La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio a conocer cuál país de Centroamérica con menor crecimiento económico de la región durante 2025.
El Salvador registrará el crecimiento económico más bajo de Centroamérica durante 2025, según las proyecciones más recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Con una expansión estimada del 2,7%, el país se sitúa al final de la tabla regional, incluso por debajo de Nicaragua, que mantendría una expansión del 3,1%.
La actualización de octubre de 2025 del organismo de las Naciones Unidas revela un panorama dispar en el istmo. Mientras El Salvador ocupa la última posición, Panamá se consolida como el líder indiscutible de la región con un crecimiento proyectado del 4,1%.
En el contexto centroamericano, Costa Rica ocupa el segundo lugar con una proyección de crecimiento del 3,8%, seguida de cerca por Guatemala y Honduras, ambas con un 3,7%.
Estas cifras contrastan significativamente. El desempeño de El Salvador (2,7%) se ubica por debajo del de Nicaragua (3,1%) y muy lejos del dinamismo panameño (4,1%). El dato salvadoreño, sin embargo, se encuentra ligeramente por encima del promedio de 2,6% proyectado para toda Centroamérica en conjunto.
Los problemas de El Salvador
La CEPAL identifica como causa central del bajo crecimientl de El Salvador la débil demanda interna y la desaceleración del consumo privado, causada por baja creación de empleo, desconfianza y altas tasas de interés. El Salvador permanece atrapado en la “trampa de baja capacidad para crecer”, caracterizada por productividad laboral estancada, escasa diversificación económica y brechas sociales persistentes.
Un factor crítico es la elevada dependencia de las remesas familiares, que representan el 24,6% del PIB salvadoreño. Aunque alcanzaron niveles récord en 2025 con un crecimiento de 18,3%, la CEPAL advierte que estos recursos se destinan principalmente al consumo inmediato y no a inversión productiva, limitando el efecto multiplicador en la economía.
El estancamiento de la inversión constituye otro freno fundamental. Aunque la inversión privada repuntó nominalmente 24,4% en el primer semestre, no ha generado la diversificación productiva necesaria. La CEPAL proyecta que apenas 1,5% más de empleos se crearán en 2025, con alta informalidad laboral que perpetúa baja productividad y bajos salarios.
El organismo subraya que El Salvador enfrenta un entorno internacional desfavorable, con debilidad de demanda externa, condiciones financieras restrictivas y elevada vulnerabilidad. A diferencia de vecinos que diversificaron sus fuentes de crecimiento, El Salvador continúa dependiendo de remesas sin capitalizar integralmente estos factores. La CEPAL concluye que sin transformaciones estructurales urgentes en productividad, diversificación exportadora y calidad del empleo, el país permanecerá en la última posición del crecimiento centroamericano.
La tendencia se mantiene para 2026
Las proyecciones de la CEPAL para 2026 indican que El Salvador mantendría esta tendencia, repitiendo la misma tasa de expansión (2,7%) y permaneciendo como la economía de menor crecimiento del istmo.
Para ese año, se espera que el resto de países muestren un mejor desempeño:
- Panamá: 4,6%
- Guatemala: 4,0%
- Honduras: 3,8%
- Costa Rica: 3,7%
- Nicaragua: 3,4%
- El Salvador: 2,7%
Los motores del crecimiento panameño
El robusto desempeño económico de Panamá se sustenta en varios pilares fundamentales. El sector servicios continúa siendo el motor principal de la economía, con el Canal de Panamá como protagonista indiscutible. Durante el año fiscal 2025, los ingresos del Canal aumentaron un impresionante 14,4%, alcanzando los 5.705 millones de dólares y superando las proyecciones presupuestarias.
El sector de transporte, almacenamiento y comunicaciones ha mantenido un desempeño sobresaliente, impulsado por el incremento en los ingresos por peajes del Canal, el mayor volumen de toneladas netas movilizadas y el crecimiento del tráfico de contenedores en el Sistema Portuario Nacional. La logística representa aproximadamente el 30% del Producto Interno Bruto del país, confirmando su papel como pilar esencial de la economía panameña.
