La asfixia por créditos es un asunto cada vez más común en Costa Rica. A fin de cuentas, la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef) contabilizaba 1,43 millones de deudores activos hasta octubre de 2024 y la cifra era la más alta en la comparación con los registros de la última década.
Se dice que una persona cayó en este tipo de situaciones cuando su dinero simplemente deja de alcanzarle. Es decir, cuando tiene que empezar a elegir entre pagar su crédito o descuidar otros gastos esenciales de su vida cotidiana.
Hay varias alertas tempranas de este fenómeno, según la economista e investigadora de la Universidad de Costa Rica (UCR), Estefany Alfaro. Por ejemplo, mencionó cuando se empieza a usar la tarjeta de crédito para pagar cuotas de otros créditos o cuando se tienen que empezar a aplazar gastos básicos como vivienda o servicios.
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Cuando se enfrenta una situación de este tipo, lo mejor es buscar una solución que mejore su día a día y evite situaciones de salud adversas, incluso si se requiere de esfuerzos adicionales en el tiempo.
Le explicamos cuáles son algunas de las opciones que tiene.

¿Cómo medir la asfixia?
Antes de entrar en el terreno de las soluciones, hay que explicar a qué nos referimos al hablar de “asfixia” financiera.
Alfaro explicó que hay tres niveles básicos para medir la salud crediticia de una persona. Para determinarlo, es necesario disponer de tres cifras en concreto:
- Los ingresos netos del mes, restando todas las deducciones.
- El gasto mensual en cuotas crediticias no hipotecarias, sumando tarjetas de crédito
- El gasto mensual en cuotas hipotecarias, si existen estas obligaciones.
A partir de esos datos, se debe de hacer la siguiente clasificación:
Salud crediticia | Sin crédito de vivienda | Con crédito de vivienda |
---|---|---|
Saludable | Cuando las cuotas no superan el 25% de los ingresos | Cuando las cuotas no superan el 35% de los ingresos |
Tenso | Cuando las cuotas no superan el 30% de los ingresos | Cuando las cuotas no superan el 40% de los ingresos |
Asfixiado | Cuando las cuotas superan el 30% de los ingresos | Cuando las cuotas superan el 40% de los ingresos |
Bajo esta regla, una persona que gana ¢800.000 netos mensuales entonces entraría en asfixia por créditos cuando tiene que pagar más de ¢240.000 en cuotas (si no tiene crédito hipotecario) o más de ¢320.000 (si tiene crédito de vivienda).
En otras palabras, si alguien con ese salario paga una tarjeta de ¢120.000, un préstamo personal de ¢100.000 y además una hipoteca de ¢150.000, ya entraría en la “zona roja”.
Además, hay otra regla de oro. También se considera que hay asfixia crediticia cuando los pagos mínimos consumen el 30% del ingreso mensual. Esta situación implica que, probablemente, únicamente se esté financiando el pago de intereses y no se está reduciendo la deuda, lo cual solamente alarga la deuda.
¿Qué hacer?
Cuando una persona experimenta asfixia por sus créditos, entonces lo recomendable es actuar de inmediato. Sin embargo, se deben analizar cuidadosamente todas las opciones. Las estrategias para reducir el pago de las deudas varían dependiendo de cuáles son las fuentes del estrés financiero.
Estas son algunas de ellas:
— Readecuación o extensión de plazo
Si hay un crédito puntual que le está quitando la paz, una opción inteligente es renegociar el plazo del mismo.
En este tipo de casos, la cuota del crédito baja inmediatamente.
El punto en contra de este tipo de movidas es que, como se alarga el tiempo de pago, también se incrementa el monto que terminará pagando por intereses al finalizar la transacción. Por ese motivo, esta estrategia se recomienda solo en casos de asfixia.
Si no se está en esa situación, es más conveniente terminar de pagar el crédito en las condiciones iniciales para evitar mayores gastos en el largo plazo.
En un escenario realista, podría reducir entre un 25% y un 30% su cuota si alarga el plazo de su crédito en un 60%, aunque tenga que pagar más intereses en el largo plazo.
— Refinanciación a tasa más baja
Otra opción para lidiar con un crédito incómodo es refinanciarlo con una tasa más baja, en la misma entidad financiera o en una distinta.
Para lograrlo, se debe buscar alguna entidad financiera capaz de ofrecerle una tasa de interés inferior y trasladar el crédito.
