Detectó un problema, investigó y trabajó hasta desarrollar una solución. Así como muchas grandes ideas han nacido de una necesidad, José Rafael González logró este año abrir la primera fábrica de empaques biodegradables –en La Lima de Cartago– con el fin de suplir a la industria de alimentos y a otros sectores que requerían alternativas para reducir el uso de plástico.
Este cartaginés de 37 años se graduó como ingeniero de alimentos en la Universidad de Costa Rica (UCR) y es el fundador de la empresa DosMil50, ganadora del reconocimiento a ‘Innovación del Año’ en los Premios EF 2025.
Hasta hace poco, la mayoría de productos biodegradables disponibles en el mercado nacional eran importados. La apertura de la planta permitió iniciar una producción 100% costarricense, desde el diseño hasta la conversión de materias primas renovables en artículos finales, con la capacidad de degradarse en menos de 180 días en compostaje y con una huella de carbono hasta un 70% menor a la del plástico.
González dio sus primeros pasos en Fresquita, la empresa de sus padres, dedicada al procesamiento de vegetales. Después de concluir su carrera, él asumió el departamento de investigación y desarrollo, donde notó que necesitaban sustituir el uso de plástico en sus empaques, con dos objetivos: reducir su impacto ambiental y lograr una ventaja competitiva con materiales que permitieran mantener la frescura de los alimentos por más tiempo.
Con esa motivación empezó a importar bioplásticos y a probarlos en los vegetales, para analizar cómo aumentaban su vida útil. En ese proceso identificó también la carencia de empresas que ofrecieran empaques sostenibles para la industria de alimentos, tanto en el país como en toda Centroamérica.
Esto lo llevó a fundar DosMil50, en 2019, que nació como empresa importadora y ahora es fabricante.
“El nombre de la empresa refleja nuestro compromiso con la sostenibilidad, ya que el 2050 es un punto de referencia para metas muy importantes relacionadas con la reducción del plástico en el océano, la disminución del calentamiento global y el logro de la carbono neutralidad. Representa nuestra visión de cómo debería funcionar una empresa ideal para apoyar esas metas, produciendo a partir de residuos agroindustriales y con un ciclo de recuperación para volver a generar materiales biodegradables”, describe.
Actualmente la compañía produce empaques para Auto Mercado, KFC, Spoon, Mayca, Universal, Musmanni y Musi, entre otros.
Por ejemplo, recientemente empezó a fabricar una bolsa compostable para estas panaderías, que permitió aumentar la vida útil del pan fresco de 12 horas a 3 días.
Crecimiento e innovación
Inicialmente DosMil50 manufacturaba sus productos en Asia o Europa y los importaba para satisfacer la demanda del mercado costarricense.
La nueva planta permite confeccionar localmente, lo cual reduce los costos y los tiempos de entrega, así como el impacto ambiental que representaban los envíos transpacíficos.
Como gerente general de la compañía, González logró la meta de abrir esta planta el pasado mes de abril con una inversión superior a $1 millón, gracias al apoyo del Laboratorio de Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID Lab) y de capital privado costarricense.
El centro de producción posee un área de 1.000 metros cuadrados, donde el bioplástico sintetizado a partir de materias primas como la papa, el maíz, la caña de azúcar y la pulpa de papel se transforma en bolsas, envoltorios flexibles y otros productos biodegradables.
Sin duda este año marcó un hito para la empresa, que comenzó con 13 colaboradores y hoy brinda empleo a 21 personas, con la expectativa de seguir creciendo.
“El hito más importante en nuestra historia ha sido lograr la producción de estos materiales de manera local y comprobar que el cambio ha tenido un impacto significativo en nuestros clientes y en el mercado, facilitando la transición hacia tecnologías sostenibles en el país”, afirmó González.
Actualmente fabrican nueve familias de productos y alrededor de 50 empaques diferentes. Estas familias se catalogan en función del bioplástico base; por ejemplo: celulosa, utilizada en panadería y productos secos; ácido poliláctico (PLA), para vegetales frescos; laminado, para chips y café, y resinas a base de almidón para bolsas de supermercados.
Con orgullo, González comenta que productos como las vainicas, la albahaca y la lechuga se mantienen frescos por más tiempo gracias a sus empaques.
Mirada al futuro
Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el mundo genera 430 millones de toneladas métricas de plástico al año, cantidad que se triplicaría al 2060 si continúa la tendencia actual. Ese plástico proviene de combustibles fósiles.
Mientras tanto, los bioplásticos se producen a partir de fuentes renovables. Por ello, DosMil50 también ha realizado una labor didáctica como parte de su modelo de negocio y de su compromiso ambiental, para promover el uso de estos materiales.
“En el país había información muy limitada sobre los bioplásticos, qué son, cómo utilizarlos y qué significa que sean compostables o biodegradables. Por eso, asumimos la labor de educar a las empresas y a los consumidores sobre la importancia de elegir materiales que contribuyan a reducir nuestra huella de carbono. Ha sido muy bonito ver esa aceptación”, dijo.
Según el empresario, el próximo año estará enfocado en escalar, esperando aumentar su capacidad productiva en un 30% o 40% para atender una demanda creciente en el mercado local. No obstante, su visión va más allá de las fronteras, pues recientemente recibieron su primera orden de compra desde Puerto Rico.
“Por ahora, nuestro foco está en el mercado local para fortalecernos, ganar más experiencia, capitalizar toda la investigación que hemos realizado y ampliar nuestra capacidad antes de pensar en exportar. Veo un potencial gigante en DosMil50 y me encantaría abrir una planta en zona franca dentro de unos años”, proyectó.
Su expectativa a largo plazo es ofrecer cada vez más soluciones de economía circular, un modelo de producción que busca reducir al mínimo los residuos, reutilizando y reciclando los materiales tantas veces como sea posible. Esto no solo tiene un impacto ambiental positivo, sino también un valor económico.
Por ejemplo, la empresa ya inició un programa para la recuperación de bioplásticos con Auto Mercado.
“Los bioplásticos son más caros que el plástico. Si logramos recuperarlos, ese reciclaje nos da un mayor valor porque ahorramos una materia prima costosa. Estamos altamente motivados porque vemos una gran oportunidad en el reciclaje de bioplásticos para sintetizar nuevos materiales, que son muy valiosos”, afirmó.
De esta manera, González aspira a seguir innovando para contribuir a la reducción del plástico en Costa Rica.
