Desde su discurso de toma de posesión, el presidente Donald Trump advirtió a todos los socios comerciales de Estados Unidos (EE. UU.) sobre la agresiva política arancelaria que su gobierno llevaría a cabo para implementar su compromiso de campaña de “imponer aranceles e impuestos a países extranjeros para enriquecer a nuestros ciudadanos”.
A partir de ese día, dieron inicio las múltiples declaraciones y medidas sobre los incrementos arancelarios. La intensidad, ambivalencia y diversidad de las medidas anunciadas ha provocado una gran confusión y generado una creciente incertidumbre comercial a todo nivel, lo que explica la necesidad de su análisis para tratar de entender con alguna claridad la situación actual, sus alcances y limitaciones.
¿Cuáles han sido las medidas arancelarias de EE. UU. (hasta ahora)?
Los aranceles propuestos por el segundo gobierno de Trump pueden clasificarse en cuatro categorías a partir de la motivación de su política: reciprocidad comercial, presión geopolítica, seguridad nacional, y apoyo a determinadas industrias nacionales.
Reciprocidad comercial
El 2 de abril del 2025, el presidente Trump anunció la imposición de “aranceles recíprocos” con el objetivo expreso de restablecer la “justicia comercial” y repatriar empleos en el sector de manufacturas. En ese denominado “día de la liberación”, el gobierno estadounidense anunció que aplicaría un arancel base de 10% sobre todas las importaciones, que entró en vigor el 5 de abril, y aranceles recíprocos que varían según el socio comercial, por ejemplo, 20% para la Unión Europea, 26% para India y 34% para China.
Este cambio es significativo, pues en el 2024 el arancel promedio de EE. UU. sobre las importaciones era de un 2,5%. Aunque en teoría estas medidas buscan igualar los aranceles que imponen los otros países a los productos estadounidenses, lo cierto es que los aranceles recíprocos fueron calculados con base en el déficit comercial del país afectado con EE. UU. Esta metodología ha sido muy controversial entre los economistas porque en realidad no reflejan ninguna reciprocidad ni ninguna justicia. Actualmente, estos “aranceles recíprocos” se encuentran suspendidos mientras que EE. UU. negocia con sus socios comerciales. La suspensión es aplicable a todas las importaciones con la excepción de China.
¿Qué son los aranceles y cómo funcionan? |
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Los aranceles son impuestos que se aplican a la importación de bienes producidos en otros países. Se representan como un porcentaje del valor aduanero del producto. Las empresas o personas físicas que importen esos productos extranjeros deben pagar este impuesto al gobierno del país importador. Normalmente, el importador traslada parte o la totalidad de dicho costo al cliente, decide importar menos o deja de importar esos productos. |
Presión geopolítica
Entre los primeros cambios arancelarios anunciados por el gobierno de Trump fueron los aumentos dirigidos contra sus principales socios comerciales, con quienes además tiene un comprensivo acuerdo de libre comercio que data de 1994: México y Canadá. Estos aumentos fueron justificados aduciendo falencias en el combate al narcotráfico y a la inmigración ilegal. Además, se amenazó con aumentar los aranceles a Colombia tras el conflicto diplomático por los vuelos de deportación y se aumentó el arancel aplicable a países que compren petróleo a Venezuela ya sea directamente o a través de terceros.
Seguridad nacional
Se han planteado aumentos arancelarios para ciertos productos -entre los que están el cobre, la madera, el acero y el aluminio– justificándolos en que se trata de un asunto de seguridad nacional. El argumento es que EE. UU. debería producir estos insumos dentro de su territorio para no depender de proveedores extranjeros y evitar quedar vulnerable en una situación de crisis, pues son componentes esenciales para la fabricación de aviones, barcos y armamento, indispensables para el ejército. Hasta la fecha, han aumentado los aranceles de acero y aluminio, mientras que continúan las investigaciones para evaluar el impacto del cobre y la madera en la seguridad nacional.
Estados Unidos es el segundo mayor importador de acero después de la Unión Europea y obtiene la mayor parte de él de Canadá, Brasil, México y Corea del Sur. En cuanto al aluminio, más de la mitad lo obtienen por medio de sus importaciones de Canadá.
Apoyo a industrias nacionales
Tanto los aranceles para productos específicos como los aumentos universales pueden tener también una justificación explícita o implícita de apoyo a ciertas industrias nacionales.
