La calidad del recurso humano fue un factor decisivo para que Costa Rica lograra atraer a la empresa McKinsey, que inició su operación en el año 2010 con 50 personas y hoy cuenta con más de 2.000 colaboradores en el país. Así lo afirmó Andrés Cadena, socio senior de esa firma global en Colombia y miembro del McKinsey Global Institute.
Desde su perspectiva, una de las claves para que los países de América Latina logren atraer una mayor inversión y elevar su productividad es la formación de talento calificado y capaz de aportar valor a las empresas.
También señaló la importancia de fortalecer a las medianas empresas de la región y sostuvo que los gobiernos deben crear las condiciones para que el capital privado pueda invertir en los países e impulsar su crecimiento.
El Financiero entrevistó a Cadena el pasado 14 de octubre durante un foro empresarial en Ciudad de México, donde la compañía consultora presentó sus perspectivas para América Latina.
-En su informe “El poder de uno”, McKinsey concluye que un pequeño número de empresas determina la mayor parte del crecimiento de la productividad en países desarrollados. ¿Cómo se refleja esto en América Latina, donde existe un gran tejido empresarial de pequeñas y medianas empresas, y qué deberíamos hacer para impulsar la productividad en este contexto?
-Así como existe una clase media en la población, yo creo que en las empresas también hay una clase media que es muy importante.
El sustento de una sociedad es tener una clase media con acceso a oportunidades, donde no haya unos pocos que se queden con todo.
Con las empresas pasa lo mismo: tú no quieres que unas empresas se queden con todo, sino que exista una clase media empresarial lo suficientemente amplia para impulsar la productividad. Ese proceso en América Latina se ha dado mucho más lento que en Asia, por ejemplo.
Al comparar la estratificación de las empresas en Latinoamérica con la que existe en el mundo asiático, vemos que nos faltan empresas de clase media. Hay una concentración muy alta de algunas empresas que tienen una posición desproporcionada dentro de su sector y muchas empresas muy pequeñas. Es decir, las intermedias no están llegando.
La gran pregunta es cómo lograr que las pequeñas empresas se vuelvan medianas y que las medianas se acerquen más a las grandes, y que las grandes puedan competir con las grandes del mundo.
No necesariamente van a terminar siendo todos el próximo Nvidia o Tesla, pero sí tenemos la capacidad de generar empresas más grandes y más empresas de clase media donde tengamos mucha gente trabajando y aportando valor a la producción.
-Usted mencionaba la necesidad de más inversión, tanto pública como privada, para elevar la productividad en la región. ¿Hacia dónde debería dirigirse esa inversión?
-Un expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, decía que era necesario mantener un crecimiento por encima del 5% para sacar a un país de la pobreza. Él mencionaba que había más o menos una correlación entre ese 5% y la tasa de inversión del país, que debería estar por encima del 30% del Producto Interno Bruto (PIB).
La realidad es que la tasa de inversión en América Latina está más o menos en el 18%, Colombia en 14%, México en 21%. Los países asiáticos, en los años de crecimiento que llevaron a su proceso de desarrollo, tuvieron tasas del 30% al 40%. China ha sostenido tasas del 40% al 45%.
Se requieren tasas de inversión muy altas, y especialmente una inversión que genere mayor productividad. Esto significa, por ejemplo, adoptar tecnologías que permitan una mayor diferenciación de producto, que obliguen a que el mercado laboral se dinamice y que esa dinamización genere mejores salarios.
Ahora, ¿de dónde viene esa inversión? Si vemos todos los países de América Latina, entre el 70% y 80% de la inversión es privada, porque los gobiernos no tienen suficiente para invertir.
Los gobiernos tienen que gastar y tienen que proveer una serie de bienes y servicios públicos. Por eso es necesario que trabajen en conjunto: si deciden cerrarle la puerta al sector privado, están excluyendo del 70 al 80% de la inversión.
Entonces, la función de los gobiernos es facilitar las condiciones para que alguien más pueda aportar el capital, permitir que la inversión llegue en grandes cantidades y decidir estratégicamente en qué invertir cuando lo pueden hacer.
- La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha dicho que en América Latina se trabaja muchas horas y sin embargo no se produce tanto. Parte del problema es que hemos sido la mano de obra barata de Occidente. ¿En qué deberíamos enfocarnos para ser más productivos y aumentar la inversión que ya existe en países como Costa Rica?
-Voy a tomar el ejemplo de Costa Rica. Hace unos años, cuando decidimos abrir una oficina de McKinsey en América Latina, yo intenté que fuera en Colombia, pero ganó Costa Rica. Esto se logró porque Costa Rica entendió muy bien lo que buscábamos. No queríamos solo tener una oficina con 50 personas, sino generar un hub de conocimiento, donde lo más importante era el talento.
Al principio, quienes llegaron a Costa Rica fueron colaboradores de otros países que ya trabajaban en McKinsey, pero rápidamente nos dimos cuenta de que ese modelo no era escalable. Entonces, hicimos alianzas con un par de universidades y con ellos, en conjunto, desarrollamos el talento necesario para escalar.
Su país lo hizo muy bien: hoy es la oficina más grande de América Latina y una de las más grandes del mundo, con más de 2000 personas. Me siento orgulloso de decir que el 90% del talento que tenemos en nuestra oficina más grande en la región es de Costa Rica.

-Precisamente, dos ejemplos de inversión extranjera en Costa Rica son los servicios corporativos, como los que tiene McKinsey, y los dispositivos médicos. Sin embargo, a las empresas les está costando cada vez más encontrar talento calificado porque tenemos un rezago educativo. ¿Qué implicaciones tiene esto?
-El país debe preguntarse qué tipo de habilidades requiere desarrollar y cómo aumentar esa capacidad para que las empresas puedan expandirse y generar más puestos de trabajo.
¿Qué hizo la diferencia en nuestro caso? ¿Por qué ganó Costa Rica? ¿Había el mínimo necesario para empezar? Sí. ¿Había instituciones con las cuales podíamos trabajar? Sí.
Hay otro valor adicional que ustedes ofrecían y que ningún otro país de la región lo tenía en ese momento: hablaban inglés.
-Eso es parte del bache educativo que nos amenaza ahora, la escasez de talento bilingüe…
-Hay que empezar por asegurarse de que los profesores hablen inglés. La gran mayoría de las veces que los muchachos no hablan inglés es porque tienen un mal profesor de inglés.
