Costa Rica se ha ganado una reputación creciente de ser un destino caro, especialmente con el auge de resorts de lujo en Guanacaste y la popularidad de los vuelos internos para evitar sus lentas carreteras.
Ante esta percepción, la sección “Frugal Traveler” (Viajero Austero) del periódico estadounidense The New York Times envió a la periodista Elaine Glusac a comprobar si era posible disfrutar del país con un presupuesto ajustado.
En un artículo publicado el 29 de octubre, Glusac detalla una estrategia de seis noches que, según su experiencia, permitió ahorros sustanciales.
Su plan se basó en tres pilares: viajar en la temporada más baja (septiembre), optar por transporte terrestre y buscar “destinos duplicados”, es decir, alternativas menos conocidas a las atracciones más populares.

El precio de los ahorros: lluvia y paciencia
La periodista apostó “contra las probabilidades” al viajar en plena temporada lluviosa. Aunque describe el riesgo, también destaca la recompensa: precios bajos, menos multitudes y mayor disponibilidad.
El ahorro más significativo que cita es el del alquiler de un vehículo 4x4. Glusac pagó $237 por una semana, indicando que era “más de $400 menos” que la tarifa estimada para febrero, en temporada alta.
Sin embargo, el clima fue un factor constante. La periodista experimentó fuertes lluvias, incluyendo un “aguacero incesante” en Manuel Antonio que la dejó empapada.
Además del clima, Glusac advierte que la estrategia de recorrer el país por tierra “requiere paciencia”. Describe carreteras de dos carriles, montañosas y sinuosas, con límites de velocidad de 40 a 60 km/h, donde es inevitable quedar atrapado detrás de camiones lentos. También señaló la dificultad de las direcciones, a menudo sin numeración, y la utilidad de aplicaciones de navegación que incluso alertaban sobre “baches adelante”.
La ruta “alternativa”
Para evitar las zonas más costosas, la periodista diseñó un itinerario que eludió los destinos más famosos en favor de sus “duplicados”:
- Bosque Nuboso: En lugar del popular Monteverde, visitó San Gerardo de Dota, en la cordillera de Talamanca. Allí, contrató a un guía para observar quetzales y destacó la tranquilidad del lugar. “En febrero, tendrías 150 personas en este camino buscando el quetzal”, le aseguró su guía.
- Volcanes y café: Inició su viaje en la región del Volcán Poás, a menos de una hora de San José, donde visitó la Hacienda Doka y el Parque Nacional Volcán Poás.
- Playa y costa: Como base en el Pacífico, eligió Dominical en lugar de áreas más desarrolladas. Describió el pueblo como un lugar con un “ambiente bohemio y amigable”, “aún muy salvaje y no sobre-construido”. Desde allí exploró las Cataratas de Nauyaca (optando por la caminata de $10 en lugar del transporte 4x4 de $32) y el Parque Nacional Marino Ballena en Uvita.
El veredicto del “Viajero Austero”
Glusac sí visitó uno de los destinos “estrella”, el Parque Nacional Manuel Antonio, pero lo hizo llegando temprano en la mañana del domingo para evitar las mayores multitudes. Incluso allí, la temporada baja mostró sus beneficios: la periodista reportó que su hotel estaba tan tranquilo que le ofrecieron un ascenso gratuito a una habitación con vista al mar.
La conclusión del New York Times sobre la búsqueda de una Costa Rica económica fue positiva, aunque con matices. La periodista concluyó que la experiencia de la lluvia fue “un pequeño precio a pagar por los ahorros considerables y el amplio espacio” que encontró en el país.
---
Este artículo fue publicado por un editor de El Financiero asistido por un sistema de inteligencia artificial.
