La planificación fiscal es un conjunto de prácticas y estrategias que las empresas pueden aplicar para tener una salud tributaria dentro de la legalidad vigente.
Las debilidades de control interno en confidencialidad y seguridad de la información, solo por nombrar un par, fueron aún más evidentes con la transformación digital y el trabajo a distancia.
Más allá de la formalidad para cumplir con las declaraciones ante Tributación, las empresas deben fijarse en cómo aprovechar el registro y orden de sus cuentas.
Las autoridades pueden solicitar un informe a las empresas, que debe cumplirse en 10 días hábiles y sin errores, para no correr el riesgo de una sanción.
Quedan seis meses para que los contribuyentes tengan que tramitar el cierre fiscal del actual periodo, por lo que deben seguir una serie de recomendaciones para llegar a la fecha con orden.
Tan sencillo como empezar a usar la agenda digital del teléfono móvil para programar citas y reuniones de ventas, para luego avanzar con el uso de otras aplicaciones y sistemas muy útiles en cualquier empresa.
Hay tanto por abarcar bajo las nuevas condiciones que el tiempo es muy corto y ya es tarde. Esto se debió ver desde hace meses. Después del 31 de diciembre es poco lo que se puede hacer.
La urgencia de obtener ingresos al final del año no es excusa para descuidar los detalles a la hora de cumplir su obligación tributaria.
Llevar un simple flujo de caja facilita tomar decisiones para mejorar las operaciones, las ventas y los ingresos, al tiempo que puede ayudarle a tener acceso a financiamiento de las entidades financieras.
Quien se enfoca en la utilidad financiera inmediata, sin dar mérito a la utilidad trascendental, logra una satisfacción a medias (la financiera), pero seguramente terminará perdiendo las dos, la financiera y la trascendental.