Costa Rica experimenta uno de los procesos de envejecimiento poblacional más acelerados de América Latina, lo cual se convirtió en un buen motivo para que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aprobara un préstamo por $250 millones para ayudar al país a enfrentar este fenómeno demográfico.
El crédito se aprobó en junio en el marco de la nueva iniciativa “BID Cuida”, enfocada en expandir los servicios de cuidado e infraestructura para mejorar la calidad de vida de niños, adultos mayores y personas con discapacidad y, a su vez, crear empleos y acelerar el crecimiento económico en la región.
De hecho, Costa Rica es el primer país en recibir financiamiento como parte de esta iniciativa, que también otorga asistencia técnica no reembolsable para el país.
Específicamente, la operación se dirige a fortalecer el Sistema Nacional de Cuidados y Apoyos para Personas Adultas y Personas Adultas Mayores en Situación de Dependencia (SINCA). Para quedar en firme, el crédito deberá ser aprobado por la Asamblea Legislativa.
Con el fin de conocer el alcance esperado y profundizar en las implicaciones del cambio demográfico, entrevistamos a la socióloga y economista colombiana Diana Rodríguez, asesora especial en género y diversidad para la presidencia del BID.

- ¿Cuáles son las implicaciones del envejecimiento poblacional para el crecimiento económico de América Latina y de un país como Costa Rica?
- América Latina se está envejeciendo a un ritmo sin precedentes. En el caso de Costa Rica, se estima que para finales de la década de 2030 habrá más personas mayores de 65 años que menores de 15, lo que invierte por completo la pirámide poblacional. Y para 2050, la proporción de adultos que requerirán cuidados y apoyos se va a cuadruplicar.
Tanto para Costa Rica como para toda la región, este fenómeno representa un desafío y un reto para la sostenibilidad financiera y la eficiencia operativa de los sistemas públicos de pensiones, de salud, de protección social y de cuidados.
Un primer impacto es la alta demanda de cuidados. Al cambiar la proporción de personas que requerirán cuidados—pasando de 3 de cada 100 personas mayores a 11 de cada 100—se cuadruplica la cantidad de adultos que necesitan atención. Esto exige formar a muchas personas cuidadoras. Es un reto, pero también es una oportunidad para generar empleos.
Un segundo impacto, si no se toman las medidas necesarias para equilibrar los cuidados, es la afectación a la calidad de vida y al desarrollo de las personas que cuidan. El cuidado no remunerado, en toda América Latina, recae desproporcionadamente en las mujeres. En Costa Rica, el 90% de las personas que cuidan, tanto de forma remunerada como no remunerada, son mujeres.
Si las mujeres continúan asumiendo la carga de cuidados, sumado al aumento de personas mayores que requerirán apoyo, van a estar más atrapadas que nunca en una pobreza de tiempo. Si dedican todo el día a cuidar, no tendrán tiempo para estudiar, trabajar, o para su propio autocuidado. Esto tiene un impacto muy fuerte en su calidad de vida, en su desarrollo y en la economía, ya que se les dificulta obtener y mantener un trabajo remunerado.
El tercer impacto importante, es en la productividad. Uno de los factores que más afecta es el ausentismo, es decir, tener que pedir permisos no previstos para conciliar las responsabilidades de cuidados con las laborales. La falta de servicios de cuidado para niños, personas mayores y personas con discapacidad hace que este ausentismo aumente.
Además, hay una disminución inminente en la fuerza laboral. América Latina siempre compensaba la baja productividad con bonos demográficos, es decir, con más gente. Pero si nos estamos envejeciendo y nacen menos personas, la fuerza laboral disminuye. Esto también genera un impacto muy fuerte en la productividad.
- ¿Cómo este préstamo del BID pretende apoyar al país para enfrentar mejor este fenómeno demográfico, en el marco de la iniciativa BID Cuida?
- El Grupo BID lanzó la iniciativa BID Cuida en marzo de este año, con el fin de acelerar las inversiones en cuidados para atender la creciente demanda y ver esta inversión como un motor de crecimiento, productividad y reducción de la pobreza.
Una de las barreras para el desarrollo en América Latina y el Caribe es la falta de cobertura y calidad en los servicios de cuidado, y la sobredependencia en el trabajo no remunerado de las mujeres.
Por ello, la iniciativa se enfoca en tres ejes: fortalecer la gobernanza y el financiamiento de los sistemas de cuidado; expandir servicios de calidad en cuidado —incluyendo el desarrollo de servicios de formación para cuidadores—, y promover la corresponsabilidad del trabajo de cuidado, involucrando al sector público y privado. Por ejemplo, promoviendo que las empresas ofrezcan centros de cuidado para los hijos de sus colaboradores o servicios de cuidado para personas mayores.
Costa Rica fue el primer país en recibir un préstamo bajo la iniciativa BID Cuida por su liderazgo en el tema: cuenta con una política nacional y una ley marco institucional para ampliar la cobertura de cuidados; además, tiene una conciencia clara sobre su rápido envejecimiento y la importancia de los cuidados, algo que apenas está llegando a otros países.
- ¿Cuáles son los resultados esperados de esta operación dirigida a fortalecer el Sistema Nacional de Cuidados y qué tipo de seguimiento realiza el BID para asegurar que esa inversión beneficie efectivamente a la población que más lo necesita?
