El Código Penal impone castigos de entre uno y tres años de prisión para quien “utilice o difunda” comunicaciones privadas sin interés público en perjuicio de terceros.
La respuesta al virus ha cambiado las formas de la vida cotidiana. El estado de cosas refuerza intereses, consolida poderes, altera el juego de decisiones importantes, por ejemplo reformas legales, y abre la vista a posibles cambios en las reglas de convivencia.
Se puede afirmar que las medidas diseñadas por el Gobierno en respuesta al COVID-19 no suponen un mayor riesgo al derecho fundamental a la intimidad.
¿Vale la pena tomar el riesgo de darle mi número de teléfono a una empresa? Esta pregunta es esencial ahora que nuestros principales números de teléfono ya no son las líneas fijas, sino los de dispositivos móviles; nuestras herramientas más íntimas, que a menudo están con nosotros todo el día. Nuestros números de teléfono móvil se han vuelto parte de nosotros porque rara vez los cambiamos; los mantenemos al movernos de un empleo a otro o de un lugar a otro.
Padres con dificultades para contactar amigos y familiares abusan de las redes
<em>“Había que vivir – y en esto el hábito se convertía en un instinto – con la seguridad de que cualquier sonido emitido por uno mismo sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos los movimientos serían observados”.</em> George Orwell, 1984
El caso del portero enciende las alarmas sobre la información personal: ¿dónde están sus datos guardados?, ¿quién tiene acceso a ellos?
En ellas, las personas pueden compartir sus opiniones más profundas y oscuras, con todo y chismes, críticas y hasta propuestas de matrimonio, sin ser juzgados por otros
"En última instancia, están aumentando los riesgos de que estas fotos lleguen a la luz pública y de poner en peligro su identidad y reputación", advierte la empresa de seguridad McAfee en un comunicado