El panorama económico para América Latina y el Caribe enfrenta una etapa de complejidad marcada por la incertidumbre global y la desaceleración de los principales motores productivos.
En medio de este escenario retador, donde la mayoría de las naciones luchan por sostener sus índices de recuperación, el istmo centroamericano presenta dos protagonistas que logran destacar por encima del promedio regional.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) presentó su Balance Preliminar de las Economías 2025, un documento que traza la ruta financiera para el próximo año y revela quiénes llevarán la batuta del crecimiento.
Según los datos oficiales del organismo, Costa Rica y Honduras se perfilan como las economías líderes de la subregión para el año 2026, ambas con una proyección de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del 3,9%.
Este desempeño coloca a ambos países en una posición ventajosa frente al promedio estimado para Centroamérica, que se ubica en un 3%, y muy por encima de la media latinoamericana, que apenas alcanzaría el 2,2%.
La Cepal extiende la región de Centroamérica a los países Cuba, Haití y República Dominicana. Exceptuando estos países, el promedio sube a 3,68%; estando Costa Rica y Honduras aun por encima de la media real.
¿Qué impulsa a los líderes?
Aunque el informe señala que Centroamérica ha sido la zona más golpeada por el debilitamiento de la demanda externa —especialmente de Estados Unidos—, estos dos países han logrado activar “escudos” económicos distintos para mantener su dinamismo.
En el caso de Costa Rica, su liderazgo se sostiene en un vigoroso músculo exportador. La expansión de su actividad económica se apoya particularmente en la venta de bienes manufacturados (impulsados por el régimen de zona franca), lo cual ha permitido compensar la desaceleración de otros sectores productivos tradicionales.
Por su parte, la fórmula de Honduras es diferente. Su empuje se basa en un fortalecimiento del mercado interno: el consumo privado crece gracias a mayores flujos de remesas, aumentos salariales y transferencias públicas. A esto se suma un buen desempeño en sus exportaciones agropecuarias, con el café y otros bienes primarios como protagonistas.
El informe es claro al diagnosticar la situación general del bloque: “Las economías de América Latina y el Caribe continúan en una senda de crecimiento económico bajo y se espera que las principales fuentes de este crecimiento (...) pierdan dinamismo en 2026”.

A pesar de esta tendencia generalizada a la baja, Costa Rica muestra una resiliencia particular, pasando de una estimación del 4% en 2025 a un 3,9% en 2026, lo que sugiere una estabilidad en su capacidad productiva frente a los choques externos.
Honduras, por su parte, muestra una leve aceleración en sus previsiones, subiendo del 3,8% calculado para el cierre de 2025 al 3,9% para el siguiente año, empatando así en la cima del crecimiento subregional.
Otras economías del istmo también muestran cifras positivas aunque más moderadas; Guatemala proyecta un 3,8%, Panamá un 3,7%, mientras que El Salvador y Nicaragua crecerían un 3,4%.
En cuanto a la estabilidad de precios, el organismo ofrece una perspectiva alentadora para la planificación financiera de los hogares y empresas en la región. El reporte indica que “se espera que en 2026 la inflación converja hacia niveles cercanos al 3%, con riesgos al alza latentes”, lo que podría aliviar la presión sobre el costo de vida.

Sin embargo, el mercado laboral presenta desafíos estructurales que no se resolverán únicamente con el crecimiento del PIB proyectado.
Según el análisis de la Cepal, “el crecimiento del empleo se desacelera, al tiempo que se producen leves caídas de la desocupación”, lo que implica que la generación de nuevos puestos de trabajo podría no seguir el mismo ritmo que la expansión económica.
Para sostener y potenciar estas tasas de crecimiento, el organismo recomienda implementar “políticas a mediano y largo plazo para lograr la estabilidad macrofinanciera e impulsar la transformación productiva”.
