Valerse de las necesidades de un músico de la calle y del talento del escultor Jiménez Deredia para alimentar el resentimiento social es mezquino, irracional y populista
Valerse de las necesidades de un músico de la calle y del talento del escultor Jiménez Deredia para alimentar el resentimiento social es mezquino, irracional y populista