Aumentan las alertas ante la violación de nuestras aguas territoriales por embarcaciones orteguistas y la firma de un acuerdo sobre energía nuclear con Rusia.
En momentos en que Putin amenaza con utilizar armas nucleares, dar materiales radioactivos a los dictadores de Managua podría sentar las condiciones para la fabricación de “bombas sucias” – combinación de explosivos con material radioactivo-, para hacerse escuchar y sentir en nuestro territorio.
La presente situación internacional se caracteriza por el retorno de la rivalidad entre las grandes potencias. El presidente Biden afirmó que se asemeja al conflicto de los cohetes en Cuba (1962).
Cuenta la anécdota que, en aquella ocasión, el dirigente soviético Jrushchov ilustró su presencia en el Caribe con la frase: “Al Tío Sam hay que colocarle de vez en cuando un puercoespín en los pantalones”. Las causas fueron más complejas, pero la intención era clara, se trataba de crear una incomodidad insoportable en el patio trasero norteamericano.
El autócrata del Kremlin parece tramar un juego parecido y más peligroso. El regalo de tanques T-72 y la activación de un centro de entrenamiento militar en Managua, ocurren en el contexto de una guerra en Europa, vecindario cercano de Moscú. Incursionar en la zona de influencia norteamericana agrava el conflicto internacional.
Anticipemos la escalada del conflicto e intensifiquemos la actividad diplomática costarricense, sin vacilaciones. Es una tarea patriótica revalidar nuestra condición de democracia desarmada, respetuosa de los derechos humanos y del derecho internacional.
Frente a una pareja dictatorial como los Ortega-Murillo, cuyo frenesí autoritario recibe nuevo respaldo, tenemos que prepararnos ante una amenaza incubada en un régimen que juega a la geopolítica rusa.