George Soros, un inversionista y filántropo de 95 años de origen húngaro-estadounidense, es una de las figuras más influyentes y a la vez controvertidas del panorama mundial.
Sobreviviente del Holocausto, emigró al Reino Unido y posteriormente a Estados Unidos, donde amasó una fortuna legendaria a través de su fondo de cobertura, Quantum Fund. Es célebre por su audaz apuesta contra la libra esterlina en 1992, que le reportó ganancias por mil millones de dólares y le valió el apodo de “el hombre que quebró al Banco de Inglaterra”.
Sin embargo, Soros es igualmente conocido por su faceta filantrópica. A través de su red de fundaciones, la Open Society Foundations (OSF), ha donado más de 32.000 millones de dólares a lo largo de las décadas para promover la democracia, los derechos humanos, la educación y la justicia social en todo el mundo. Según el sitio web de la OSF, su misión es “construir democracias vibrantes y tolerantes cuyos gobiernos sean responsables ante sus ciudadanos”. Este compromiso lo ha llevado a apoyar causas progresistas como la reforma de la justicia penal, los derechos LGBTQ+ y la lucha contra el cambio climático, lo que le ha granjeado la animadversión de sectores conservadores.
En 2023, Soros cedió el control de su vasto imperio filantrópico a su hijo, Alexander Soros, quien ha manifestado su intención de continuar con la línea de trabajo de su padre, aunque con un mayor enfoque en temas como el derecho al voto y el aborto.
En un claro contraste con la narrativa de sus detractores, el expresidente demócrata Joe Biden le otorgó en enero la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor civil de la nación, por su apoyo a “organizaciones y proyectos en todo el mundo que fortalecen la democracia, los derechos humanos, la educación y la justicia social”.
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Trump y las teorías de la conspiración

El reciente ataque de Donald Trump no es un hecho aislado. “George Soros y su maravilloso hijo de izquierda radical deberían ser acusados bajo la ley RICO debido a su apoyo a las protestas violentas, y mucho más”, escribió Trump en su plataforma Truth Social, según informó la agencia AFP. La ley RICO, creada en los años 70 para combatir a la mafia, es la herramienta con la que Trump amenaza al filántropo.
Estas acusaciones se insertan directamente en el universo de las teorías de la conspiración que han rodeado a Soros durante años. Se le ha acusado, sin pruebas fehacientes, de orquestar crisis migratorias en Europa y en la frontera sur de Estados Unidos, de manipular elecciones y de estar detrás de las masivas protestas contra la brutalidad policial tras el asesinato de George Floyd en 2020.
La Liga Antidifamación (ADL), una organización que combate el antisemitismo, ha señalado que muchas de estas teorías conspirativas utilizan tropos antisemitas clásicos, presentando a Soros como un “maestro de las marionetas” judío que manipula los acontecimientos mundiales para su propio beneficio. Su herencia judía es a menudo un elemento central, aunque a veces implícito, en los ataques.
Equipos de verificación de datos, incluyendo los de la propia AFP, han desmentido repetidamente las narrativas falsas que circulan en internet. Un ejemplo notorio ocurrió durante las protestas en Los Ángeles contra las redadas antiinmigración, cuando circularon imágenes de montones de ladrillos supuestamente colocados para que los manifestantes los usaran como proyectiles. Las publicaciones, que se hicieron virales, afirmaban sin fundamento que organizaciones financiadas por Soros estaban detrás de esta supuesta incitación a la violencia. La investigación de los verificadores demostró que las imágenes estaban sacadas de contexto.
El patrón es recurrente: ante cualquier movimiento social o protesta que desafíe a la derecha política, emerge la figura de Soros como el supuesto financiador en la sombra, una explicación simple que deslegitima el descontento popular y lo atribuye a una manipulación externa.
Para figuras como Donald Trump, señalar a Soros es una estrategia para movilizar a su base, presentándose como un defensor del país frente a supuestas élites globalistas y “lunáticos” que, en sus palabras, buscan “destrozar a Estados Unidos”.
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Este artículo fue publicado por un editor de El Financiero asistido por un sistema de inteligencia artificial.