¿Un Waze presidencial? Eso mismo. Una aplicación que oriente a los mandatarios de nuestro país a la hora de conducir en medio del complicado tráfico político.
No se trata de quitarle el trabajo a los asesores visibles ni a los "invisibles", sino de darle una mano de GPS (Guía, Prudencia y Sensatez) a quienes en campaña electoral prometen avanzar a ritmo de autopista pero una vez instalados en Zapote descubren que la caja de cambios difícilmente pasa de primera a segunda.
Un Waze presidencial le permitiría a los gobernantes no dar tantos rodeos, abrir los ojos a nuevas rutas, evitar atascos, evadir choques, ahorrar tiempo y dinero y disimular novatadas al volante; todos estos beneficios debido a que en sus desplazamientos diarios contarían con una amplia visión de campo y con información amplia y actualizada.
Imagínese a la voz de esta app marcando la ruta...
"Camino equivocado. Por favor, no insista. Deje la arrogancia a un lado, frene y retroceda".
"Por aquí va directo al despeñadero. No sea orgulloso, es mucho lo que está en juego, admita su error y tome la senda correcta".
"Muévase, circule, no obstruya las vías del desarrollo".
"No corra con este proyecto. No lo ponga en peligro por impaciente".
"¡Esto sí es urgente! Acelere".
"Presa a la vista en Cuesta de Moras. En la próxima esquina desvíese a la derecha; no se exponga al show de pitoretas demagogas".
"Calle con huecos de populismo; aléje de ella si quiere conservar la máquina de la negociación en buen estado y no perder los compensadores de la credibilidad".
A lo mejor nos llevamos una sorpresa con una versión mejorada del Waze presidencial...
"El copiloto lo está embarcando. Ya es hora de prescindir de él".
"Hable menos y conduzca más".
"Aprenda a leer las señales".
"Ya que habla tanto de transparencia, sea consecuente y elimine el polarizado de los parabrisas y las ventanas laterales".
Quién quita y también nos caiga bien un Uber gubernamental.