He visto que mucha gente se ha indignado en los últimos días debido a los cambios arquitectónicos que los dueños del Gran Hotel Costa Rica pretenden hacerle al mismo.
Dicho hotel fue inaugurado el 30 de octubre de 1930 y desde entonces ha sido, según algunos, un símbolo arquitectónico de San José. Fue declarado patrimonio histórico y arquitectónico nacional en el año 2004. El hotel cerró en junio del 2016 para realizar una transformación y planea reabrir antes de la próxima navidad. Algunas de estas modificaciones se filtraron a la prensa y fueron publicadas, lo que ha causado revuelo dentro de algunos sectores de la ciudadanía.
Según una nota publicada el 8 de junio por La Nación, la Fiscalía Adjunta Agrario Ambiental, junto con el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), secuestró los expedientes administrativos de la remodelación del Gran Hotel Costa Rica. La pregunta no es si se cometió un aparente delito de daños al patrimonio y posible prevaricato (resolver contra la ley). La pregunta de fondo debe ser, ¿por qué la mayoría de la gente insiste en disponer de la propiedad que no le pertenece?
El respeto a la propiedad privada, es la expresión material del respeto a la vida y a la libertad de cada ser humano. Es propio de ladrones, y de gobiernos tiránicos, disponer de la vida, la propiedad y la libertad del prójimo.
No menosprecio el valor arquitectónico que pueda tener el edificio del Gran Hotel Costa Rica. Sin embargo, una declaratoria de patrimonio histórico y arquitectónico no debe invalidar el hecho que el dueño de algo debe disponer como quiera del bien. En este sentido, una declaratoria de este tipo, no es más que una especie de expropiación camuflada, un robo parcial y legalizado, sin el pago correspondiente de expropiación.
El Gran Hotel Costa Rica pertenece a sus dueños y solo ellos deben disponer del inmueble. Es falaz decir que pertenece a los costarricenses. A quien no le guste los cambios que se pretenden hacer al inmueble, pues que lo compre y lo conserve a su gusto.
¿Por qué mucha gente crea subterfugios (como una declaratoria de patrimonio histórico) para disponer del esfuerzo de otros, de la propiedad de otros como si fueran delincuentes?
Para conservar un inmueble de este tipo, lo correcto y lo honesto no es recurrir al gobierno sino apelar a las organizaciones privadas. Si la gente realmente valorara algo, no habría necesidad de declaratoria de patrimonio, sea cultural, histórico o arquitectónico. Lo que se valora, siempre tendrá salida en mercados libres, como por ejemplo en asociaciones privadas sin fines de lucro y sin subsidio por parte del gobierno.
Esta actitud de disponer de la propiedad, ingreso o riqueza de los otros es lo que está carcomiendo al nuestro país. Ese es el propósito y razón de ser de los grupos de presión: usar el gobierno para vivir costa del consumidor o del contribuyente. Esto lo vemos en los regímenes de pensiones con cargo al presupuesto, en el monopolio de Recope y el monopsonio de la generación eléctrica que tiene el ICE, en la existencia de colegios profesionales, etc.
Muchos hablan del valor cultural del Gran Hotel Costa Rica y con ello justifican la declaratoria de patrimonio histórico y arquitectónico. Sin embargo, la mejor cultura es aquella que respeta la propiedad de otros. Entiendo por respeto, aceptar lo que no nos gusta que otros hacen con su vida, su propiedad, su ingreso o riqueza, siempre y cuando no viole la libertad de otros.
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