Tradicionalmente, el mercado de vehículos usados en Costa Rica había sido la principal puerta de entrada para los costarricenses que buscaban adquirir un automóvil y no tenían todos los recursos o facilidades para que fuese nuevo. La oferta era abundante y los precios, comparativamente accesibles, se ajustaban a la realidad económica de la mayoría.
Sin embargo, en los últimos años la dinámica ha cambiado: la creciente disponibilidad de vehículos nuevos, especialmente de marcas chinas a bajo costo y eléctricos, ha reconfigurado las preferencias de compra y ha abierto un debate sobre el verdadero valor de un vehículo de segunda.
Fernando Rodríguez, economista de la Universidad Nacional y exviceministro de Hacienda, explica que hasta 2011 la gran mayoría de vehículos importados en el país eran usados. Solo una minoría correspondía a modelos nuevos. Pero a partir de ese año, factores como mejores condiciones de financiamiento, mayor estabilidad cambiaria y acceso a más opciones permitieron que los consumidores se atrevieran a estrenar.
Rodríguez explica que en los últimos años, aproximadamente dos tercios de los automóviles que ingresan al país ya son nuevos, y en ciertos momentos esa proporción ha sido incluso mayor. Parte de esta transformación se debe a que una fracción relevante de los vehículos nuevos importados son eléctricos o híbridos, lo que introduce variedad tecnológica, pero no altera la proporción total entre nuevos y usados.
Datos del Registro Nacional indican que en 2024 se inscribieron 172.144 vehículos y aproximadamente 77.000 unidades fueron autos nuevos.
La fuerte competencia y la “guerra de precios” que vemos hoy en el segmento de los cero kilómetros han permitido al comprador acceder al estatus y la ventaja psicológica de estrenar un vehículo, incluso si la marca es una recién llegada al país. Pero, por otro lado, hay quienes todavía prefieren adquirir uno usado de marcas con más bagaje en el mercado.
De acuerdo con Orlando Elizondo, asesor de negocios, durante años anteriores a la pandemia, el consumo se enfocaba en adquirir un vehículo que se ajustara a sus niveles de ingreso. Por eso, el aumento de la compra de vehículos usados, el acceso al crédito y el alto costo del vehículo nuevo limitaba que el primer carro en muchos de los casos fuera usado.
“Posterior a la pandemia se incrementó la compra de carros usados debido a que quienes perdieron sus trabajos por el efecto de la pandemia se reubicaron laboralmente en plataformas de transporte público y usaron sus ahorros o liquidaciones laborales para adquirir el vehículo”, aportó Elizondo.
Para los consumidores, un artículo nuevo posee una ventaja inherente, la cual es su condición de novedad, y esto a su vez confiere un sentido de estatus. En esos términos, no es comparable un vehículo nuevo con uno de segunda mano, no generan la misma sensación.
Ginneth Quesada, docente de la Universidad Fidélitas, describe que antes de la pandemia la compra de usados era una de las primeras opciones por motivos de precio y limitada disponibilidad de crédito. Durante la crisis sanitaria, aumentó la demanda debido al factor costo y a la escasez de autos nuevos a nivel global. Sin embargo, en la etapa postpandemia, la entrada masiva de nuevas marcas —incluidas opciones a precios bajos— impulsó a muchos consumidores a pasar de lo usado a lo nuevo.
En la actualidad, para competir, los concesionarios de autos usados deben no solo asegurar un origen transparente del producto, sino también ofrecer financiamientos más accesibles con respaldo de venta y garantías sobre las compras.
La Cámara de Importadores de Autos de Grecia y Afines (Ciaga) coincide en esta lectura. Según sus representantes, la demanda de vehículos usados se mantuvo “normal” en los últimos cinco años, con un alza puntual en la pandemia, pero regresó a niveles habituales conforme se normalizó el inventario de nuevos.
El comprador típico de vehículo usado en Costa Rica pertenece a segmentos de ingresos medios o medio-bajos y proviene tanto del Gran Área Metropolitana como de zonas costeras y rurales. Busca un carro para transporte familiar o trabajo, y valora no solo el precio de compra, sino los costos de mantenimiento y la disponibilidad de repuestos.
