Costa Rica es la nación latinoamericana que registró la mayor cantidad de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) generados por habitante, pues en 2019 contabilizó 13,2 kilogramos por habitante, superando a los otros 12 países de la región que fueron analizados.
Así lo indica el informe Monitoreo Regional de Residuos Electrónicos para América Latina, el cual abarcó los 13 países que participan en el proyecto Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi)-Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) sobre residuos electrónicos de América Latina y el Caribe: Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.
Además, el informe publicado a finales de enero de 2022 fue elaborado por el Programa de Ciclos Sostenibles (Scycle), copatrocinado por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) y el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional e Investigaciones (Unitar).
El documento expone que, en 2019, los residuos electrónicos generados por 206 millones de ciudadanos en los 13 países analizados alcanzaron 1,3 millones de toneladas, lo cual equivale “al peso de una línea de 670 kilómetros de camiones de 40 toneladas completamente cargados”.
El panorama en Costa Rica
Según el informe, en Costa Rica en el 2019, la cantidad de aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) comercializados o puestos en el mercado (POM) fue de 15,4 kg/hab (78,2 kilotones) y se generaron 13,2 kilogramos de residuos electrónicos por habitante (67 kilotones).
Si se comparan los datos del 2019 con los del 2009, en el año de la prepandemia, la cantidad de aparatos eléctricos y electrónicos puestos en el mercado aumentó 3,5 kg/hab (+25,2 kilotones) y los RAEE mostraron un crecimiento de 4,2 kg/hab.
“En general, los AEE POM de Costa Rica y los RAEE generados (durante la última década) son más elevados que el promedio regional”, menciona el informe Monitoreo Regional de Residuos Electrónicos para América Latina.
Costa Rica también es el país que presenta la tasa de recolección por habitante más alta de la región, pues es equivalente a 1 kg/hab.
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Además, en relación con la cantidad de residuos electrónicos generados en el territorio nacional, Costa Rica solo recoge el 8% de los mismos para su tratamiento ambientalmente racional.
Ante esto último, Eugenio Androvetto, director de la Dirección de Protección Radiológica y Salud Ambiental del Ministerio de Salud, expresó, en una noticia publicada por la cartera en octubre de 2021, que el país tiene “el gran reto de revertir esos números, pues hoy un 19% son depositados en conjunto con los residuos ordinarios y un 32% se encuentra invisible, tal vez disperso y abandonado en gavetas, cajas o bodegas de los domicilios de sus antiguos usuarios, el resto queda en manos del sector informal”.
Por su parte, de acuerdo con datos a mayo de 2021, el país tiene 60 operadores autorizados para la gestión de estos residuos, de los cuales 13 poseen permisos para la recolección, almacenamiento y transporte, y 47 cuentan con el aval para el desmantelamiento, separación, recuperación, exportación, importación, tratamiento, y eliminación.
Marco legal nacional
Los 13 países analizados cuentan con algunos marcos legales y reglamentarios para la gestión de residuos, empero solo Costa Rica, Ecuador y Perú han instaurado una legislación específica para los residuos electrónicos y sistemas de Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) centrados en la regulación de los mismos.
En 2010, en Costa Rica se aprobó un reglamento específico sobre la gestión de RAEE, por el que se aplica la Ley General para la Gestión Integral de Residuos (8.839), con el fin de regular “la gestión integral de residuos y el uso eficiente de recursos”, mediante la planificación, la ejecución de acciones regulatorias, y el seguimiento y la evaluación pertinente.
Incluso, según Olga Segura, coordinadora de Planificación Gestión Integral de Residuos del Ministerio de Salud, esa legislación incluyó la Responsabilidad Extendida del Productor; que establece un mecanismo para que las empresas que ponen en el mercado los aparatos eléctricos y electrónicos se hagan responsables por el residuo y garanticen la recuperación y gestión integral de estos.
Segura agregó que todavía se está actualizando el reglamento para fortalecer el marco regulatorio, mediante el establecimiento de metas obligatorias para la recuperación de los residuos generados.
La funcionaria de Salud explicó que entre las acciones pendientes en materia de gestión de RAEE están: el establecimiento de metas de recuperación obligatorias para las empresas que ponen en el mercado los aparatos, fortalecimiento del cumplimiento de la normativa vigente, y el desarrollo e implementación de estrategias y sistemas para mejorar la eficiencia y facilidades para los ciudadanos que generan estos residuos.
Hallazgos generales del informe
Los residuos electrónicos en los 13 países de América Latina aumentaron un 49% entre 2010 y 2019, de manera similar a la media mundial, pero solo el 3% se recogió y gestionó de forma segura. No obstante, mientras que los recicladores informales “seleccionan” algunos elementos valiosos de estos residuos, la mayor parte del 97% restante se gestiona de forma inadecuada.
Asimismo, el informe expone que, en 2019, los residuos electrónicos generados por 206 millones de ciudadanos en los 13 países alcanzaron 1,3 millones toneladas. La cifra comparable en 2010 fue de 900.000 toneladas, producidas por 185 millones de ciudadanos, aproximadamente.
Las sustancias peligrosas de los residuos electrónicos de la región incluyen al menos 2.200 kg de mercurio, 600 kg de cadmio, 4,4 millones de kg de plomo, 4 millones de kg de retardantes de llama bromados y 5,6 megatoneladas de gases de efecto invernadero (debidos a los refrigerantes); detalla el documento.
En comparación con la Unión Europea (UE), los 13 países analizados generan menos residuos electrónicos por habitante, pero también disponen de un marco legislativo y una infraestructura de gestión de residuos electrónicos menos desarrollada.