Con el paso de los años, las cifras de los trabajadores asalariados en Costa Rica mantienen valores superiores a los de independientes. No obstante, la dificultad para encontrar empleo y coyunturas económicas como el Covid-19 en 2020 incentivó el surgimiento de más costarricenses que laboran por su cuenta. Hoy, este grupo crece a un ritmo mayor que el de los asalariados.
Así lo confirma el Instituto Costarricense de Estadística y Censos (INEC) en los indicadores de mercado laboral de la última década. Según su definición, un trabajador asalariado es un miembro del hogar de 12 años o más que trabaja para un patrono y participa en una actividad económica a cambio de una remuneración.

Ahora, si de independientes se trata, la institución los clasifica en dos grupos:
- El trabajador formal dueño de una empresa y de los medios de producción con registro contable legal.
- El trabajador independiente informal que trabaja en su propio negocio o actividad, de tal forma que no mantienen una relación de dependencia con un patrono. Se caracterizan por no llevar registro contable oficial ni tener empresas inscritas en el Registro Público de la Propiedad.
Un grupo más pequeño, pero con mayor crecimiento
En marzo de 2015, los trimestres móviles (cada nuevo mes da inicio a un nuevo trimestre y desplaza el periodo anterior) de la Encuesta Continua de Empleo del INEC indicaba que la población de trabajadores independientes era de 460.963 personas, de las cuales cerca del 84% se desempeñaban desde la informalidad.
Diez años después, para marzo del año en curso, la cifra general alcanzó los 537.535; de esos, alrededor del 87% corresponden a trabajadores informales. Es decir, hubo una tasa de crecimiento del 17% en la última década sin que se redujera la informalidad; más bien aumentó.
El número total tuvo una caída importante en abril de 2020, cuando alcanzó el punto más bajo de 402.809 en congruencia con los efectos de la pandemia. No obstante, ganó terreno de forma acelerada hasta remontar en mayo y, más tarde, vio su auge en octubre de 2024 al alcanzar 582.474.
En cuanto a los asalariados, en marzo de 2015 eran 1.572,607 personas. De este grupo, cerca de 540 mil trabajaban desde la informalidad (34%). Para el mismo mes de 2025, representó un total de 1.652.209 habitantes de Costa Rica y alrededor de 359 mil informales (22%), lo que indica una tasa de crecimiento general de un 5%; un número relativamente pequeño si se compara con el 17% de aumento que tuvieron los independientes en ese mismo periodo.
Este grupo también fue afectado por la covid-19 y fue hasta este último año que logró recuperar niveles similares a los de la prepandemia.
Pese a que el total de personas en cada categoría dista en gran medida, lo cierto es que el incremento, según el cálculo de las tasas de crecimiento correspondientes, muestra un liderazgo más marcado por parte de los trabajadores independientes: su incremento fue 3,3 veces superior con respecto a la población asalariada.
Visto desde la proporción de población ocupada en el país, los independientes todavía no van más allá de ser una cuarta parte, aunque van ganando terreno: en 2015 su peso en el mercado laboral era del 23%, pero su mayor tasa de crecimiento ha causado que escale en 2025 a alrededor de un 25%, según datos del INEC.

La independencia crece: ¿cuáles son los pros y los contras?
Andrés Fernández, economista del Consejo de Promoción de la Competitividad (CPC), lejos de ver este comportamiento como un factor distante, aseguró que la transición hacia una Costa Rica donde sus habitantes buscan desenvolverse de manera autónoma en el ámbito laboral tiene más puntos positivos que negativos.
En primer lugar, consideró que plantea una solución a la escasez de empleo y “refleja un cambio cultural, especialmente en jóvenes que buscan autonomía, flexibilidad y opciones de emprendimiento”. A su criterio, puede ser una señal de fortalecimiento de la competitividad, siempre que el país fomente políticas que respalden los esfuerzos.
Por otro lado, descartó una erosión significativa en la base contributiva del país, pues aunque este sector tiene mayor informalidad, la base de asalariados (quienes cotizan regularmente en mayor medida) también creció.
No obstante, José Francisco Pacheco, economista y ex viceministro del Ministerio de Hacienda, contradijo esta visión en su análisis de tendencias laborales, presentado en el Colegio de Ciencias Económicas el 23 de julio. Pacheco aseguró que el alto porcentaje de trabajadores independientes informales sí representa un eventual riesgo para la recaudación de impuestos y la seguridad social del país.
Según Pacheco, los recursos que generan la recaudación de impuestos y la cotización a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) podrían estar en riesgo si ese porcentaje de independientes continúa creciendo sin una formalización en los pagos.
Añadió que ellos mismos declaran cuánto ganan, y ese es un posible problema: muchos subdeclaran sus ingresos. Es decir, reportan menos de lo que realmente ganan y así cotizan una cifra más baja tanto a la Caja como a Hacienda. Esto genera una distorsión, pues aunque estén registrados como contribuyentes, en la práctica podrían aportar menos de lo que deberían.
Por otro lado, Fernández reconoció que, a grandes rasgos, este grupo enfrenta condiciones laborales más precarias. “Según datos del INEC, solo un 48% de ellos está cubierto por seguro de riesgos del trabajo, en comparación con el 83% de los asalariados. Además, el ingreso promedio de los asalariados duplica al de los independientes y alrededor del 21% de estos últimos vive en condición de pobreza, frente a un 5 o 6% en el caso de los asalariados”.
Otro problema, a juicio de Fernández, es que la mayoría de quienes trabajan por su cuenta no son consultores con contratos estables, sino personas en actividades de subsistencia. Por eso no se habla en su totalidad de empleos que ofrezcan calidad.
De momento, Fernández no prevé cambios abruptos en esta distribución, pues incluso durante la pandemia, cuando la cifra de independientes alcanzó su punto más alto, la proporción volvió a ajustarse tras la recuperación del mercado laboral. “La estructura es clara: tres cuartas partes de la población ocupada es asalariada y una cuarta parte trabaja por cuenta propia. Para que eso cambie, tendría que haber una transformación profunda en cómo funciona el empleo en el país”, dice el economista de la CPC.