El pasado 8 de diciembre presentamos una acción de inconstitucionalidad contra la Ley Nº7356 de 24 de agosto de 1993 que establece el “Monopolio a favor del Estado (Recope) para la Importación, Refinación y la Distribución al Mayoreo de Petróleo Crudo, sus Combustibles Derivados, Asfaltos y Naftas”. Dicha acción se encuentra bajo el expediente nº23 -030559 -0007 -00.
Se entiende por monopolio aquella situación en el mercado donde existe una sola empresa ofreciendo el bien o servicio. En el mundo es muy difícil, sino imposible, encontrar monopolios donde no existen barreras de entrada a nuevos competidores impuestas por los legisladores. En la práctica, los monopolios existentes se deben a que fueron creados por el legislador quien prohibió la participación de otros oferentes.
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En cualquier libro de texto de Economía, sea de Microeconomía o Teoría de Precios, encontramos varios capítulos dedicados a la teoría del monopolio. En ellos vemos como toda restricción a la libre competencia perjudica el desarrollo económico y social porque encarece los productos, reduce los niveles de inversión, la calidad del producto es inferior y destruye empleos. En Economía eso se conoce como “pérdida del bienestar”.
Así como en Física se afirma que nada puede viajar más rápido que la luz, la Economía concluye que todo monopolio creado por ley genera una pérdida del bienestar, sin importar la industria en donde opere. Por eso, desde hace muchísimo tiempo, existen legislaciones antimonopolio en casi todos los países desarrollados, como es el caso de los EE.UU. cuando aprobó la ley Sherman (Sherman Antitrust Act) en 1890.
La Economía y la historia nos enseñan que donde haya un monopolio, se explota al consumidor y se reduce la competitividad del país. Si un monopolio fuese eficiente y vendiera sus productos al costo, no debería temer a la libre competencia.
La libre competencia es el único mecanismo para garantizar 24/7 los precios más bajos posibles. Cuando esta existe, a ninguna empresa le conviene abusar de los precios porque inmediatamente verá reducida sus ventas y su participación en el mercado en favor de la competencia. Solo la libre competencia promueve la eficiencia y el ahorro de los recursos porque la única manera de aumentar las ganancias es siendo eficiente y reduciendo costos sin sacrificar calidad. Además, cuanto más nos acerquemos a la libre competencia, los salarios y las ganancias tienden a ajustarse a su productividad. Todo esto es sano y justo.
La libre competencia siempre ha sido buena y promueve el bien común. No solo promueve la eficiencia en el uso de los recursos, sino también la justicia porque favorece y premia al innovador, al emprendedor, al visionario, al que trabaja mejor, al que invierte sanamente para satisfacer las necesidades de la gente, etc. ¡Esto es sano y bueno! La libre competencia también promueve la equidad porque incentiva al emprendedor, a la hora de contratar personal, a no discriminar por género, color de piel, credo o nacionalidad. Aquel que discrimine, verá reducida sus ganancias y su participación en el mercado.
En fin, ¡esperemos un fallo a favor de la Sala IV para romper el nefasto monopolio en favor de Recope y que con ello impulsemos la riqueza y la prosperidad!