El comercio exterior del país vivió un remezón en 2025, cuyas primeras señales se hicieron visibles desde noviembre del año anterior, cuando la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos (EE. UU.) anticipó un giro en las reglas del intercambio comercial.
Aunque no se trató de un fenómeno exclusivo de Costa Rica, la política arancelaria definida desde Washington terminó por impactar de lleno a los exportadores nacionales. El gravamen que enfrentan los productos costarricenses pasó de 0% a 10% y, más tarde, se elevó hasta 15% para su ingreso al país norteamericano.
Ese último arancel, de carácter punitivo, se afianzó pese a dos rondas de negociación lideradas por el Ministerio de Comercio Exterior (Comex). Lo que a inicios del 2025 parecía una victoria comercial (arancel cero) dio un giro inesperado debido a que Costa Rica mantiene un “superávit comercial” con EE. UU., según indicó Comex.
No obstante, desde el mes pasado la administración Trump decidió eliminar el arancel para los productos agrícolas provenientes de todos los países. La medida no respondió estrictamente a un gesto de buena voluntad, sino a la necesidad del país norteamericano de asegurar el ingreso de este tipo de productos para atender la demanda interna.
Aun así, y pese a que el 47% de las mercancías nacionales tienen como destino EE. UU., las exportaciones continúan mostrando un desempeño positivo. Al mes de octubre, registraron una variación interanual de 15,26%, de acuerdo con datos del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
El relato cambia cuando el análisis se desplaza hacia la atracción de inversión extranjera directa (IED). En este frente, 2025 dibuja un panorama distinto y menos alentador, marcado por una menor entrada de capitales. Al cierre del primer semestre del año, los flujos de IED generaron un ingreso de $2.066 millones, lo que representa un descenso del 7% en comparación con el mismo periodo del año anterior.
De acuerdo con Laura López, gerente de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), este comportamiento responde a la naturaleza altamente fluctuante de la IED y a su dependencia de las condiciones que impone el entorno internacional.

Aranceles
El 2 de abril de 2025 quedó marcado en el calendario como el Día de la Liberación de Aranceles, así bautizado por Donald Trump. En esa fecha se dio a conocer el nuevo gravamen para los distintos socios comerciales de EE. UU., una medida que no logró frenar ni siquiera el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (CAFTA-DR), del cual Costa Rica forma parte.
El gravamen del 10% llegó en un momento en que los exportadores e importadores nacionales disfrutaban de una apertura comercial que finalmente había desembocado en un arancel cero con EE. UU., tras años de pagar un impuesto que se reducía de forma escalonada con el paso del tiempo.
Lo que a inicios del 2025 parecía el resultado final de una larga espera dio un giro inesperado cuando se impuso el primer golpe arancelario y luego se incrementó hasta el 15%, debido a que Costa Rica mantiene un “superávit comercial” con EE. UU., según indicó meses atrás el Ministerio de Comercio Exterior (Comex). Es decir, el monto que el país exporta supera al que importa desde territorio estadounidense.
El aumento del gravamen colocó a Costa Rica en desventaja frente a competidores como México, que se mantiene exento del impuesto para los productos cubiertos por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Asimismo, las naciones centroamericanas —con excepción de Nicaragua— y República Dominicana quedaron sujetas a un arancel del 10%.
La ventaja que conservan República Dominicana y México representa una amenaza creciente para la producción costarricense de dispositivos médicos, ya que son los principales competidores de Costa Rica. Además, dicho sector sostiene gran parte de las exportaciones nacionales y posiciona al país como el principal exportador per cápita de estos productos en la región.
Por otra parte, Costa Rica es el segundo mayor proveedor de dispositivos médicos en Latinoamérica, solo por detrás de México, que según datos de su gobierno generó $13.964 millones el año anterior. En contraste, la industria de equipo médico y de precisión desarrollada en territorio costarricense facturó $8.762 millones en el mismo periodo, de acuerdo con el portal estadístico de Procomer.
La vulnerabilidad del sector podría profundizarse aún más si la investigación realizada por EE. UU. concluye que las importaciones de dispositivos médicos afectan la seguridad nacional, lo que abriría la puerta a la imposición de un arancel adicional al del 15%. Este análisis se ampara en la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962.
“Si la conclusión es que sí (representa una amenaza a la seguridad estadounidense), se nos va a imponer un arancel del 100%”, aseguró Rodrigo Cubero, expresidente del BCCR.
En medio de un año marcado por la convulsión del comercio internacional, el sector agrícola aparece como uno de los pocos con noticias favorables, al quedar libre de aranceles. El gravamen del 15% que enfrentaba meses atrás también colocaba al país en desventaja, ya que otros competidores solo pagaban un 10%, lo que podía restar terreno a productos como la piña y la yuca, de los cuales Costa Rica es el principal proveedor mundial y líder en la Unión Europea, respectivamente.

