Las últimas dos semanas han sido un recordatorio brutal de cuán frágil puede ser la infraestructura digital que sostiene el mundo empresarial.
El 19 de octubre de 2025, Amazon Web Services (AWS) sufrió una caída catastrófica que duró 15 horas, dejando fuera de servicio a miles de aplicaciones como Snapchat, Coinbase, Fortnite y sistemas bancarios completos.
Apenas nueve días después, el 29 de octubre, Microsoft Azure experimentó una interrupción masiva que afectó a servicios desde Xbox hasta aerolíneas como Alaska Airlines y aeropuertos como Heathrow. En Costa Rica, los bancos Nacional y Popular informaron de afectaciones.
Estos eventos no son incidentes aislados: son señales de alerta que exponen la dependencia extrema del ecosistema empresarial global hacia dos gigantes tecnológicos. La pregunta ya no es si su negocio será afectado por una caída en la nube, sino cuándo sucederá y cuán preparado estará para sobrevivir.

La anatomía de dos desastres consecutivos
La crisis de AWS comenzó con un error aparentemente simple: un fallo en el sistema DNS (Domain Name System) del servicio DynamoDB en la región US-EAST-1, el centro de datos más grande y antiguo de Amazon en Virginia. Lo que parecía una falla técnica menor se convirtió en una “condición de carrera latente” —un error oculto en el código que solo emerge bajo circunstancias específicas— cuando dos sistemas automatizados intentaron actualizar simultáneamente la misma entrada de DNS.
El resultado fue devastador: 113 servicios de AWS colapsaron en cascada. Sin la capacidad de resolver direcciones IP, las aplicaciones simplemente no podían encontrar los servidores donde residían sus datos. Durante 15 horas, empresas que habían seguido fielmente las mejores prácticas de AWS —desplegando aplicaciones en múltiples zonas de disponibilidad dentro de la misma región— descubrieron que ninguna de esas precauciones importaba cuando la región completa falló.
Nueve días después, Microsoft repitió el guion con una variación inquietante. Un “cambio de configuración inadvertido” en Azure Front Door, el servicio que distribuye contenido globalmente, provocó la caída simultánea de Azure, Microsoft 365, Xbox y Minecraft. Como en el caso de AWS, el problema radicó en el DNS, demostrando que incluso los sistemas más sofisticados son vulnerables a errores humanos amplificados por la automatización.
El costo real de la dependencia
Los números son escalofriantes. Según estudios recientes, el costo promedio de una interrupción de TI para las empresas es de $9.000 por minuto; es decir, $540.000 por hora. Para las empresas del Global 2000, el costo anual de interrupciones alcanza los $400.000 millones colectivamente, con un promedio de $200 millones por empresa al año. Incluso para pequeñas y medianas empresas con 20 a 100 empleados, una hora de inactividad puede costar entre $8.000 y $25.000.
Pero el daño va mucho más allá de las pérdidas inmediatas de ingresos. Las empresas gastan en promedio $14 millones en campañas de restauración de confianza de marca después de una interrupción importante. El 93% de las empresas reportan que los costos de tiempo de inactividad superan los $300.000 por hora, mientras que para el 23% de las grandes corporaciones, los costos exceden $5 millones por hora.
En el caso específico de la interrupción de AWS de octubre, la aseguradora CyberCube estimó pérdidas aseguradas entre $38 millones y $581 millones, sin contar las pérdidas no aseguradas ni los costos intangibles como la pérdida de confianza del cliente y el daño reputacional.

Estrategias de supervivencia: qué puede hacer su negocio
La buena noticia es que existen acciones concretas que las empresas pueden tomar para reducir su vulnerabilidad. Ninguna estrategia elimina completamente el riesgo, pero las siguientes medidas pueden marcar la diferencia entre un inconveniente temporal y una crisis existencial.
1. Adoptar una estrategia multi-nube
La arquitectura multi-nube —distribuir cargas de trabajo entre múltiples proveedores de nube— es la defensa más efectiva contra interrupciones regionales o de proveedores únicos. Esta estrategia ofrece redundancia real: si AWS falla, sus aplicaciones críticas pueden cambiar automáticamente a Google Cloud Platform o Azure, y viceversa.
Un estudio de caso citado por expertos en continuidad de negocio mostró que una firma de servicios financieros redujo su tiempo de inactividad total en 78% en el primer año al implementar una estrategia multi-nube. Durante una interrupción de su proveedor principal que afectó su sistema de procesamiento de pagos, su arquitectura redirigió automáticamente el tráfico al proveedor secundario, manteniendo la continuidad del servicio.
Sin embargo, esta estrategia tiene compensaciones. Aumenta la complejidad operativa, requiere experiencia en múltiples plataformas y puede incrementar los costos iniciales. Las empresas deben establecer políticas de gobernanza robustas y utilizar herramientas de automatización para gestionar eficientemente entornos multi-nube.
2. Implementar redundancia geográfica agresiva
Incluso si permanece con un solo proveedor, distribuir sus aplicaciones y datos entre múltiples regiones geográficas es esencial. La lección de la caída de AWS US-EAST-1 es clara: no ponga todos sus recursos en una sola región, sin importar cuán “altamente disponible” se promocione.
