Han pasado 25 años desde que se creó el Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROP), el cual nació en el 2000 gracias a la Ley de Protección al Trabajador, con el fin de complementar —como su nombre lo indica— los regímenes del primer pilar del sistema de pensiones de Costa Rica.
Especialmente, aquella ley buscaba establecer mecanismos para fortalecer el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) como el principal sistema de protección a los trabajadores; en conjunto con otros esquemas como el régimen del Magisterio Nacional y el del Poder Judicial.
Hoy, las alertas sobre la sostenibilidad del IVM son cada vez más claras: según proyecciones de la CCSS, dicho régimen empezará a debilitarse a partir del 2035, debido al agotamiento de sus reservas que se agrava con la transformación demográfica del país.
Frente a esta situación, que ya ha sido analizada en recientes publicaciones de El Financiero, el 25 aniversario del ROP es un momento propicio para repasar cuáles son las bases de estos regímenes y cómo se complementan en beneficio de los trabajadores.
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Mientras el IVM busca garantizar una pensión primaria para toda la población trabajadora, mediante un fondo solidario, el ROP tiene como objetivo acumular ahorros individuales adicionales que refuercen ese beneficio durante la etapa de retiro. La mayoría de los asalariados tendrá acceso a los dos, debido a que su aporte es obligatorio en ambos casos.
Colectivo versus individual
El sistema de pensiones de Costa Rica posee cuatro pilares: los Regímenes Básicos de Pensiones, el ROP, el régimen de pensión complementaria voluntaria y el régimen de pensión no contributiva. El IVM es el fondo que cubre a la mayor población, con 1,5 millones de cotizantes —correspondiente al 92% del primer pilar—, seguido por el ROP con 1,4 millones.
Creado en 1943, el IVM es un régimen de capitalización parcial colectivo, lo cual implica que los ingresos forman parte de un fondo común y un porcentaje se utiliza para cubrir gastos. Por el contrario, el ROP es un sistema de capitalización completa individual, donde los recursos son capitalizados hasta el momento de la pensión.

“El IVM corresponde a un seguro social del sistema de Seguridad Social, el cual sigue los principios filosóficos de universalidad, solidaridad, equidad e integridad, mientras que el ROP corresponde a un ahorro individual a nombre de cada afiliado, que otorgará un beneficio según lo acumulado en su cuenta”, explicó Olger Mauricio Pérez, actuario asesor de la gerencia de pensiones de la CCSS.
Añadió que el seguro de IVM cubre a todo trabajador, ya sea asalariado o independiente, mientras que el ROP únicamente está diseñado para asalariados.
El régimen de la CCSS se financia con los aportes de los trabajadores, sus patronos y el Estado, pero este último no contribuye en el caso del ROP.
Los aportes del ROP son administrados por las Operadoras de Pensión Complementaria (OPC) y los montos que recibirá el pensionado dependen de su aporte a lo largo del tiempo, que se calcula con base en el salario reportado ante la CCSS y otros factores, como los rendimientos de las inversiones que realice su operadora.
Dado su carácter colectivo, el IVM es un régimen de beneficio definido; es decir, el monto mensual de la pensión que puede otorgar tiene un tope. En la actualidad existe un monto máximo de ₡1.765.859 y un mínimo de ₡159.692,21, pero el promedio es significativamente mayor al del ROP, según datos de la CCSS y la Superintendencia de Pensiones (Supen).
El ROP es un régimen de contribución definida y permite distintas modalidades de retiro, a diferencia del IVM.
“El IVM es un régimen vitalicio, lo cual quiere decir que la pensión se mantiene hasta que la persona jubilada fallezca. La pensión del ROP se mantiene hasta que el aporte se termine y está sujeta al programa de retiro que la persona eligió, por eso debemos recordar que el objetivo de la pensión complementaria es mejorar la calidad de vida de los jubilados con una visión de largo plazo, así que no tiene sentido retirarla antes de tiempo”, advirtió Javier Cascante, exsuperintendente de pensiones.
Como su nombre lo indica, el IVM otorga beneficios de pensión para invalidez, vejez y para los sobrevivientes del afiliado fallecido, además de indemnizaciones por muerte e invalidez en caso de que las cuotas aportadas no alcancen para obtener una pensión. También ofrece beneficios adicionales al monto de pensión, como el aguinaldo y el pago del seguro de salud.
El ROP únicamente otorga beneficio de pensión por vejez y entrega el monto acumulado a los beneficiarios designados en caso de fallecimiento.
Juventud vs. experiencia
Si bien el IVM es el fondo con la mayor cantidad de afiliados, es el tercero más grande en cuanto a los activos administrados, superado por el Magisterio en el primer pilar y por las OPC en el segundo pilar.
Esto se debe a que el IVM —al ser un régimen maduro—, debe destinar parte de sus aportes e intereses a pensiones en curso de pago, de modo que sus activos crecen más lento, mientras que los otros fondos son más jóvenes y poseen más aportes y rendimientos que sus gastos por pensiones, según lo explicó la Supen a través de su oficina de prensa.
En efecto, Cascante destacó que cumplir 25 años no es mucho cuando se trata de fondos de pensión, de modo que el ROP apenas está llegando a una etapa de “premadurez”.
“Hasta ahora lo que ha existido es un proceso de acumulación de recursos que han sido administrados de forma muy prudente, creo yo, por parte de las operadoras. Lo positivo es que ya hay una gran cantidad de recursos, hay un sistema que se ha ido consolidando y los trabajadores podrán complementar su pensión conforme se vayan jubilando. Sin duda es un gran un gran soporte a la seguridad social de este país”, afirmó el exjerarca de la Supen.
En años anteriores, Cascante se opuso al proyecto de ley para autorizar el retiro anticipado de un 30% de los recursos del ROP.
Desde su perspectiva, el principal desafío ahora consiste en definir la mejor manera de entregar los beneficios del régimen a los trabajadores, lo cual, en su criterio, requiere de una profunda discusión técnica sobre el modelo del ROP de cara al futuro. A partir de 2026, las OPC se someterán a una nueva forma de invertir los aportes a través de cuatro distintos fondos generacionales.
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“Es necesaria una discusión técnica porque hoy en día se habla de multifondos o de fondos generacionales y debemos analizar bien qué es lo más conveniente en el contexto costarricense. La acumulación es muy importante, pero ahora hay que pensar en cómo devolver esos recursos acumulados, entendiendo que son pensiones y no simples cuentas de ahorro”, afirmó.
Señaló que también urge una mejor educación financiera para las nuevas generaciones, de modo que los jóvenes comprendan la importancia de contar con un plan de pensiones complementario —y voluntario— desde que inicien su vida laboral y puedan tomar decisiones acertadas con respecto a su futura jubilación.