
Aspectos curiosos que se deben conocer
Al iniciar la celebración de los 40 años, el consumidor habituado al código de barras debería conocer que este no contiene el precio del productos. Esas barras oscuras y los espacios claros entre sí permiten identificar inequívocamente el artículo y proporciona información sobre el mismo, como país de origen, número de lote, número de serie y la fecha de caducidad, entre otros.
"Estadísticamente, los estudios muestran que el mecanógrafo típico, comete un error por cada 300 pulsaciones. La probabilidad de que un símbolo de código de barras sea mal leído, está en algún lugar entre una en un millón y una de cada cuatro billones", reza la información de GS1 Costa Rica.
Se calcula además que los lectores láser y de imagen pueden llegar a leer códigos de barras a una velocidad de aproximadamente 40 a 200 lecturas por segundo.
En su proceso de evolución, Varela contó que viene una nueva generación llamado GS1 DataBar, que es la más pequeña de su generación pero con capacidad para contener más información. Se puede incorporar a productos pequeños como frutas. La idea es que el comerciante al usar DataBar pueda tener un ahorro anual de al menos $2,32 millones en productos y $2,33 millones en carnes, con una media de 100 tiendas (puntos de venta) de la cadena, según un estudio de GS1.
El sistema de código de barras también utiliza el Código Electrónico de Producto (EPC), para el caso de identificación de radiofrecuencia. Ayuda a las empresas de todo el mundo para administrar embarques, inventarios y activos, reducir la falsificación y los errores médicos y combatir los robos. Está además los GS1 eCom (para comercio electrónico), es decir, crea versiones electrónidas de los documentos y permite así el intercambio de información de manera digital. Se estima que el uso de este instrumento ha permitido reducir los plazos de entrega a 61 horas en promedio, un ahorro de ¢12.000 por transacción y un 5% menos de faltantes de inventarios.