La izquierdista Xiomara Castro, quien se encamina a convertirse en la primera mujer en llegar a la presidencia de Honduras, recibirá un país golpeado por la corrupción y el narcotráfico, con la mitad de su población pobre y que migra en busca de trabajo.
A continuación sus principales desafíos como mandataria:
Según Transparencia Internacional, Honduras ocupa el puesto 157 entre 180 países en el índice de percepción de la corrupción.
Bajo el gobierno del presidente saliente, Juan Orlando Hernández, se disolvió la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih), respaldada por la Organización de los Estados Americanos (OEA).
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Después, el Congreso aprobó un nuevo Código Penal para reducir las condenas por corrupción y un tribunal desestimó los cargos contra casi dos docenas de personas acusadas de malversación de fondos públicos.
Lo que "tiene que hacer es un inventario de todas aquellas leyes y reformas legislativas que le permitieron al gobierno actual construir una plataforma para proteger a los funcionarios corruptos", dijo Víctor Meza, director de la ONG Centro de Documentación de Honduras (Cedoh) y exministro del gobierno de Manuel Zelaya, esposo de Castro.
"No hay país en el mundo que pueda salir de la pobreza con corrupción", consideró por su parte el presidente del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), Juan Carlos Sikaffy.
Más de una docena de caravanas de migrantes partieron de Honduras desde octubre de 2018 con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
Huyen de un país golpeado por la violencia de pandillas y por la falta de empleo. El 59% de sus 10 millones de habitantes vive en situación de pobreza.
Solo en 2021, 50.000 migrantes hondureños fueron devueltos a casa desde Estados Unidos o México.
La pandemia prácticamente duplicó el desempleo, que pasó de 5,7% en 2019 a 10,9% en 2020.
El partido de Castro identificó "la falta de empleo como uno de los factores más graves", que obliga a la población a migrar.
Incluso las personas con educación superior no pueden encontrar trabajo, detalla el analista político Raúl Pineda.
Washington reclama a Centroamérica que mejore las condiciones de sus ciudadanos para evitar la migración hacia Estados Unidos.
El narcotráfico alcanza a las más altas esferas, adquiriendo Honduras el mote de "narcoestado". Familiares de los dos últimos presidentes del país fueron procesados y encarcelados en Estados Unidos por delitos relacionados con esa actividad.
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Uno de los principales candidatos presidenciales, Yani Rosenthal, cumplió tres años en una cárcel de Estados Unidos por lavar dinero del narcotráfico.
Narcotraficantes que se entregaron a los Estados Unidos señalaron al presidente Hernández por tráfico de drogas, durante el juicio en que su hermano menor, Antonio “Tony” Hernández, fue condenado a cadena perpetua por ese delito.
La directora del Observatorio de Violencia de la Universidad Nacional, Migdonia Ayestas, dijo que el "narcotráfico y las pandillas" han infiltrado las instituciones del Estado y que debe atacarse la impunidad.
“Honduras sigue siendo un país violento, ocupa el primer lugar en tasa de homicidios (en América Central), el año pasado fue de 38,9 por cada 100.000 habitantes”, lamentó.
Estados Unidos se interesó en los comicios y envió al país al jefe de su diplomacia para América Latina, Brian Nichols, para reunirse con funcionarios y demandar "elecciones transparentes y pacíficas".
Castro promueve un "socialismo democrático", lo que le ha valido ser acusada de "comunista" por sus adversarios.
Honduras es de los pocos países que tiene relaciones diplomáticas con Taiwán. Durante la campaña se especuló que, de ganar, Xiomara restituiría los lazos con China.
Pero, para el analista Raúl Pineda, ese acercamiento "no es una cuestión ideológica" sino de "intereses" y "oportunidades".
Además, Estados Unidos no quiere perder la amistad de Honduras, donde tiene una base militar desde los años 80, sostuvo.
"Tienen una mala relación con El Salvador, una mala relación con Nicaragua... la relación con Guatemala se ha enfriado mucho, por lo que perder Honduras sería perder el control de Centroamérica", dijo Pineda.
"Los estadounidenses sienten que están perdiendo influencia en Centroamérica", agregó.
"Estados Unidos es el poder alrededor del cual orbitamos. Compran el 95% de nuestras exportaciones, nos prestan dinero para que la economía hondureña pueda sobrevivir", consideró.
Castro plantea legalizar el aborto para causales como la violación en un país altamente conservador, donde la interrupción del embarazo está penalizada en todas sus formas.
En promedio, unas 2.300 mujeres son violadas anualmente en el país, el 60% de ellas son menores de edad y un 30% del total resulta embarazada tras el abuso, según cifras del Centro de Estudios de la Mujer de Honduras.
"Es un país patriarcal, y avanzar en derechos de las mujeres, siendo mujer, es difícil", dice Suyapa Martínez, coordinadora de la entidad.
"Este punto de la agenda nuestra (aborto) causa polémica. No estamos planteando lo mismo que en España, despenalizar todas las formas sino por causales", detalla.
Es un tema que debe abordar el Poder Legislativo. Por ello, dice Martínez, es importante que Castro haya llamado al diálogo a todos los sectores, para acercar posiciones.