El próximo gobierno encabezado por José Antonio Kast en Chile representará un giro drástico hacia un modelo de libre mercado, fundamentado en una agresiva reducción del aparato estatal, recortes de impuestos y una fuerte apuesta por la inversión privada como principal motor de crecimiento.
Este plan, si bien es aplaudido por una parte del sector empresarial, genera profundas dudas y escepticismo entre economistas locales por su viabilidad y posibles consecuencias sociales.
El núcleo de la propuesta económica de Kast se centra en la austeridad fiscal y en la redefinición del rol del Estado para que “sea ”una ayuda" y no “una carga” para los emprendimientos.
Su medida más emblemática es un recorte del gasto público de 6.000 millones de dólares durante los primeros 18 meses de gobierno, argumentando que se logrará mediante mayor eficiencia y la eliminación de “robos y abusos” y programas mal evaluados.
En el ámbito tributario, el plan contempla una rebaja del impuesto a las empresas medianas y grandes del 27% al 23%, con incentivos adicionales para la contratación de trabajadores en riesgo de informalidad.
Asimismo, propone la eliminación gradual de las contribuciones (impuesto territorial) para la primera vivienda y mantener una tasa fija del 12,5% para las pymes. El objetivo es dinamizar la economía, atraer capitales y devolverle el “sueño de la casa propia” a la clase media.
El muro de escepticismo de los expertos
A pesar del optimismo que busca proyectar, el programa económico de Kast ha sido recibido con considerable cautela por parte de economistas de diversas sensibilidades.
La principal crítica apunta a la falta de detalle sobre cómo se implementará el masivo recorte fiscal sin afectar partidas sensibles como el gasto social o la inversión pública.
Claudio Agostini, académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, se ha mostrado escéptico sobre la factibilidad del plan. “Yo soy escéptico, no me parece factible”, afirmó en El Primer Café de Cooperativa, argumentando que para una reducción de esa magnitud “necesitas la aprobación del Congreso y que la Ley de Presupuesto te autorice un gasto menor al de hoy”, algo que gobiernos anteriores no han logrado.
En la misma línea, Jaime Ruiz Tagle, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, cuestionó la falta de especificidad sobre las áreas a recortar. “¿Programas sociales? Entre todos ellos no suman un décimo del presupuesto del Ministerio de Obras Públicas. ¿Recortamos el MOP y dejamos de pavimentar calles?”, planteó, evidenciando la dificultad de alcanzar la meta sin impactar servicios esenciales o infraestructura.
Desde una perspectiva macroeconómica y social, Ignacio Silva, director ejecutivo del Observatorio de Políticas Económicas (OPE), ha sido aún más crítico, calificando la propuesta de “poco responsable”. Advirtió que un ajuste de 6.000 millones de dólares en 18 meses representa un 2% del PIB y podría generar un “shock contractivo relevante”. Silva también señaló que la concepción de un Estado supeditado al mercado ya fue implementada en el pasado “y después en los años 90 hubo que retroceder porque el mercado no fue capaz de satisfacer las necesidades básicas de la población”. Además, recordó que el gasto en protección social en Chile (6% del PIB) está muy por debajo del promedio de la OCDE (14%).

El futuro económico de Chile bajo una eventual presidencia de Kast estaría, por tanto, marcado por una tensión fundamental: por un lado, una agenda promercado diseñada para impulsar la inversión y el crecimiento; y por otro, los enormes desafíos de ejecutar un ajuste fiscal de tal magnitud en un entorno político que se anticipa complejo y ante una sociedad con altas demandas sociales que podrían verse desatendidas.
La aprobación de economistas de alto nivel
En el otro lado, una de las señales más contundentes de apoyo vino cuando un nutrido grupo de economistas que habían trabajado con Evelyn Matthei (candidata que no pasó a segunda ronda) se sumó al equipo de Kast. Entre ellos destacan el exministro de Hacienda Felipe Larraín, el exgobernador del Banco Central Vittorio Corbo, el exsubsecretario de Hacienda Alejandro Weber y Klaus Schmidt-Hebbel, quien fue economista jefe de la OCDE.
Schmidt-Hebbel fue enfático sobre el nivel de acuerdo alcanzado: “Hay un 100% de consenso en los temas fundamentales”, refiriéndose a los tres ejes del programa: facilitación regulatoria, rebaja del impuesto corporativo al 23% y un ajuste fiscal para lograr el equilibrio hacia 2029 o 2030. El economista además declaró su apoyo político sin ambigüedades: “Estuvimos ahí para darle apoyo político al candidato José Antonio Kast, y apoyo técnico, respaldo técnico al programa de gobierno, en la parte económica”.
Sobre Jorge Quiroz, el jefe del equipo económico de Kast, Schmidt-Hebbel fue categórico: “Yo también estuve ahí porque quiero darle un respaldo personal a uno de los economistas más brillantes que tiene nuestro país, que se llama Jorge Quiroz, y que sin duda encabezará, a no ser que el candidato decida otra cosa, pero yo esperaría que encabece la gestión económica del próximo gobierno”.