Movimiento de las exportaciones
A pesar de lo intimidante que pueden resultar las políticas restrictivas, las exportaciones costarricenses mantuvieron una senda de crecimiento en la mayoría de sectores, tanto hacia EE. UU. como hacia otros mercados.
En el caso de los dispositivos médicos, el monto acumulado registrado por Procomer durante los primeros tres trimestres del año arroja una variación interanual de 29% hacia el país norteamericano y 31% de manera total a todos los mercados, reflejando un crecimiento significativo.
López explicó que este desempeño responde a que los flujos de dólares dependen de variables estructurales. “Por medio de la diversificación, tanto de productos como de mercados, logramos de alguna manera mitigar los impactos internacionales”, comentó.
Para Cubero, este resultado obedece a que los exportadores se adelantaron a la primera imposición arancelaria y cerraron contratos antes de que se diera a conocer el gravamen correspondiente.
Sin embargo, a la administración Trump aún le restan tres años en el poder, razón por la cual Costa Rica y los exportadores han comenzado a tomar medidas para evitar nuevas sanciones. En octubre pasado, el ministro de Comex, Manuel Tovar, presentó sus argumentos en la consulta abierta por Washington, que permitió a los mercados explicar por qué sus productos no representan una amenaza para la seguridad de EE. UU.
Las alianzas de confianza, la mejora de la competitividad estadounidense y el fortalecimiento de la resiliencia de la cadena de suministro fueron los tres ejes desarrollados por Tovar para evitar una escalada arancelaria contra Costa Rica.
A esta solicitud se sumó la de la multinacional Boston Scientific, que argumentó su dependencia de una cadena de suministro globalmente integrada, en la cual no resulta viable producir en EE. UU. componentes especializados.
Mientras el sector de ciencias de la vida aguarda la resolución del Departamento de Comercio estadounidense, Comex espera una tercera ronda de negociación que permita acordar la eliminación parcial o total del arancel punitivo. Sin embargo, la política comercial hacia Costa Rica se endureció luego de las reuniones.

IED en descenso
El comercio exterior del país muestra así un balance desigual: mientras las exportaciones avanzan con fuerza, los flujos de inversión extranjera directa evidencian una tendencia a la baja.
Al cierre del primer trimestre, datos preliminares del BCCR mostraron que la IED cayó un 25,4% respecto al mismo periodo de 2024. No obstante, la información actualizada del ente emisor reflejó un ingreso aún menor entre enero y marzo de 2025, lo que amplió la caída al 37% y una diferencia de $458 millones.
Se trata de la primera baja intertrimestral desde que Procomer asumió la gestión de la IED en el país. Según López, los préstamos de las multinacionales instaladas en Costa Rica hacia sus casas matrices y la incertidumbre internacional fueron los dos principales factores que incidieron negativamente en el desempeño de la inversión.
Si se consideran los flujos del primer semestre, la caída se modera a un 7% frente al mismo periodo del año anterior.
“Es una caída bastante lógica frente a una coyuntura internacional como la actual”, sostuvo la jerarca de Procomer, al señalar que las empresas suelen postergar nuevas inversiones cuando la política comercial se vuelve incierta.
Además, la IED en Costa Rica se sostiene principalmente a través de reinversiones de compañías ya instaladas, mientras que los proyectos nuevos —conocidos como greenfield— tienden a adoptar una postura más conservadora.
Apenas el año anterior, el ingreso por concepto de greenfield alcanzó los $1.094 millones, superando por primera vez desde 2015 la barrera de los mil millones de dólares.
Según Vanessa Gibson, directora de Clima de Inversión de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), tradicionalmente las nuevas empresas se instalan en el país con operaciones pequeñas o medianas y, con el tiempo, deciden ampliar su presencia.
La disponibilidad de talento calificado, la percepción de seguridad y la infraestructura figuran entre los principales factores que atraen inversión, de acuerdo con Gibson, y constituyen áreas clave que el país debe fortalecer.
De hecho, el Gobierno creó la Hoja de Ruta para el Fortalecimiento del Ecosistema de Semiconductores, que plantea el desarrollo de talento como mano de obra avanzada. La estrategia se diseñó en el marco de la Chips Act impulsada por la administración de Joe Biden, mediante la cual EE. UU. contemplaba destinar $500 millones a proyectos internacionales vinculados con semiconductores.
No obstante, Donald Trump se opuso a este incentivo y Costa Rica quedó fuera de la posibilidad de acceder a algún porcentaje de ese estímulo.
Así, el comercio exterior costarricense transitó el 2025 en una paradoja marcada por cifras que avanzan y flujos que retroceden. Mientras las exportaciones resisten el endurecimiento arancelario y muestran capacidad de adaptación en un entorno internacional cada vez más volátil, la inversión extranjera acusa con mayor rapidez los efectos de la incertidumbre y la redefinición de las reglas del comercio global.
