Es probablemente el objeto de satanización de muchos que no entienden lo que es o la pertinencia de su existencia a los propósitos del empleo, crecimiento y desarrollo de un país. Por eso creo que es importante decir algunas cosas de ella.
Empecemos por intentar definirla; ya de por si nos encontramos con una tarea compleja, porque no hay solo empleo informal sino también empresas informales, además de empresas formales que contratan informalmente y empleados “formales” trabajando en unidades económicas informales. Algunos ejemplos genéricos ilustrarán el punto. El empleado informal es el que no cuenta con un contrato laboral, un salario estable o bien beneficios sociales.
Una empresa informal es una que no se encuentra registrada ante la autoridad (hacienda, municipalidad, seguridad social). Una empresa formal que contrata a alguien por años como un “servicio profesional”, con horario y asignaciones continuas está contratando informalmente. Un empleado de una empresa informal, pero en el que el patrono le paga a un doctor para que lo atienda y a sus familiares tiene un seguro “formal”, aunque la empresa no lo sea. Como ven, estos son algunos ejemplos que ilustran lo variado del fenómeno.
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La economía informal representa en varios países de la región alrededor del 10-15% del PIB y entre el 20-40% del empleo. De ella, al menos el 80% (o más), son estructuras de subsistencia, con muy baja productividad, y que se desarrollan en sectores tradicionales de bajo valor agregado (tales como el comercio minorista y servicios personales).
Supongamos que el gobierno decide combatir la informalidad con multas y cierres de empresas. ¿Creemos que eso los animará a formalizarse? Quizás a una parte del 20% que no es de subsistencia (y que sin duda debe ser permanentemente monitoreado). Pero, en ese momento, una gran parte de ese 20-40% de empleo informal mal pagado y sin beneficios se convierte automáticamente en desempleo. ¿Cuál será el impacto para la economía de un aumento de esa magnitud en el desempleo? Lo que no quieren aceptar los gobiernos es que el empleo informal se convierte en el seguro de desempleo de la economía. Por ello, combatirlo puede ser más perjudicial que dejarlo vivir.
De otro lado, ¿la economía informal compite deslealmente con los negocios establecidos? Quizás en una pequeña proporción. ¿O acaso el comerciante ambulante compite con Walmart? La mayor parte de la economía informal es de subsistencia, por lo que su combate implica aumentar el desempleo. En términos llanos, es mejor el subempleo (con ingreso) que el desempleo (sin ingreso). Sin duda existen componentes de la economía informal como el contrabando que si tienen impacto en la competencia, pero claramente no son la mayoría. Eso sería como decir que todos los empresarios son defraudadores de impuestos solo porque uno apareció en los medios de comunicación. O que todos podemos desarrollar una idea millonaria como Facebook.
Todo lo anterior no supone “idealizar” a la economía informal, o no hacer nada para reducirla. Este es probablemente el argumento más fuerte de su existencia (y que he desarrollado en otras publicaciones): la informalidad es parte del proceso de desarrollo de las empresas, y por tanto, lo que debemos hacer es que su paso por la informalidad sea lo más rápido posible. Cualquier empresario pyme que esté leyendo este comentario reconocerá que lo primero que hizo cuando abrió su negocio no fue ir a formalizarse. Empezó por ver si tenía mercado, luego a hacerlo crecer hasta desarrollarlo, y en ese punto, algún (o varios) cliente(s) –por su volumen de venta– le pidió que le(s) facturara. En ese momento, en su análisis costo-beneficio, la formalización aparece como una opción para no perder una clientela establecida (o creciente).
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La evidencia empírica para América Latina en la primera década del siglo XXI muestra un hecho incontrastable: las economías de la región crecieron sostenidamente, y ello generó también un decrecimiento de la actividad informal. Cuando la economía crece, la derrama generada acelera la actividad productiva, con ello el empleo y la formalización.
Por ello es importante no satanizarlas, sino más bien impulsar la economía y al mismo tiempo, darles herramientas para hacer que su paso por la informalidad sea lo más rápido posible. Cuando empecemos a ver crecimiento sostenido y estable, así como apoyo real a la microempresa, empezaremos a ver crecimiento del empleo formal y reducción de la actividad económica informal.