La intermediación financiera también ha mostrado una dinámica positiva, con aumentos en depósitos y créditos a nivel local, consolidando a Panamá como el centro financiero más grande de Latinoamérica. Durante el primer semestre de 2025, el país exportó servicios por un total de 9.762 millones de balboas, representando un crecimiento interanual del 8,3%.
El turismo ha experimentado una recuperación significativa, con ingresos superiores a 3.307 millones de dólares en servicios de viajes entre enero y mayo de 2025, reflejando un aumento del 4,1% en la llegada de visitantes internacionales respecto al mismo período del año anterior.
Las remesas familiares procedentes del extranjero también han jugado un papel crucial, aumentando un 15,1% en el primer trimestre de 2025 en comparación con el mismo período de 2024, siendo Estados Unidos, Reino Unido, Venezuela, Colombia y Costa Rica los principales países emisores.
Perspectivas regionales y desafíos
América Latina y el Caribe continúa sumida en lo que la CEPAL denomina una “trampa de baja capacidad para crecer”, con tasas promedio de alrededor del 2% y escasa inversión, baja productividad y mercados de trabajo poco dinámicos. El organismo señala que el impulso externo al crecimiento se ha desacelerado y la región sigue creciendo a un ritmo bajo, afectada por un entorno internacional complejo marcado por los anuncios arancelarios de Estados Unidos y la incertidumbre global.
Para Centroamérica específicamente, la CEPAL proyecta un crecimiento del 3,2% para 2026, cuando Panamá mantendría su liderazgo con una expansión estimada del 4,6%, seguida de Guatemala con 4,0%, Honduras con 3,8%, Costa Rica con 3,7%, Nicaragua con 3,4% y El Salvador con 2,7%.
El organismo de las Naciones Unidas subraya que para salir de esta situación de bajo crecimiento, es necesaria “una transformación productiva más acelerada que impulse el crecimiento económico y la productividad, diversifique las economías y genere más y mejores empleos”.
Una década de resiliencia
El desempeño de Panamá no es casualidad. Entre 2010 y 2022, la economía panameña creció a una tasa promedio anual del 5,7%, superando a muchos de sus pares regionales. Incluso durante la pandemia de COVID-19, el país demostró una notable capacidad de recuperación: en 2021 el PIB creció un 15,8%, seguido de un 10,8% en 2022 y un 7,4% en 2023.
Esta resiliencia se explica por varios factores estructurales: la ubicación geográfica estratégica que convierte a Panamá en un puente natural entre América del Norte y del Sur; un sector servicios robusto que representa más del 75% del PIB; una economía dolarizada que proporciona estabilidad cambiaria; y el desarrollo continuo de infraestructura de clase mundial que incluye puertos, aeropuertos y redes logísticas.
El presidente José Raúl Mulino ha reafirmado el compromiso gubernamental con el crecimiento económico, anunciando un plan de inversiones récord superior a los 11.000 millones de dólares para los próximos años, que incluye el desarrollo de un corredor energético transístmico, nuevas terminales portuarias y una carretera que conectará las costas del Atlántico y el Pacífico, proyectos que generarían 40.000 empleos durante su construcción.
El contexto regional
Mientras Panamá avanza con solidez, el resto de Centroamérica enfrenta diversos desafíos estructurales. La CEPAL advierte que la subregión permanece altamente vulnerable a choques externos por su dependencia estructural de la economía estadounidense en los ámbitos comercial, financiero y migratorio.
Costa Rica, el segundo país en crecimiento, ha sido respaldada por el dinamismo del consumo doméstico y la expansión del sector tecnológico y de manufactura avanzada. Guatemala mantiene perspectivas favorables gracias al sector servicios, el consumo privado y las remesas. Honduras, por su parte, se beneficia del sector cafetalero y ha logrado mantener controlada la inflación y acumular reservas internacionales superiores a los 8.000 millones de dólares.
El desafío común para toda la región centroamericana es diversificar sus estructuras productivas, reducir la dependencia de sectores tradicionales de bajo valor agregado y fortalecer la capacidad de innovación para generar crecimiento proactivo en lugar de reactivo.
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Este artículo fue publicado por un editor del El Financiero asistido por un sistema de inteligencia artificial.
