Por lo general, al viajar al extranjero, es común que el agente de migración pregunte el motivo del viaje: ¿Negocios o turismo? Sin embargo, después de la pandemia, la frontera entre estos dos conceptos se ha vuelto cada vez más difusa y han surgido tendencias que empiezan a tomar fuerza en el argot turístico: “urban leisure” y “bleisure”: ambas responden a la necesidad del viajero moderno de maximizar su estancia lo más posible.
El urban leisure se centra en la revalorización de las grandes ciudades como destinos principales de vacaciones, no solo como centros de tránsito o de negocios. Si bien el turismo de ciudad siempre fue fuerte en metrópolis europeas como Londres o París, la meta ahora es destacar la robusta oferta cultural y de entretenimiento que poseen las capitales latinoamericanas.
Por su parte, el bleisure representa la unión entre la vida profesional y el bienestar personal. Nace del deseo de los ejecutivos de aprovechar su viaje de trabajo para conectar con el destino más allá de la sala de juntas. Esta práctica se manifiesta realizando actividades turísticas en el tiempo libre o extendiendo el viaje de trabajo por unos días adicionales de ocio.
Actualmente, el modelo de trabajo flexible de muchas empresas, al permitir a sus empleados la flexibilidad para realizar sus tareas fuera de la oficina tradicional, ha fomentado este tipo de viajes en Latinoamérica. Ciudades como Bogotá o Lima se han convertido en buenas referencias de estas tendencias, mientras que Costa Rica realiza esfuerzos por darle un valor agregado al turismo en su capital.

De la oficia a las experiencias locales
Esta nueva mentalidad está obligando a la industria hotelera a repensar sus espacios. Los hoteles deben ir más allá de la simple funcionalidad corporativa; tienen que integrar en su diseño elementos de ocio y también ser aliados en la organización de actividades como tours por las ciudades.
De acuerdo con el estudio de Marriott International, llamado “El viajero latinoamericano: prioridades, pasiones, y el futuro de las vacaciones”, el panorama turístico en la región está pasando por una transformación dinámica. Al tratarse de una región caracterizada por una clase media en crecimiento, una adopción digital cada vez mayor y una profunda pasión por la exploración, comprender los cambios en las preferencias de los viajeros de la región resulta más importante que nunca.
Algunas marcas de su portafolio están explotando esas nuevas tendencias para atraer a los viajeros. El Courtyard en Lima, por ejemplo, ejemplifica la facilidad logística del concepto Bleisure. Su ubicación estratégica permite al viajero corporativo cerrar una negociación en el distrito financiero y, en cuestión de minutos, estar inmerso en la vibrante vida gastronómica —ampliamente reconocida— y cultural del distrito de Miraflores.
Al estar posicionado como una base de operaciones, el hotel facilita que la transición del ambiente corporativo a la exploración urbana sea fluida, minimizando el tiempo de traslado y maximizando el tiempo de ocio disponible.
De forma similar, el Fairfield en Bogotá ofrece a sus huéspedes la plataforma ideal para este segmento. Estos hoteles han evolucionado para ir más allá de la simple funcionalidad corporativa; integran en su diseño elementos de ocio y bienestar. Disponen de lobbies que facilitan el networking informal, y sus servicios de concierge están entrenados para asesorar al ejecutivo tanto en planes turísticos cercanos a la propiedad, como una visita al Museo del Oro, al cerro Monserrate o a la Plaza Bolívar, como en la logística de extender su viaje, en caso de que quiera ampliar su visita a ciudades como Medellín o Cartagena.
Según los estudios de la firma hotelera, estas dinámicas turísticas son atractivas para las corporaciones: al permitir y facilitar al profesional regresar a casa más descansado y con una perspectiva culturalmente enriquecida, se mejora significativamente la satisfacción del empleado, se reduce el agotamiento profesional (burnout) y se fortalece la retención de talento que viaja constantemente y empieza a recomendar las experiencias.

¿Qué ocurre en Costa Rica?
El impulso de estas tendencias en Suramérica contrasta con la realidad de San José. Tradicionalmente, Costa Rica ha vendido una marca de “turismo de naturaleza” y “aventura”, relegando a la capital y otras zonas urbanas. Históricamente, no fue sencillo atraer turistas internacionales para que permanecieran y exploraran la ciudad con el mismo entusiasmo que muestran por los volcanes o las playas.
Para nadie es un secreto que los temas de ordenamiento territorial, seguridad y contaminación se han convertido en barreras para que el turismo de locales y extranjeros en la ciudad se multiplique.
Sin embargo, un fenómeno visible en los últimos años indica un cambio: el auge de los walking tours. Agencias y colectivos como La Compañía, Chepecletas, San José a pie, City Striders y Chepetown han florecido, organizando caminatas temáticas sobre café, arquitectura o historia para que locales y extranjeros vean la ciudad con otros ojos.
Este auge de los city tours, apoyado por iniciativas públicas y privadas, demuestra que existe una demanda reprimida por experiencias culturales en el ámbito metropolitano. Los tours a pie son el primer paso para que San José pueda integrarse de manera más sólida a la ola del Urban Leisure regional.
A pesar del optimismo, los guías y promotores culturales señalan lo que aún falta para consolidar a San José como un destino bleisure. Principalmente se deben atender problemáticas como la indigencia, seguridad —mayormente en las noches— y ordenamiento vial para brindar una experiencia positiva.
También se debe mejorar en la recuperación y señalización de edificios relevantes en la capital, con el objetivo de fortalecer el patrimonio arquitectónico.
Existe un consenso sobre la necesidad de que más gente viva en el centro de San José para que la actividad urbana se mantenga viva y segura durante la noche. Esto, junto con la meta de conectar más los espacios verdes de la ciudad, es fundamental para que San José se convierta realmente en la puerta de la Costa Rica “verde” que se promociona al exterior.
Los city tours ofrecen una oferta temática creativa, destacando edificios históricos, la naturaleza urbana y temáticas relevantes de las principales capitales de América Latina; mientras que algunas ya han dado pasos importantes para fortalecer su propuesta, San José da sus primeros pasos para ser el complemento ideal de un destino reconocido por su bellezas naturales.