Jorge Guerra, director de Vehículos Retail de Grupo Purdy, detalla que este perfil ha evolucionado: hoy se examina con más cuidado la procedencia, el historial de mantenimiento y el estado general del vehículo. La experiencia pasada con modelos importados de Estados Unidos —algunos provenientes de subastas de autos declarados “pérdida total”— ha sembrado desconfianza, al tratarse muchas veces de unidades no diseñadas para el mercado local y sin respaldo de repuestos accesibles.
La irrupción de marcas chinas ha generado un cambio importante en la ecuación precio-calidad. Para muchos consumidores, el atractivo de estrenar un carro nuevo con tecnología moderna y garantía de fábrica, por el mismo monto que cuesta un usado japonés o coreano de tres a cinco años, es difícil de ignorar.
Sin embargo, tanto Quesada como la Ciaga advierten que “pagar menos significa recibir menos”. Si bien el concepto de calidad china ha cambiado y ahora está asociado a procesos de producción más eficientes que abaratan el costo, para muchos compradores de usados sigue pesando la seguridad de modelos probados y la robustez de marcas con trayectoria.
La “guerra de precios” y sus efectos colaterales
La competencia que generan los autos nuevos baratos y los planes de financiamiento de agencia ha obligado al mercado de usados a modernizarse. Ahora es más común que las agencias especializadas ofrezcan garantías extendidas, planes de mantenimiento y origen certificado del vehículo. La estrategia apunta a restaurar la confianza y justificar precios que, cada vez más, se acercan al de un modelo nuevo de entrada.
Esta presión también genera un efecto en el valor de reventa. La llegada de competidores directos desde China ha acelerado la depreciación de modelos usados, reduciendo más rápido su valor y afectando el patrimonio de los propietarios. El comprador ya no solo evalúa el precio inicial, sino cuánto perderá al vender años más tarde.
Las políticas de crédito han sido decisivas en este cambio de tendencia. Los planes ofrecidos por agencias para autos nuevos incluyen tasas subsidiadas y plazos extendidos, mientras que los bancos y cooperativas son cada vez más estrictos en la financiación de usados, reduciendo el porcentaje de financiamiento sobre el valor del vehículo. Esto dificulta la compra para segmentos que dependen de financiamiento alto y empuja la decisión hacia modelos nuevos, con cuotas más manejables.
Ante este panorama, el mercado de segunda mano apuesta por diferenciarse con respaldo, trato personalizado y calidad certificada. “Se compite precisamente con garantía, transparencia y demostrando con hechos que lo que se vende es el carro que el cliente soñó, no el carro-problema que quiere evitar”, sostiene la Ciaga.
El reto consiste en ofrecer un producto cuyo origen sea claro, libre de incidentes mayores, y que cuente con garantías y servicios postventa que den seguridad al comprador. Para Guerra, del Grupo Purdy, y para Quesada, de Fidélitas, esta es la única vía para sostener el interés en un mercado presionado por la facilidad de estrenar.

El futuro del mercado usado
Para Rodríguez, el envejecimiento de la flota vehicular por la compra de modelos de gran antigüedad es un problema que se debe atender. Los costos de mantenimiento y las averías mecánicas aumentan con la edad del vehículo, afectando económicamente a los usuarios y presionando la infraestructura de talleres y repuestos.
El mercado de usados enfrenta así una doble exigencia: ofrecer vehículos recientes y en buen estado para competir con la oferta nueva, y adaptarse a un consumidor más informado que valora garantía, transparencia y respaldo. Las agencias que entiendan esta evolución podrán sostener su relevancia, mientras que las que no lo hagan quedarán relegadas frente al atractivo de estrenar.

En conclusión, el panorama actual refleja una transición estructural en la industria automotriz costarricense. El carro usado sigue teniendo un espacio importante, pero las reglas del juego han cambiado. Estrenar es más accesible y, para muchos, más tentador.
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