Por ejemplo, además de justificar los aumentos al acero y aluminio como un asunto de seguridad nacional, la proclamación de la Casa Blanca señala que “el aumento de los aranceles contrarrestará de forma más eficaz a los países extranjeros que continúan descargando excedentes de acero y aluminio a bajo precio en el mercado estadounidense, debilitando así la competitividad de las industrias estadounidenses del acero y el aluminio”. De una manera similar, los aumentos arancelarios universales buscan repatriar empleos a EE. UU. en algunos sectores de manufactura.
¿Cómo ha reaccionado el mundo?
Los aumentos arancelarios han generado una gran incertidumbre económica que se ha reflejado en tensiones diplomáticas, desconfianza de los consumidores y volatilidad en las bolsas de valores.
Los más importantes socios comerciales de EE. UU. respondieron con la imposición de sus propios aranceles de carácter retaliativo e iniciaron negociaciones para evitar los incrementos. Esto produjo una pausa de tres meses, hasta el 9 de julio, evitando que hasta ese momento entren en vigor los aranceles recíprocos del “día de la liberación”.

China
Hacer que el comercio con China sea justo es uno de los grandes objetivos del gobierno de Trump. Desde febrero, se impuso un arancel de 10% a China, el cual fue duplicado un mes más tarde, y aumentó todavía más en el “día de la liberación”. Asimismo, China respondió con sus propios aumentos. El intercambio de las declaraciones entre ambos países tuvo como resultado aranceles retaliativos de más de 100% por ambas partes. En mayo, en Ginebra, dichos países llegaron a una tregua donde acordaron remover aranceles sobre ciertos productos y suspender otros por 90 días.
Así, los aranceles de EE. UU. sobre los productos de China pasaron del 145% al 30% y los aranceles de China sobre productos estadounidenses se redujeron de 125% a 10%. Sin embargo, los gobiernos se acusaron mutuamente de violar los términos pactados.
Posteriormente, firmaron un acuerdo que busca facilitar las exportaciones de tierras raras y flexibilizar las restricciones tecnológicas. Aunque el acuerdo no se ha hecho público, los gobiernos anunciaron que China revisará las solicitudes de exportación de productos sujetos a normas de control de exportaciones y Estados Unidos cancelará las medidas restrictivas previas. El acceso a tierras raras es crucial para las industrias tecnológicas, de energía renovable y de defensa en EE. UU. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, en el 2024, China concentra las mayores reservas con 44 millones de toneladas, seguido por Brasil (21 millones), India (6.9 millones), Australia (5.7 millones) y Rusia (3.8 millones).
Unión Europea
Actualmente, EE. UU. y la Unión Europea están en negociaciones comerciales con el objetivo de llegar a un acuerdo antes del 9 julio, este es el día en que podrían aumentar los aranceles de un 10% hasta un 50% en a la mayoría de los productos europeos.
Aunque los reportes indican que podrían estar cerca de un acuerdo en cuanto a cuestiones no arancelarias, como normas de deforestación y trato a las empresas tecnológicas, los aranceles siguen siendo un punto de fricción.
Estados Unidos busca una base de 10%, la cual Unión Europea busca reducir. Además de estos aranceles, el país norteamericano ha aplicado un arancel de 25% sobre los automóviles y de 50% sobre el acero y el aluminio.
Reino Unido
El Reino Unido fue el primer país en aceptar un acuerdo de reducción de aranceles con el gobierno de Trump. En junio anunciaron un entendimiento preliminar, en donde EE. UU. eliminó los aranceles para la industria aeroespacial y redujo los aranceles a las importaciones de automóviles, aluminio y acero, mientras que el Reino Unido acordó reducir los aranceles sobre la carne de res y el etanol.
México y Canadá
Tanto Canadá como México fueron los primeros en recibir el anuncio de un aumento arancelario de 25%, con base en la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, aduciendo que no se había hecho lo suficiente para detener el flujo de migrantes y de drogas hacia EE. UU.
Desde entonces, ambos países han negociado y propuesto sus propios aranceles retaliativos, lo que ha resultado en un aplazamiento de la implementación de los nuevos aranceles. Además del arancel universal, se han discutido aumentos en aranceles sobre la electricidad, los automóviles, el acero y el aluminio.
A finales de junio, EE. UU. anunció la ruptura inmediata de negociaciones con Canadá en respuesta a un impuesto del 3% que este país aplicaría a los servicios digitales, tributo que Canadá inmediatamente canceló. Este impuesto, adoptado también por otros países, busca gravar los ingresos de las empresas tecnológicas que capturan transacciones en sus economías a pesar de no tener presencia física local. EE. UU considera esta medida injusta al estar dirigida específicamente contra sus gigantes tecnológicos, como Google, Apple, Amazon y Meta.
