El Auditorio Nacional del Museo de los Niños albergó el último concierto abierto al público en Costa Rica antes del inicio de la pandemia. Este evento, protagonizado por el cantante español Beret y tuvo lugar el 4 de marzo de 2020.
Dos días después de ese show se confirmó el primer caso de Covid-19 en el país y a partir de ahí empezaron los cierres, las restricciones y se puso freno a los espectáculos en espacios abiertos para evitar contagios. Haciendo fila se quedaron las presentaciones de artistas como Alejandro Sanz, así como las bandas Kiss y Guns and Roses.
Apenas a finales de febrero el país experimentó la edición 2020 del festival Picnic que contó con más de 15 artistas internacionales, principalmente del género urbano. Ese escenario de aglomeraciones no se repetiría por mucho tiempo debido al avance de los contagios.
En marzo de 2022, poco más de dos años después de ese silencio forzado, finalmente el sector vio la luz con la reactivación de los conciertos. En ese momento, la primera actividad grande fueron los dos shows de la banda británica Coldplay, la cual se presentó en el Estadio Nacional, marcando el inicio de la reactivación de la industria.
Probablemente usted haya notado que en los últimos años la cantidad de recitales —para todos los gustos y con variedad de géneros— se han disparado. Incluso, hay meses donde dos o más artistas de talla internacional se presentan en Costa Rica, lo cual es una muestra de cómo el sector vive una época de reactivación.
Una de las muestras más recientes del apetito de los costarricenses por los conciertos fue el anuncio de las presentaciones del cantante puertorriqueño Bad Bunny. El que para muchos es el cantante más popular del mundo en este momento, agotó sus dos presentaciones en el Estadio Nacional en cuestión de horas.
El aspecto económico es relevante en este auge de conciertos, pues no toda la audiencia tiene la capacidad monetaria de asistir a la totalidad de shows que se anuncian. A menudo, a pesar de que los eventos se anuncian con anticipación, la gente se apresura a comprar entradas para asegurar su lugar y, ante esta situación, algunas entidades financieras ofrecen opciones de compra a tasa cero, lo que resulta muy atractivo para quienes desean asistir a las presentaciones de sus artistas favoritos.
¿Hay sobreoferta de conciertos en Costa Rica?
Actualmente, el país se ha convertido en una parada frecuente para solistas y bandas extranjeras. Es común que nuestro país sea la única sede que muchos artistas eligen en el mercado centroamericano, lo cual provoca también que visitantes del istmo se trasladen hasta aquí para no perderse de los espectáculos.
Para entender de mejor manera qué está pasando con esta industria, El Financiero solicitó al Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) los datos de permisos para espectáculos públicos —específicamente en la categoría de conciertos— que se han otorgado en los últimos años y así medir si realmente hay un auge. Claro está que en esta industria en ocasiones los conciertos ya anunciados pueden sufrir cancelaciones o reprogramaciones por distintos motivos como agendas de los cantantes, permisos o demás inconvenientes.
Cabe aclarar que los datos del MEIC se refieren a los permisos otorgados anualmente, lo que no implica que la misma cantidad de espectáculos se hayan realizado en ese lapso. Por ejemplo, la preventa de entradas para shows programados en el primer semestre a menudo comienza el año anterior.
Número de permisos en crecimiento
Según el sitio web del Ministerio, los permisos de conciertos con un artista internacional se contabilizan desde 2016 y en ese año se realizaron 38 recitales, mientras que un año después se efectuaron 54 espectáculos de este tipo. Los números se vinieron al suelo en 2020 y 2021 por los efectos del Covid-19, pero a partir del 2022 se ha notado el crecimiento.
De hecho, en 2024 se superó la centena de conciertos, con una tasa de crecimiento superior al 200% en comparación con el 2016. Lo visto el año pasado fue un récord en la historia del país en cuanto a cantidad de conciertos, con un promedio de 2,2 presentaciones por semana.
En lo que va del 2025, entre los que ya se han efectuado y los que están anunciados para los meses venideros, ya van más de 80 conciertos y contando. Aunque no es sencillo ver cifras como las del año pasado, es una cantidad considerable de actividades que generan encadenamientos económicos importantes. Los datos no solo reflejan una recuperación, sino una nueva era para los conciertos en el país, impulsada por la demanda del público y una oferta de espectáculos más robusta y diversa que nunca.
En cuanto a las sedes, se da una tendencia llamativa, ya que los cantantes con más demanda de parte del público —recientemente los reggaetoneros Karol G, Feid o Bad Bunny, así como Paul McCarney o agrupaciones como Guns and Roses o Morat— suelen llenar el Estadio Nacional, que a la postre es la sede más grande de Costa Rica en cuanto a capacidad. Incluso varios artistas que han tenido varias visitas a suelo nacional hicieron su primera presentación en un recinto más pequeño y posteriormente colmaron el coloso de la Sabana.
Allí se han presentado desde icónicos artistas del rock, del género regional mexicano y más recientemente hasta del movimiento urbano que atrapa principalmente a un público más joven.
En Costa Rica, los conciertos suelen tener lugar en diversos recintos como el Parque Viva, en La Guácima de Alajuela; el Club Peppers, en Curridabat; el Palacio de los Deportes, en Heredia y Pedregal. El Teatro Nacional, por su parte, se distingue por acoger eventos generalmente de nicho especializado.
De acuerdo con Juan José Rojas, promotor de la compañía Blieve Entertainment, actualmente sí se vive una saturación de espectáculos y que por ello el mercado, según su criterio, no está dando abasto.
“Si bien es cierto Costa Rica ha demostrado ser un país consumidor de entretenimiento y una de las principales plazas de Latinoamérica; la sobreoferta de espectáculos es una muestra de la continuas apuestas de mercado que hacemos las empresas consolidadas hace ya varios años; y recientemente una tendencia de empresas nuevas o extrajeras que se aventuran a incursionar en el mercado costarricense”, consideró Rojas.

Ardua competencia
El resurgimiento en la escena musical no se limita a artistas consolidados. Un factor crucial en este auge ha sido la explosión de nuevos talentos, especialmente del género urbano, pop y reggaetón, que han logrado conectar de manera profunda con la generación más joven, ya que muchos se dieron a conocer mediante redes sociales y plataformas como Spotify.
Otro factor a considerar en esta ecuación es la logística y el mercadeo de los conciertos. Para que una actividad de este tipo sea exitosa, no solo se necesita un buen artista, sino también una promoción efectiva y una gestión impecable.
Con tantos eventos en el horizonte, la capacidad de los promotores para destacar sus propuestas y alcanzar a su público objetivo se ve desafiada. La fragmentación de la atención del consumidor puede resultar en una menor afluencia para aquellos conciertos que no logren diferenciarse o que carezcan de un presupuesto robusto para publicidad.
La competencia no solo se da entre conciertos musicales. También existen otros eventos de entretenimiento como festivales, obras de teatro, eventos deportivos y exposiciones que compiten por el tiempo y el dinero del público. En un mercado relativamente pequeño como el costarricense, la diversificación de la oferta es positiva, pero la concentración excesiva puede diluir la asistencia a cada evento individual.