Maximizar las utilidades y por ende el retorno para los accionistas es necesario, pero no suficiente para definir si una empresa es exitosa. La teoría de que la contribución de las empresas es generar empleo y pagar impuestos solamente, está completamente obsoleta.
Las empresas pueden y deben crear valor económico, social y ambiental, todos al mismo tiempo y con la misma rigurosidad y excelencia.
En 2015 en la COP21 en París, el consenso de la comunidad científica indicó un máximo de 1,5°C para el calentamiento global que se materializó en el compromiso “Neto Cero 2050″, es decir, que la cantidad de emisiones de carbono sea reducida y compensada para el 2050.
Una coalición de más de 70 países, más de 1,200 empresas, más de 1,000 ciudades y más de 400 organizaciones financieras se han unido a esta meta de ser “Neto Cero 2050″. Esta es una meta loable, pero algunas organizaciones y personas entre las que me incluyo, consideramos que deberíamos ir más allá. Necesitamos empresas, países que se comprometan a ser “neto positivo”, es decir, que fijen más carbono que las emisiones que generan y que además, también puedan ser positivas en residuos, en agua, etc. y más importante aún, que sea positivas socialmente.
La excelencia de una empresa debe medirse de manera integral por la creación de valor en las tres dimensiones.
¿Cómo lograrlo? Primero midiendo las huellas (sociales y ambientales) y conociendo las expectativas de todos los públicos de interés, segundo definiendo compromisos públicos ambiciosos y medibles en las tres dimensiones para ser neto positivo y tercero, rindiendo cuentas periódicamente sobre el avance. Este es el único camino para una empresa que quiere ser exitosa. El mundo y la gente lo necesita, los clientes lo demandan y los colaboradores lo anhelan.