La industria automotriz global se encuentra inmersa en una carrera contrarreloj por dominar el futuro del transporte: la electrificación total. En esta competencia, el principal campo de batalla no es la velocidad ni el diseño de los vehículos, sino la tecnología que los alimenta: sus baterías.
El éxito de los vehículos eléctricos (VE) depende de superar tres obstáculos fundamentales que aún generan dudas en los consumidores: la autonomía limitada, los prolongados tiempos de recarga en comparación con una estación de gasolina y la degradación de la capacidad de la batería con el paso del tiempo.
Hasta ahora, la tecnología dominante ha sido la de las baterías de ion-litio, que utilizan un electrolito líquido para transferir la energía. Aunque han mejorado significativamente, sus limitaciones inherentes han impedido dar un salto disruptivo en el rendimiento de los vehículos eléctricos.
Por esta razón, los fabricantes e investigadores del mundo centran sus esfuerzos en desarrollar el “Santo Grial” de la electromovilidad: las baterías de estado sólido. Esta tecnología, que hasta ahora se ha enfrentado a enormes desafíos para su producción a escala, promete ser la solución a uno de los problemas de la electrificación.
Mientras la mayoría de los grandes fabricantes lanzan al mercado sus apuestas basadas en la tecnología de ion-litio, Toyota mantuvo una postura más cautelosa respecto a los vehículos 100% eléctricos.
Sin embargo, el gigante japonés acaba de anunciar una hoja de ruta que no solo confirma su entrada de lleno en la carrera por la electrificación, sino que busca hacerlo saltándose la generación con una promesa que podría cambiar las reglas del juego para toda la industria.
Toyota proyecta lanzar en el año 2027 su primer vehículo eléctrico equipado con una batería de estado sólido.
El anuncio de la marca es contundente: esta tecnología permitirá alcanzar una autonomía de 1.200 kilómetros con una sola carga y ofrecerá un tiempo de recarga ultrarrápida de 10 minutos o menos.
La diferencia de las baterías de estado sólido radica en su composición interna. En lugar de utilizar un electrolito líquido o de gel, emplea un material completamente sólido para permitir el flujo de iones entre el cátodo y el ánodo.
Esta arquitectura sólida permite una mayor densidad energética. En términos sencillos, significa que se puede almacenar mucha más energía en el mismo espacio físico, lo que se traduce directamente en un aumento de la autonomía del vehículo, explicando así la promesa de los 1.200 kilómetros.
Además, la estructura sólida del electrolito es mucho más estable y resistente a la formación de dendritas, unos cristales que crecen en las baterías de litio durante los ciclos de carga rápida y que son la principal causa de su degradación y de los riesgos de sobrecalentamiento.
Al eliminar este problema, las baterías de estado sólido pueden soportar potencias de carga mucho más altas sin deteriorarse ni comprometer su seguridad, lo que hace posible reducir los tiempos de recarga a solo 10 minutos.
Al no contener líquidos inflamables, estas baterías son más seguras y tienen una vida útil significativamente más larga, resolviendo la preocupación por la degradación y el costoso reemplazo de la batería a lo largo de la vida del vehículo.

El mayor obstáculo que ha impedido la masificación de las baterías de estado sólido no es por su concepto, sino la dificultad y el alto costo de producirlas a escala industrial de manera confiable.
Para resolver este desafío, Toyota ha estado trabajando desde 2021 en una alianza estratégica con una empresa clave en la cadena de suministro global Sumitomo Metal Mining.
Sumitomo Metal Mining es una compañía de minería, refinación y producción de materiales de alto rendimiento para baterías, especialmente los materiales de cátodo, que son uno de los componentes más complejos y costosos.
La colaboración entre ambas empresas se enfoca en desarrollar y escalar la producción industrial de los materiales de cátodo necesarios para que las baterías de estado sólido sean comercialmente viables, duraderas y eficientes.
