La salida parcial de Intel, Qorvo y Pfizer de Costa Rica ha generado un intenso debate sobre la solidez del modelo de atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) y la competitividad estructural del país ante el mercado internacional. Mientras que el cierre o traslado de operaciones por parte de estos gigantes industriales revelan desafíos urgentes para la economía costarricense, también evidencia transformaciones profundas en el entorno global.
Durante varios años, Costa Rica ha construido una reputación mundial como líder en la atracción de IED, gracias a su estabilidad institucional, talento humano de primer nivel y su enfoque en sectores de alta tecnología y ciencias de la vida. Empresas multinacionales han convertido el país en su base regional, generando encadenamientos productivos, empleos de calidad y oportunidades de innovación que han dinamizado la economía local.
En 2024, los flujos de IED alcanzaron una cifra histórica de $4.321,6 millones. El país se posicionó en el tercer lugar mundial y primero en Latinoamérica, según el Greenfield FDI Performance Index 2025, atrayendo 7,9 veces más proyectos de inversión de lo que sugiere el tamaño de su PIB. Más de 400 empresas multinacionales operan bajo el régimen de zonas francas, generando más de 200.000 empleos directos e indirectos.
Sin embargo, desde mediados de 2024 y durante 2025, los anuncios de reestructuración y traslado de operaciones de Intel, Qorvo y Pfizer han encendido una señal de alarma que no puede ser ignorada. Si bien las motivaciones detrás de estas decisiones responden, en gran medida, a estrategias corporativas globales, cada vez más países como México, República Dominicana o Colombia igualan, o incluso superan, algunas de las condiciones operativas que por años distinguieron a Costa Rica.
El caso de Intel ilustra la dinámica de transformación en el sector de manufactura avanzada. La empresa decidió reducir gradualmente y finalmente cerrar su planta de Ensamblaje y Prueba (ATM) en Belén, trasladando estas operaciones a Malasia y Vietnam. La justificación principal fue la búsqueda de mejores estructuras de costos y la necesidad de economías de escala para la producción masiva de semiconductores, algo que encontraron más favorable en los mercados asiáticos. Así, Costa Rica perdió la producción básica ante gigantes de Asia, pero logró mantener los segmentos de mayor valor intelectual, como el diseño, la ingeniería avanzada y los servicios compartidos.
Qorvo, por su parte, reafirmó la tendencia: la empresa estadounidense cerró sus operaciones en la Zona Franca Metropolitana en julio de 2025 (tras casi 30 años de operación), reubicando manufactura y procesos centrales en Asia para reducir costos y acercarse a socios estratégicos, según el director financiero Grant Brown. Tanto Intel como Qorvo mantienen vínculos con Costa Rica en actividades de mayor especialización, lo que permite al país conservar su posicionamiento en segmentos de alto valor agregado, aunque con una pérdida significativa en empleos directos en manufactura.
Pfizer representa otro caso relevante. La multinacional farmacéutica anunció que trasladará parte de sus operaciones corporativas de Costa Rica a Colombia, concretando la creación de dos nuevos clústeres regionales a partir de diciembre de 2025: NOLA (Norte de América Latina), cuya sede será Colombia, y SOLA (Sur de América Latina), con base en Argentina. Este movimiento atiende a motivos de eficiencia operativa y costos, además de una revisión estratégica para gestionar el potencial de cada mercado. Colombia ofrece ventajas en términos de costos laborales, tamaño de mercado y cercanía a ecosistemas farmacéuticos emergentes, convirtiéndose en el nuevo epicentro corporativo de Pfizer para el norte de América Latina. No obstante, Pfizer mantendrá en Costa Rica su Centro de Servicios Empresariales Globales (GBS), preservando una parte de los empleos y reafirmando su compromiso con el país.

Factores detrás de las reestructuraciones y ¿datos de alerta?
Las decisiones empresariales de relocalización trascienden fenómenos locales y obedecen a modelos de especialización productiva y optimización global. Las firmas analizan ecosistemas completos: estructura de costos, acceso a talento, avance digital, infraestructura y posicionamiento competitivo internacional. En este escenario, Costa Rica enfrenta presiones crecientes por parte de países que compiten fuertemente por esas inversiones.
