Cada vez resulta más evidente la dualidad económica que existe en Costa Rica, con un régimen especial que representa el 14% del Producto Interno Bruto (PIB) y crece de manera acelerada, y un régimen definitivo que aporta el 86%, pero presenta bajas tasas de crecimiento. Esta brecha ha vuelto a ser notable: según el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), al mes de marzo el régimen especial creció un 10,7% y el definitivo solamente 1,4%.
Ciertamente, estos regímenes reúnen distintas condiciones y agrupan a empresas muy diferentes, por lo que no es realista esperar que ambos crezcan al mismo ritmo.
Los regímenes especiales (RE), de Zonas Francas y Perfeccionamiento Activo, ofrecen incentivos fiscales que permiten una mayor rentabilidad de las empresas, favorecen su competitividad y atraen compañías internacionales que venden mayoritariamente a mercados externos.
Mientras tanto, el régimen definitivo (RD) es mucho más heterogéneo, pues está conformado por micro, pequeñas, medianas y grandes empresas de diversa índole que integran lo que normalmente se llama la “economía local”. Esta, en general, presenta una baja productividad.
Entre 2001 y 2015, ambos regímenes mostraron un crecimiento moderado, pero, a partir de 2016, el crecimiento del RE se aceleró a tasas altas, mientras que el del RD se desaceleró.
El 64% de las exportaciones de bienes durante el año pasado se realizaron desde las zonas francas. Además, en promedio, los salarios que ofrecen estas empresas son 53% superiores a los del RD, como lo señala el último Informe de Política Monetaria (IPM) del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Más que comparar ambos regímenes, es importante analizar las razones de la desaceleración que experimenta el régimen definitivo y qué debería hacer el país para impulsar su productividad, un desafío creciente frente a las nuevas políticas arancelarias impulsadas por Estados Unidos.
Si bien estas inciden en todo el sector exportador, es posible que impacten con mayor magnitud a las empresas que están menos preparadas para competir en los mercados internacionales, como las que operan en régimen definitivo.
Ante la incertidumbre que generan dichas políticas, el BCCR redujo su proyección de crecimiento para este año a 3,6% y prevé que la desaceleración se concentre, especialmente, en el régimen definitivo, que crecería un 3,4%, frente a 5,3% del RE. El pronóstico es aún más pesimista según el Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas (IICE), de la Universidad de Costa Rica (UCR), que recientemente bajó a 2,7% su proyección para el definitivo.
Sectores afectados
“El hecho de que el ritmo de crecimiento del régimen definitivo haya sido tan lento durante la última década implica que también su capacidad de generar empleos y de pagar buenos salarios se ha debilitado, lo cual tiene un impacto sobre los ingresos de la mayoría de los hogares costarricenses. Consecuentemente, el problema de crecimiento en el régimen definitivo se traduce en un problema de desarrollo para el país”, advierte el economista Rodrigo Cubero, expresidente del Banco Central.
La desaceleración que sufrió el régimen definitivo en el tercer trimestre de 2024 provocó que la economía nacional moderara su ritmo de crecimiento en ese periodo, según el Análisis trimestral de la economía, realizado por el IICE.
Dicho análisis muestra que la agricultura y la construcción son los sectores del régimen definitivo que han presentado una disminución en su aporte al PIB y en sus tasas de crecimiento.
“La volatilidad en los precios internacionales, los fenómenos climáticos, la pérdida de competitividad y de reconversión tecnológica han afectado al sector agrícola. Mientras que el sector construcción se vio afectado, principalmente, por restricciones del gasto público y altos precios internacionales de materias primas”, explicó Milagro Saborío, directora del IICE.
A febrero de 2025, la producción de las actividades agropecuarias disminuyó por cuarto mes consecutivo con respecto al año anterior, según el último IMAE publicado por el BCCR. Este también refleja la desaceleración del turismo, que acumuló seis meses consecutivos de contracción, lo cual se atribuyó a diversas causas, desde el comportamiento del tipo de cambio hasta la ola de inseguridad que vive el país.
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Esa tendencia cambió en abril y hubo un crecimiento en la llegada de turistas, por primera vez desde septiembre de 2024.
Saborío señaló que los ciclos de crecimiento de cada régimen responden a algunos factores que son comunes, como el mercado laboral nacional, pero también a otros que son específicos, como los mercados finales, las fuentes de insumos y la implementación de inversiones productivas.
La reducción en el pronóstico por parte del IICE refleja el comportamiento de los trimestres previos, donde se destaca una baja en el consumo de las familias y un crecimiento limitado de la inversión. El consumo de los hogares constituye aproximadamente el 70% de la demanda interna, que es parte del régimen definitivo.
Trabas estructurales
Además de los factores coyunturales que han afectado a la economía local, existen debilidades estructurales que limitan su crecimiento y competitividad.
“Entre los factores estructurales tenemos altos costos de producción y trabas para mejorar el retorno de la inversión, incluyendo las cargas patronales, el alto costo de la tarifa eléctrica para el sector industrial y la pésima calidad de la infraestructura de transporte, tanto vial como portuaria. Es necesario crear espacio fiscal para aumentar el gasto público en infraestructura crítica, además de impulsar alianzas público-privadas para facilitar ese desarrollo”, destacó Cubero.
El economista añadió que las cargas regulatorias, el exceso de trámites y el alto margen de intermediación financiera afectan especialmente a las pequeñas empresas, por lo que urge reducir las distorsiones que dificultan el acceso al crédito y a los mercados. También señaló que existen grandes brechas territoriales en el acceso a los servicios públicos, a la conectividad, a las oportunidades de capacitación e, incluso, al apoyo logístico que requieren las empresas para crecer.
Con él coincidió el economista Ricardo Monge, quien señaló que las actividades productivas se llevan a cabo de manera muy desigual entre la Gran Área Metropolitana (GAM) y las regiones fuera de ella.
En su criterio, se requieren políticas específicas para transformar la estructura productiva y potenciar el régimen definitivo, así como consolidar un ecosistema emprendedor eficiente que apoye las iniciativas de investigación, innovación y desarrollo empresarial con asistencia técnica y financiamiento.
“En Costa Rica hay un potencial enorme para generar encadenamientos productivos, articulando las diferentes actividades del régimen especial y el régimen definitivo para dinamizar esa economía local e impulsar la generación de empleo en las regiones, procurando un crecimiento más equitativo. Necesitamos retomar la política nacional de clústeres, que ha quedado en el olvido”, dijo Monge, presidente de la Academia de Centroamérica.
Para la economista Gloriana Ivankovich, directora ejecutiva de la misma entidad, es urgente mejorar la inversión en educación en todos los niveles, incluyendo la formación técnica, de modo que el país pueda seguir contando con un capital humano calificado, que es determinante para la productividad.
Tal como lo indicó Saborío, el país ha pasado, en su historia reciente, por tres grandes modelos de desarrollo: sustitución de importaciones, promoción de exportaciones y atracción de inversión extranjera directa. En su criterio, ahora es el momento de pensar cuál es el siguiente modelo de desarrollo que requiere el país.
“Creo que un primer paso es analizar la inversión, la innovación y la generación de empleo del régimen definitivo en detalle, no como si fuera un bloque uniforme de empresas, sino viendo la diversidad de empresas que abarca. De esta forma, se pueden diseñar políticas focalizadas en necesidades específicas de crédito, formación de capital humano, desarrollo de capacidad empresarial y una larga lista adicional de políticas. Un segundo paso es enmarcar las políticas focalizadas en una idea más general de desarrollo del país”, concluyó la directora del IICE.