En este tipo de casos es importante revisar los detalles del crédito inicial para determinar eventuales gastos por este tipo de operaciones; por ejemplo, si hay penalizaciones de algún tipo por la cancelación anticipada.
— Abonar un importe extraordinario
Otra recomendación es realizar algún abono extraordinario a su préstamo y recalcular la cuota mensual.
Esta medida reduce intereses futuros y la cuota inmediata; sin embargo, se requiere de alguna fuente de recursos para ello. Por ejemplo, la venta de algún activo propio, como un carro o alguna maquinaria que no utilice.
En términos generales, la cuota debería de reducirse de forma proporcional con la reducción del saldo. Es decir, si abona un 15% del saldo restante, podría esperar una reducción similar en la cuota.
En el caso de que tenga créditos de tasa variable, también debe de asumir un riesgo. El alivio podría ser apenas temporal si las tasas suben en el futuro y, por eso, es importante que esté informado sobre las previsiones del mercado antes de tomar cualquier decisión.
— Consolidación de deudas
Si tiene varias deudas, entonces también puede intentar consolidarlas en un solo crédito, con una tasa menor y a un plazo más extenso. Este trámite ayuda a ordenar las operaciones crediticias y a reducir la cuota mensual.
“En promedio, la tasa de interés anual que se paga unificando las deudas de las tarjetas en una sola en una cooperativa es la mitad de la tasa que se paga haciendo pagos mínimos, abonos o reestructurando la deuda con la entidad emisora de la tarjeta”, señaló Alfaro.
— Suspensión de uso
En el caso de las tarjetas de crédito, también es recomendable la suspensión total o parcial de su uso. En muchas ocasiones, solo así podría reducir el saldo con los pagos que realice.
Según explicó Alfaro, este tipo de pausas evita incrementos del saldo, reduce el riesgo de morosidad y facilita concentrar recursos en amortizar la deuda existente.
Información clara
Cualquiera que sea la solución por la que opte, Alfaro explicó la importancia de contar con una lista de todos sus créditos que incluya factores como el saldo pendiente, la tasa de interés anual, la cuota mensual y el plazo restante. Esa información será crucial para que pueda “priorizar” cuáles créditos intervenir primero y para “cuantificar el ahorro potencial“ de cualquier decisión que se tome.
Según la economista, una prioridad siempre debe ser atacar primero los créditos con tasas más altas, “pues son los que más encarecen el flujo y más rápido deterioran la liquidez“.
Si tiene poco dinero, pero el suficiente para cancelar algún crédito pequeño, esto también podría ser recomendable para que destine el dinero que actualmente dedica a esa obligación con otro objetivo.
En casos de créditos comunes como los de vehículos o hipotecas, Alfaro también señaló pasos clave:
- En el caso de los vehículos, se debería buscar cambiar el crédito de institución financiera si la tasa de interés anual está por encima del mercado o si la cuota supera el 25% del ingreso mensual.
- En el caso de los créditos de vivienda, solo se debería considerar refinanciarla cuando el ahorro neto en la tasa de interés anual y cuota supere los costos de formalización.
En ningún caso es recomendable recurrir a prestamistas informales o “gota a gota”. Estos suelen estar relacionados al cobro de tasas de interés ilegales y a prácticas agresivas o hasta extorsivas.
Paso previo
Jorge Fernández, director de centro de negocios de Mucap, también enfatizó en la importancia de realizar un presupuesto antes de tomar cualquier decisión. Según dijo, este tiene que ser el primer paso, porque solo así se pueden identificar gastos “eliminables” de entrada y que permitan reducir su nivel de asfixia.
Por ejemplo, una persona puede descubrir que paga ¢25.000 al mes en servicios de streaming y ¢15.000 en una suscripción del gimnasio que no usa; es decir, que tiene ¢40.000 mensuales disponibles para redirigir al pago de deudas.

La meta
Según Alfaro, el crédito nunca se debe de demonizar; pero se debe de gestionar responsablemente.
“La meta no es no deber nunca, sino deber con propósito y dentro de los límites que dejen respirar”, explicó la economista. "La asfixia financiera usualmente no empieza con una gran deuda, suele nacer de pequeñas cuotas que se acumulan, gastos cotidianos pagados con crédito y decisiones postergadas“, subrayó.