Si sacamos un promedio de los títulos de grado entregados en el último cuatrienio, por cantón, obtenemos una tasa de 30,5 certificaciones por cada 1.000 personas de entre 20 y 34 años que se estiman en el país.
Esa tasa nacional, sin embargo, no es igual en todos los cantones del país. Por el contrario, hay algunos cuyos registros llegan hasta los 50 diplomas y otros que ni siquiera alcanza los 15.
EF definió una metodología para establecer a cuáles poblaciones del país se dirigen más títulos universitarios en Costa Rica. Estos fueron los resultados.
| Metodología |
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| EF tomó el total de los títulos de grado (bachillerato y licenciatura) emitidos por las universidades públicas y privadas del país en el período 2021-2024. |
| Posteriormente, dividió el gran total por cada uno de los 84 cantones del país, según la residencia del estudiante. |
| Por último, se calculó una tasa de graduación por cada cantón, con base en la población de 20 a 34 años estimada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en cada territorio. |
| Se utiliza el promedio de títulos por cantón en el último cuatrienio para disponer de un dato menos susceptible a fluctuaciones atípicas, y se usa el cantón de residencia del estudiante al finalizar la carrera en lugar del cantón de la sede universitaria que emite el título para contemplar el beneficio territorial de la graduación (es decir, el cantón que recibe el capital humano). |
Tasas más altas y más bajas
La graduación a nivel cantonal se divide en cuatro grandes grupos.
En un extremo, se contabilizan 13 territorios de ultra-alta graduación, los cuales registraron un promedio superior a 40 títulos anuales durante el período 2021-2024 por cada 1.000 jóvenes de 20 a 34 años.
Ese grupo estuvo compuesto por los cantones de San Mateo, San Pablo, Montes de Oca, León Cortés Castro, Pérez Zeledón, Turrialba, San Isidro, Cartago, Palmares, Heredia, Barva, Flores y Coto Brus.
En contraposición, hubo otro grupo de 14 territorios con una graduación ultra-baja. En esos territorios, la tasa de títulos entregados en los mismos cuatro años fue de menos de 20 por cada 1.000 jóvenes en edad de graduarse.
Ese otro extremo de baja graduación lo componen cantones mayoritariamente de la periferia; puntualmente, Guatuso, La Cruz, Guácimo, Carrillo, Sarapiquí, Alajuelita, Turrubares, Los Chiles, Matina, Monteverde, Talamanca, Río Cuarto, Garabito y Puerto Jiménez.
Cantones que aparecen en esos listados como San Mateo, León Cortés, Turrubares o Puerto Jiménez tienen poblaciones relativamente bajas, por lo que sus resultados podrían estar condicionados por ese factor. Además, los cantones de Monteverde y Puerto Jiménez se crearon hasta 2021 y 2022, por lo que sus tasas de graduación podrían ser ligeramente superiores.
Por otra parte, hay un grupo de 30 cantones con una tasa de graduación media-alta (de entre 30 y 40 títulos anuales por cada 1.000 jóvenes) y otro de 27 con una tasa de graduación media-baja (de entre 20 y 30 títulos anuales por cada 1.000 jóvenes).
Cuando se ponen los datos sobre un mapa nacional, entonces se observan varios fenómenos. Por ejemplo, que los cantones con mejores tasas de graduación se ubican cerca de zonas con grandes sedes universitarias como Montes de Oca, Heredia, San Ramón, Pérez Zeledón o Nicoya; y que, por el contrario, los índices más bajos se suelen asociar con territorios costeros o fronterizos.
En zonas como el sur del país cumple una función fundamental la presencia de universidades privadas que gradúan principalmente a profesionales en ciencias económicas y educación.
Centralización
Es previsible que la graduación mayor en algunos cantones que en otros esté relacionada con la disponibilidad de sedes o recintos universitarios. En ese sentido, los investigadores del Programa Estado de la Nación (PEN) señalaron en su último Informe del Estado de la Educación 2025 que “la presencia de universidades privadas”, que son la mayoría del país, “es muy escasa” en distritos de bajo y muy bajo desarrollo.
Este fenómeno, sin embargo, responde a otros dos grandes motivos.
Por un lado, se sabe que llevar oferta educativa a zonas más remotas o con mayores rezagos suele ser más costoso y, por otro, también existen brechas estructurales en esos lugares que reducen la población capaz de acceder a la educación superior y justificar la demanda de los servicios.
Según los datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) publicada en 2024 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, solo un 61% de las personas de 18 a 39 años en Costa Rica tienen secundaria completa (33,7%) o educación superior (27,4%).
Sin embargo, el registro baja considerablemente en las regiones Pacífico Central, Brunca, Huetar Caribe y Huetar Norte.
Más allá de una mayor regionalización de las sedes, el PEN considera que el país enfrenta otro gran desafío: generar la demanda e impulsar la oferta.
A fin de cuentas, según calculó la entidad, la mayoría de personas que podrían acceder a estudios universitarios en Costa Rica ya tienen acceso a una sede universitaria a menos de dos horas de distancia y, si únicamente se apuesta por expandir los cupos fuera de la GAM, el país podría terminar con menos profesionales.
“En términos generales”, redactó el think tank académico en su informe, “no se atraerá importantes contingentes de estudiantes a la educación superior al crear nuevas sedes universitarias”. Lo que se requiere es, más bien, ”la intervención coordinada de las instituciones de educación superior para lograr una ampliación de la demanda potencial existente a corto y mediano plazo”.
“Las instituciones de educación superior pueden desarrollar intervenciones mucho más efectivas que nuevas sedes en zonas de baja y dispersa población”, puntualizaron los investigadores.