Costa Rica
Costa Rica se encuentra entre el grupo de países al que EE. UU. le aplica un arancel recíproco del 10%.
El Ministerio de Comercio Exterior (COMEX) respondió con la creación de un equipo interinstitucional, la apertura de un canal de coordinación con el sector exportador y la intensificación del diálogo con el socio norteamericano para buscar las mejores condiciones de acceso para los productos costarricenses.
Los resultados y condiciones de esa negociación están todavía por verse. EE. UU. es el principal mercado de exportación del país.
Según datos del COMEX, en el 2023, 45,8% de nuestras exportaciones tuvieron como destino ese país. Los principales productos exportados fueron dispositivos médicos, aparatos ortopédicos, bananos, frutas tropicales y circuitos integrados.
Sin duda, estas y similares negociaciones continuarán desarrollándose en los próximos meses. El gobierno de Trump ya ha anunciado que están trabajando para ampliar la imposición de aranceles en otros sectores, como el farmacéutico, los semiconductores y la aviación comercial. Dentro de EE. UU., se ha cuestionado legalmente la autoridad presidencial para imponer algunos de los aranceles anunciados y su legalidad está siendo analizada en las cortes de ese país.
El impacto de estos cambios arancelarios se manifiesta tanto de forma directa como indirecta en múltiples ámbitos, desde el volumen de comercio de mercancías hasta el impacto en el dólar, y con consecuencias a corto y largo plazo, desde variaciones en los precios al consumidor hasta decisiones estratégicas sobre los destinos de las inversiones.
Este artículo es el primero de una serie que abordara la guerra comercial y su impacto en los negocios en tiempos de incertidumbre global. En la siguiente entrega se examinará a fondo el impacto de estas medidas. Las negociaciones continúan en evolución, con nuevos desarrollos que se esperan en los próximos días; este artículo refleja la información disponible hasta finales de junio.
El déficit comercial y el cálculo del arancel recíproco |
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La Casa Blanca señaló explícitamente que la tasa arancelaria fue diseñada para “equilibrar los déficits comerciales bilaterales entre Estados Unidos y sus socios comerciales”. Un déficit comercial ocurre cuando un país compra (importa) más productos de otros países de los que les vende (exporta). EE. UU. calcula el arancel dividiendo el déficit comercial de bienes entre las importaciones totales de bienes de ese país y luego dividiendo el resultado entre dos. Si no hay déficit comercial - como con el Reino Unido-, se aplica un arancel mínimo de 10%. Doug Irwin, uno de los historiadores del comercio más destacados del mundo y profesor del Dartmouth College, explicó que “la Administración Trump lleva mucho tiempo considerando que los desequilibrios comerciales son injustos, pero la mayoría de los economistas no ven los déficits comerciales como algo intrínsecamente problemático, del mismo modo que nadie se preocuparía por tener un ‘déficit’ con el supermercado de su barrio, donde se compra más de lo que se vende, o un superávit con su empleador”. Cuando se le preguntó cómo podrían afectar los nuevos aranceles al déficit comercial, respondió: “se espera que reduzcan el volumen total del comercio en lugar de corregir los desequilibrios. Es probable que las importaciones y exportaciones estadounidenses disminuyan. Los importadores se enfrentarán a costes más elevados y los exportadores no mantendrán los niveles actuales simplemente porque las importaciones disminuyan. No es probable que estos aranceles contribuyan mucho a equilibrar el comercio. De hecho, ya hemos visto cómo el déficit comercial estadounidense sigue creciendo a pesar de los nuevos aranceles”. Además, al utilizarse la balanza comercial de bienes únicamente, se ignoran el intercambio comercial de servicios. Por ejemplo, según la Oficina del Representante Comercial en el 2024, las exportaciones de bienes de EE. UU. a Canadá fueron de $349,4 billones y las importaciones de bienes desde Canadá fueron $412,7 billones. Esto significa que EE. UU. tiene un déficit comercial en comercio de bienes con Canadá – porque le compra (o importa) más de los que vende (o exporta). Sin embargo, en el comercio de servicios existe un superávit comercial en donde EE. UU. le vende más a Canadá (estimado en $86 billones) de lo que le compra (estimado en $54,3 billones). |
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Francisco Chacón es abogado y exviceministro de comercio exterior y Valeria Tiffer es abogada con una maestría en administración de negocios.