- Es importante aclarar que este préstamo no es un hecho aislado, pues el BID tiene una larga trayectoria de apoyo técnico y diálogo con Costa Rica en temas de cuidado, desde el año 2017.
El préstamo actual se enfoca en tres frentes. Primero, la gobernanza, con el objetivo de mejorar el gasto público en cuidados a través de mecanismos más robustos de seguimiento presupuestario.
Segundo, información, lo cual incluye fortalecer los sistemas de datos para mejorar la focalización y ampliar la cobertura de los servicios, sabiendo realmente quiénes los necesitan.
Tercero, oferta y priorización de beneficiarios; es decir, adecuar la oferta de servicios y priorizar a los beneficiarios para mejorar la calidad.
Con ello se espera beneficiar a un aproximado de 160.000 personas adultas con dependencia funcional; así como a unas 170.000 personas cuidadoras.
Al igual que venimos acompañando al país desde 2017, el acompañamiento continúa después de la aprobación del préstamo. Para que se logre el impacto esperado, seguiremos apoyando con otros instrumentos no reembolsables, como asistencia técnica, generación de conocimiento e intercambio de buenas prácticas.
Se continuará apoyando en áreas como el desarrollo de modelos de atención, capacitación de personal e implementación de nuevos pilotos de servicios, como la teleasistencia o la atención en domicilio, que serán necesarios en el futuro.
- Esta iniciativa se enfoca en las personas que requieren cuidados. ¿Hacia dónde más debería dirigirse la inversión pública para pasar a un enfoque más preventivo, de modo que la población esté mejor preparada para la longevidad?
Hay tres áreas muy importantes para mejorar la calidad de vida en la vejez: salud, pensiones y cuidados.
Mejorar la eficiencia de los sistemas de salud es clave para aumentar la esperanza de vida y la calidad de vida de las personas mayores. Es fundamental cambiar la percepción de que el envejecimiento es una carga; en realidad, es una gran noticia que demuestra que la vacunación, la educación y los sistemas de salud han funcionado.
Los sistemas de pensiones son cruciales para mitigar la pobreza de las personas mayores. Trabajar en reajustar estos sistemas es vital para ampliar la cobertura y reducir las tasas de pobreza en esta población.
En cuanto a cuidados, aumentar los servicios y la calidad de los centros diurnos o los servicios de asistencia en casa es indispensable. Esto no solo mejora la calidad de vida de las personas mayores, sino que también reduce los costos en salud, ya que una persona puede ser atendida en casa en lugar de ocupar una cama de hospital.
- El cambio demográfico no solo ocurre por la longevidad, sino también por el descenso en las tasas de natalidad.
- Totalmente. Una de las maneras de mantener las tasas de natalidad es redistribuir y reducir la sobrecarga de cuidados en las mujeres, además de crear servicios de cuidado infantil de alta calidad.
Si una mujer sabe que puede tener un hijo sin tener que renunciar a su trabajo o a su desarrollo profesional, es más probable que lo haga. Si los servicios de cuidado infantil temprano son de calidad, también se garantiza el desarrollo del niño.
América Latina enfrenta un triple desafío: baja calidad y cobertura de servicios de cuidado, exceso de dependencia en el trabajo no remunerado de las mujeres y envejecimiento acelerado de la población.
Sin embargo, este triple reto es también una oportunidad única para generar empleos en un sector que es uno de los menos reemplazables por la inteligencia artificial: un robot no puede poner un pañal ni dar un abrazo cálido.
Se necesitan cuidadores profesionales. Además, muchas mujeres que se han dedicado al cuidado no remunerado ya tienen un conocimiento que se puede capitalizar y fortalecer con formación, brindándoles nuevas oportunidades de empleo.
- ¿Qué otras oportunidades de desarrollo se vislumbran en el marco de la “economía plateada”?
- Hay un enorme potencial. Más allá del empleo, se pueden desarrollar startups e industrias en torno a la economía del cuidado, desde la tecnología de asistencia hasta la construcción de centros especializados.
Hay una gran oportunidad de inclusión financiera. En las ciudades de Europa occidental y del norte de Asia, más de la mitad del consumo lo hacen las personas mayores.
Es necesario facilitarles el acceso financiero a las personas adultas mayores, diseñar programas de ahorro y productos de crédito adaptados a sus necesidades.
Hoy, las personas mayores están muy excluidas de los servicios financieros. Esto no solo es discriminatorio, sino que es una oportunidad económica perdida.
Finalmente, hay una gran oportunidad en empleo y emprendimiento. En turismo, por ejemplo, Costa Rica podría desarrollar servicios orientados específicamente a este segmento de la población, llamado turismo plateado.
Se pueden diseñar incentivos para la contratación de personas mayores y programas de capacitación (upskilling y reskilling) que sean realmente útiles para el mercado laboral. No es solo un asunto de integrar a las personas mayores, sino de generar nuevas ideas, servicios y tecnologías para y por ellas.
El envejecimiento, si se atiende a tiempo, no es un problema: es una oportunidad.
- ¿Esto significa dejar de ver el envejecimiento como una amenaza y convertirlo en un nuevo motor de crecimiento?
- Exactamente. La transformación demográfica es un desafío, pero también una oportunidad de inversión, innovación, inclusión y generación de nuevos trabajos.
Costa Rica, con este préstamo, está diciendo: “Yo como país, me endeudo y le doy la misma importancia a invertir en cuidados que a invertir en una carretera o en un puente”. Eso es espectacular.