Las herramientas nativas de la nube como AWS Multi-Region Replication o Azure Geo-Redundant Storage (GRS) permiten replicar datos en tiempo real o casi en tiempo real entre regiones distantes. Esto significa que si Virginia se cae, sus sistemas pueden continuar operando desde Frankfurt o São Paulo.
3. Diseñar planes de recuperación ante desastres específicos
Un plan de recuperación ante desastres (DR) robusto debe incluir múltiples elementos:
Prevención: Realizar copias de seguridad regulares en múltiples ubicaciones, implementar protocolos de seguridad sólidos y realizar evaluaciones de riesgo continuas.
Respuesta rápida: Establecer protocolos claros para identificación rápida y contención de amenazas, notificación a stakeholders y ejecución de estrategias de respuesta predefinidas.
Evaluación de daños: Procedimientos para evaluar la integridad de datos, el alcance de la información comprometida y sistemas afectados.
Recuperación: Procesos de restauración de sistemas y datos, seguidos de revisiones exhaustivas para fortalecer la resiliencia.
Los proveedores de nube ofrecen diferentes niveles de estrategias de DR, desde el modelo básico de “backup y restauración” (más económico pero más lento) hasta el modelo “hot site” o “Active/Active” multi-sitio que permite failover casi instantáneo pero con costos significativamente mayores.
4. Negociar SLAs significativos y reclamar compensaciones
Los Acuerdos de Nivel de Servicio (SLA) establecen las garantías de tiempo de actividad que los proveedores prometen. AWS, Azure y Google Cloud típicamente ofrecen garantías de 99,9% a 99,95% de tiempo de actividad mensual, lo que permite entre 22 y 43 minutos de inactividad al mes.
Sin embargo, es crucial entender que estas garantías vienen con limitaciones importantes. Las compensaciones por incumplimiento usualmente consisten en créditos de servicio —descuentos en futuras facturas— que no cubren las pérdidas operativas reales ni el daño reputacional. Además, muchos eventos quedan excluidos de los SLAs, como mantenimiento programado, factores fuera del control del proveedor o problemas causados por el cliente.
A pesar de estas limitaciones, las empresas deben familiarizarse con los procesos de reclamación de SLA y presentar reclamaciones formales cuando corresponda. Muchas organizaciones no reclaman compensaciones simplemente porque desconocen sus derechos contractuales.
5. Monitorear y probar continuamente
Las organizaciones deben realizar pruebas regulares de recuperación ante desastres —simulacros completos que verifiquen que los sistemas de respaldo funcionan según lo esperado. Estas pruebas revelan brechas en los planes de recuperación antes de que ocurra un desastre real.
Además, implementar sistemas de monitoreo automatizado que detecten anomalías en tiempo real permite responder más rápidamente cuando surgen problemas. Durante la interrupción de AWS, la plataforma incident.io reportó haber manejado 12.500 horas de respuesta a incidentes y 4.5 millones de solicitudes por hora, con un aumento de tráfico del 400% en páginas de estado.
6. Considerar alternativas a los gigantes
Aunque AWS y Azure dominan el mercado con aproximadamente 30% y 25% del mercado global respectivamente, existen alternativas viables. Google Cloud Platform destaca en análisis de datos e inteligencia artificial. Para empresas que buscan simplicidad y costos más predecibles, proveedores como DigitalOcean, Linode o Vultr ofrecen servicios más directos con soporte al cliente más personalizado.
Para casos de uso específicos, Oracle Cloud se especializa en bases de datos empresariales, IBM Cloud en soluciones híbridas, y Alibaba Cloud domina en Asia-Pacífico. La diversificación de proveedores no solo reduce riesgos técnicos sino también riesgos comerciales y geopolíticos.
La nueva realidad: resiliencia como principio de diseño
Los eventos de octubre de 2025 marcan un punto de inflexión en cómo las empresas deben pensar sobre la infraestructura en la nube. La era de confiar ciegamente en un solo proveedor, por grande que sea, ha terminado. Como señala un reciente análisis de Nasuni: “La verdadera resiliencia no es reactiva: es intencional. Está incorporada en la forma en que los datos se almacenan, protegen y acceden a través de regiones, geografías y proveedores”.
La resiliencia debe convertirse en un principio de diseño fundamental, no en una característica adicional. Esto requiere cambios culturales, inversión en capacitación de personal de TI y compromiso ejecutivo para priorizar la continuidad del negocio sobre la conveniencia operativa a corto plazo.
Para las empresas que dependen críticamente de servicios en la nube —y en 2025, eso significa prácticamente todas las empresas— la pregunta ya no es si pueden permitirse implementar estrategias de resiliencia avanzadas. La pregunta es si pueden permitirse no hacerlo. Con costos de inactividad que promedian $540.000 por hora y eventos de interrupción que ya no son anomalías sino realidades predecibles, la inversión en arquitecturas redundantes, planes de DR robustos y estrategias multi-nube se ha convertido en una necesidad comercial fundamental, no en un lujo tecnológico.
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Este artículo fue publicado por un editor de El Financiero asistido por un sistema de inteligencia artificial.