Scarleth Tercero, gerente país de Manpower Group, comentó que “no se trata necesariamente de un fenómeno local, sino de un movimiento que observamos en diferentes mercados, donde compañías ajustan sus estructuras para fortalecer cadenas de valor, innovación y competitividad internacional. Costa Rica continúa siendo un centro relevante para tecnología, ciencias de la vida y servicios corporativos, con oportunidades para seguir captando operaciones especializadas y generar empleo de valor agregado”.
A la vez, el análisis local revela factores de fricción que inclinan la balanza. La Asociación de Empresas de Zonas Francas (Azofras) ha advertido sobre el impacto de la apreciación del colón, que reduce drásticamente los márgenes de las multinacionales. A ello se suma el alto costo eléctrico y logístico, con tarifas significativamente superiores a las de competidores regionales y tradicionales ineficiencias en puertos y carreteras.
Otro indicador que confirma la preocupación es la caída en los flujos de IED. Al cierre del primer semestre del 2025, el país registró un ingreso de $2.066 millones, lo que equivale a un descenso del 7% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Específicamente, la inversión dentro del régimen de zona franca alcanzó los $1.099 millones, la cifra más baja para ese régimen en un periodo similar en los últimos tres años.
Laura López, gerente general de Procomer, atribuyó este descenso, en parte, a los préstamos que hacen las filiales a su casa matriz y a la incertidumbre arancelaria que afecta los proyectos nuevos, según declaraciones dadas a EF. Si bien la reinversión presenta un crecimiento del 13,9%, las inversiones nuevas (greenfield) experimentaron una caída del 25,6%, la variación semestral negativa más baja fuera del periodo pandémico, lo que sugiere una desaceleración en la atracción de nuevos proyectos. López advirtió que es probable que el crecimiento de la IED sea mucho más moderado este año.
En otras palabras, la lección más contundente de la salida de estas empresas es que la estabilidad política y el talento base ya no son ventajas competitivas suficientes por sí solas. La competitividad es dinámica, y la propuesta de valor de Costa Rica se ha estancado frente a competidores regionales que han mejorado drásticamente su eficiencia operativa y su escala de costos.
Costa Rica mantiene una posición relevante en la atracción de inversión extranjera, pero enfrenta retos que requieren atención inmediata. Aunque sigue destacando en sectores como tecnología, ciencias de la vida y servicios, hay señales que sugieren un agotamiento en el modelo tradicional de atracción de IED, lo que obliga a las autoridades y al sector privado a redoblar esfuerzos en diversificación y modernización.
Además, según el criterio de Fernando Cruz, presidente de Cinde, Costa Rica puede encontrar profundidad y diferenciación, si a nivel de política pública y conexión con los sectores productivos, se promuevan incentivos de nueva generación y habilitadores de un ecosistema dinámico de generación de conocimiento.
“Costa Rica está ante un punto de inflexión. Ya no se compite únicamente con estabilidad y talento; eso hoy es el piso, no el techo. La propuesta de valor del país debe evolucionar para promover al país como generador de conocimiento e innovación, aprovechando las tendencias globales y tecnológicas, con lo cual se permita promover las capacidades de diseño, investigación y desarrollo de nuevos productos y servicios globales, maximizando el valor agregado del país”, señaló el jerarca.
En la actualidad, la infraestructura deficiente, especialmente en el ámbito del transporte y la logística, sigue siendo un obstáculo que encarece las operaciones y reduce el atractivo del país para nuevas inversiones. Los proyectos de modernización sufren de retrasos y sobrecostos, lo que exige una planificación más rigurosa y liderazgo multisectorial orientado a mejorar el entorno empresarial.
Para contrarrestar estas tendencias y anticipar futuras alertas, distintos expertos y estudios han señalado que es fundamental fortalecer la gestión pública y privada mediante diagnósticos periódicos de competitividad y la implementación de agendas multisectoriales. La creación de oportunidades sostenibles de empleo y el impulso a la diversificación económica dependen de mejorar estructuras críticas como la infraestructura, reducir la informalidad y promover la educación en tecnología. Estos enfoques serán decisivos para mantener el liderazgo de Costa Rica como destino atractivo para la inversión foránea.

