La economía nicaragüense navegó el 2025 con un dinamismo relativo, proyectando un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) entre 3,8% y 4,0%, según coinciden el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central de Nicaragua (BCN). Este desempeño, aunque positivo, revela una economía que se sostiene en pilares específicos mientras enfrenta amenazas comerciales desde su principal socio: Estados Unidos.
Sectores que impulsaron el crecimiento
El segundo trimestre marcó el punto más alto del año con un crecimiento del 4,9% interanual, impulsado principalmente por la construcción (22,5%), la minería (13,8%) y el comercio (8,7%). La actividad económica acumulada de enero a junio alcanzó un 3,9%, reflejo de una demanda interna robusta pero con señales de desaceleración.
La minería emergió como protagonista del año. Las exportaciones de oro totalizaron más de 1.390 millones de dólares, beneficiadas por precios internacionales que superaron los 880 dólares adicionales por onza respecto a 2024. El gobierno nicaragüense otorgó más de 25 concesiones mineras a empresas chinas, acumulando más de 565.000 hectáreas de territorio, una estrategia que generó controversia por su impacto ambiental en áreas protegidas.
El café oro mantuvo su posición como principal producto de exportación, generando 825 millones de dólares hasta septiembre, con precios que alcanzaron hasta 430 dólares por quintal en algunos momentos del año. La carne bovina aportó 682 millones de dólares, consolidándose como segundo rubro exportador.

Exportaciones récord pese a tensiones comerciales
Nicaragua proyectó cerrar 2025 con una cifra histórica de exportaciones: 8.000 millones de dólares, representando un incremento del 16% respecto a 2024. A noviembre, las exportaciones sumaban ese monto, impulsadas no solo por los altos precios internacionales del café y el oro, sino también por un aumento real en los volúmenes exportados.
“Estamos cerrando 2025 con una cifra récord. A noviembre tenemos ocho mil millones de dólares en exportaciones, lo que significa un 16 por ciento más que en enero-noviembre de 2024”, afirmó Maricruz Prieto, directora de Comercio Exterior del Ministerio de Fomento, Industria y Comercio.
Sin embargo, esta bonanza exportadora ocurrió bajo la sombra de tensiones comerciales. En agosto, Estados Unidos impuso un arancel recíproco del 18% a productos nicaragüenses, medida que en diciembre se complementó con el anuncio de aranceles graduales: 0% en 2026, 10% en 2027 y 15% en 2028 para productos no cubiertos por el DR-CAFTA. Esta decisión, más suave de lo anticipado por analistas que temían la expulsión total del tratado, afectará entre 20% y 30% de las exportaciones nicaragüenses.
Remesas: el salvavidas que podría debilitarse
Las remesas familiares alcanzaron cifras récord en 2025, superando los 6.000 millones de dólares. El primer trimestre registró 1.441,3 millones de dólares, un crecimiento interanual del 26,3%, impulsado paradójicamente por el endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses que generaron temor de deportación entre nicaragüenses en ese país.
Estados Unidos continúa siendo la fuente principal, representando más del 80% del total de remesas. Sin embargo, expertos advierten que este flujo podría contraerse en 2026 y 2027 por la reducción de la migración nicaragüense y el alto costo de vida en Estados Unidos.
Inflación controlada y reservas internacionales sólidas
La inflación cerró el año en torno al 2,89% interanual a noviembre, muy por debajo del rango proyectado de 2% a 4% por el BCN. Este control inflacionario contrasta con la percepción ciudadana sobre el alto costo de los alimentos y las tarifas eléctricas.
Las reservas internacionales brutas alcanzaron 8.006,7 millones de dólares en noviembre, un incremento del 32,2% respecto a noviembre de 2024, representando 3,7 veces la base monetaria y equivalentes a 7,9 meses de importaciones. Esta solidez financiera, respaldada por las remesas y los ingresos exportadores, permitió al gobierno proyectar un tercer superávit fiscal consecutivo.
Zonas francas bajo presión
El régimen de zonas francas, que genera más de 114.000 empleos, perdió 4.520 puestos de trabajo entre julio y septiembre tras la imposición del arancel del 18%. El sector textil-vestuario, que representa el 60% del empleo en zonas francas, enfrenta incertidumbre ante la posibilidad de que los aranceles se intensifiquen si Nicaragua no muestra avances en derechos humanos y laborales.
Desafíos estructurales persisten
A pesar de los indicadores macroeconómicos favorables, la economía nicaragüense arrastra desafíos. La tasa de desempleo abierto se mantuvo alrededor del 3%, pero el subempleo afectó al 42,3% de la población ocupada, evidenciando baja productividad laboral. La inversión extranjera directa cayó 15,8% en el primer semestre, de 1.696,6 millones de dólares en 2024 a 1.427,9 millones en 2025.
El FMI, en su visita de consulta de noviembre, reconoció que “la economía se mantiene resiliente, respaldada por políticas macroeconómicas sólidas”, pero advirtió sobre riesgos: deterioro del crecimiento mundial, desastres naturales, sanciones más estrictas y cambios en políticas migratorias estadounidenses.
Perspectivas para 2026
Para 2026, el FMI proyecta una moderación del crecimiento al 3,4%, anticipando una disminución de las remesas y las exportaciones en un contexto de aranceles estadounidenses del 10% más el 18% vigente. La incertidumbre comercial, la dependencia de precios internacionales de materias primas y la concentración exportadora hacia un solo mercado plantean interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo económico nicaragüense.
Nicaragua cerró 2025 con cifras que reflejan resistencia macroeconómica, pero bajo un modelo que privilegia sectores extractivos y depende críticamente de factores externos: precios internacionales, remesas desde Estados Unidos y acceso a mercados que ahora están condicionados a mejoras en gobernanza, derechos humanos y estado de derecho. El desafío para 2026 será mantener el crecimiento en un entorno internacional menos favorable y con presiones comerciales crecientes.
