El informe Panorama Social de América Latina y el Caribe 2025, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), señaló cuál es el país más desigual de Centroamérica.
Panamá se ha consolidado como el país con la mayor desigualdad de ingresos en Centroamérica y el segundo más desigual de toda América Latina, superado únicamente por Colombia, según revela el informe.
Mientras la región experimentó una leve tendencia a la baja en la desigualdad de ingresos en el último año, Panamá se movió en la dirección contraria. El índice de Gini del país —el indicador estándar para medir la desigualdad, donde 0 es igualdad perfecta y 1 es desigualdad total— se situó en 0,506 en 2024. Esta cifra supera a la de sus pares centroamericanos con datos disponibles para el mismo año, como Costa Rica, que registró un índice de 0,470, y Honduras, con 0,461.
Concentración de la riqueza y deterioro reciente
El informe destaca un patrón de concentración extrema de recursos en la economía panameña. Según los datos de las encuestas de hogares, el decil más rico de la población (el 10% superior) concentra el 38,5% del total de los ingresos nacionales.
La situación distributiva en Panamá ha empeorado recientemente. Al comparar las cifras, el país experimentó un incremento en su índice de Gini igual o superior al 2% en 2024, rompiendo con la tendencia de mejora que mostraron países como Brasil, Costa Rica y Honduras. El índice pasó de 0,493 en 2023 a 0,506 en 2024, lo que denota un retroceso en la equidad distributiva en el corto plazo.
Entre los factores que explican la variación de la desigualdad en el período reciente (2021-2024), la CEPAL señala que en Panamá confluyeron tendencias contrapuestas: los deterioros distributivos derivados de la disminución de las transferencias estatales implementadas durante la emergencia sanitaria y factores demográficos se enfrentaron a mejoras provenientes del empleo y otras fuentes de ingresos.
Aumento de la pobreza en medio de la recuperación regional
El deterioro en la distribución del ingreso ha ido acompañado de un aumento en los índices de pobreza, situando a Panamá en una posición compleja frente al resto de la región, que en promedio logró reducir la pobreza en 2024.
Panamá fue el país que registró el mayor alza en la incidencia de la pobreza en el último año evaluado, con un incremento de 1,9 puntos porcentuales en la pobreza total y 0,8 puntos porcentuales en la pobreza extrema. En contraste, países vecinos como Costa Rica lograron reducir la pobreza en 3,3 puntos porcentuales durante el mismo período.
El análisis del impacto de las diferentes fuentes de ingreso revela que, en el caso panameño, las transferencias públicas no contributivas no lograron compensar el deterioro de otras fuentes, lo que contribuyó directamente al aumento de la pobreza en 0,8 puntos porcentuales.

Intensidad de la pobreza rural
Aunque Panamá presenta una incidencia de pobreza multidimensional (que considera carencias en salud, educación y vivienda, además del ingreso) considerada intermedia-baja en el contexto regional, el informe advierte sobre la gravedad de la situación en zonas rurales.
La intensidad de la pobreza en Panamá se aproxima a la observada en países con incidencias mucho más altas. Específicamente, la intensidad de la pobreza en las zonas rurales panameñas alcanza el 54,7%, convirtiéndose en la tercera más alta de todos los países considerados en el estudio, muy por encima de su intensidad urbana, que es del 38,2%.
Inclusión laboral: luces y sombras
En el ámbito del mercado laboral, Panamá muestra dinámicas mixtas. Por un lado, si se priorizara la formalización de sectores como el servicio doméstico, donde existe una alta informalidad, se podrían lograr impactos redistributivos importantes. En Panamá, el trabajo doméstico remunerado representa una vía significativa de inserción para las mujeres migrantes, alcanzando una participación del 12,8%, superior a la observada entre la población nativa.
Sin embargo, la brecha de género en el empleo sigue siendo un desafío estructural que alimenta la desigualdad. La participación de las mujeres en el mercado laboral sigue condicionada por la carga de cuidados, limitando su autonomía económica y contribuyendo a la persistencia de la desigualdad en los hogares.
