El 29 de octubre, la Reserva Federal de EE.UU (FED) redujo su tasa de interés de referencia (Federal Funds Rate) en 25 puntos base, situándola entre 3,75% y 4%. Esta medida se suma a una rebaja igual realizada en septiembre. A pesar de que la inflación sigue en alza y se encuentra por encima de la meta del 2%, la FED optó por bajar la tasa, cuando debió subirla.
La tasa de interés de la FED determina la oferta monetaria en EE. UU. Al subir la tasa, la oferta disminuye; al bajar, la oferta aumenta. Dado que la inflación depende de la oferta de dinero en circulación, la tasa de interés de la FED determina, en última instancia, la inflación de los EE.UU.

Como bien decía Milton Friedman, premio Nobel en Economía, “la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario en el sentido de que es y puede ser producido sólo por un aumento más rápido en la cantidad de dinero que en la producción”.
Es decir, si la FED baja la tasa de interés, aumenta la oferta monetaria y con ello aumenta la inflación. Si la FED sube la tasa de interés, se reduce la oferta monetaria y con ello baja la inflación.
La meta de inflación de la FED es del 2% en el largo plazo. Durante el 2025, la tasa de inflación en los EE. UU., medida tanto por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) como por el Personal Consumption Expenditures Price Index (PCE) (indicador de inflación que usa la FED), han estado muy por encima del 2%. El IPC pasó de 2,3% en abril a 3% en septiembre. Por su parte, el PCE pasó de 2,3% en abril a un estimado de 2,8% para septiembre. Ante este escenario, lo adecuado habría sido aumentar la tasa de interés, no reducirla.
Algunas personas, incluido el presidente Donald Trump, ignorando los principios de la Economía, consideran que al aumentar la oferta monetaria se estimula el crecimiento económico y se reduce el desempleo. Por eso, Trump ha presionado a la FED para bajar las tasas de interés. Sin embargo, un aumento de la oferta monetaria solo provoca mayor inflación, no un mayor crecimiento.
En Costa Rica, varias personas, incluidos directores del Banco Central, abogan por reducir la Tasa de Política Monetaria (TPM), creyendo que el crecimiento económico depende de una mayor oferta monetaria.
Para aumentar el crecimiento económico, la receta es más libertad económica: menos impuestos, menor gasto público, cierre de entidades públicas, desregulación de los mercados para permitir mayor competencia, eliminar monopolios creados por ley, cerrar el banco central, terminar con regímenes de pensiones de reparto para sustituirlos por regímenes de cuentas individuales y eliminar aranceles para promover el libre comercio. Rompamos el mito de que imprimir dinero estimula el crecimiento; esto solo genera inflación.
El mayor obstáculo para el crecimiento económico es el exceso de Estado; no la falta de oferta monetaria.
La meta de inflación del 2% de la FED es muy alta. Algunos economistas, como por ejemplo Thomas Hoenig, expresidente del Banco de Kansas City de la Reserva Federal, consideran que, de existir banca central, su meta de inflación de largo plazo debe ser cero.
Por definición, la inflación, aunque sea baja, distorsiona el sistema de precios y con ello obstaculiza el cálculo económico. Lo anterior se traduce en desaceleración del crecimiento económico y el incremento del desempleo. Es decir, en lugar de impulsar el crecimiento económico, la inflación, aunque sea baja, lo obstruye. Por esta razón, es fundamental que la meta de inflación del banco central sea de cero en el largo plazo.
Sin embargo, lo mejor es cerrar los bancos centrales y permitir la libre oferta y demanda de dinero. En la Economía no hay nada que justifique la existencia de la banca central. Como bien decía F. Hayek, galardonado con el premio Nobel en Economía, en su libro “Denationalisation of Money”: “No encuentro en la literatura de la Economía nada que justifique que el gobierno tenga el monopolio de la emisión de dinero [banca central]. … Tiene todos los defectos de todo monopolio”.
