¿Los líderes nacen o se hacen? El tema llega a esta columna luego de leer dos reportes, uno de la unidad de educación de The Economist y, el segundo, un informe anual de tendencias en organizaciones de Deloitte.
La revista británica citaba como un 30% de los comportamientos de liderazgo están relacionados con los genes, lo cual, por suerte, deja un alto porcentaje de opciones para que, a partir de actitudes y capacitación, podamos encontrar en las organizaciones muy buenos líderes.
De las diversas teorías de liderazgo, hay algunos rasgos de personalidad que favorecen la presencia de un líder: escrúpulos, es decir, una conciencia activa hacia lo que debe hacerse en cada momento según lo que es correcto; amabilidad y estabilidad emocional; apertura y disposición a lo nuevo, al cambio, a la escucha, al diálogo. Claramente, luego hay enfoques positivos adicionales, pero como se ve en los que he mencionado hay notas distintivas de personas que, posiblemente por madurez, profundizan sus habilidades sociales y desarrollan una actitud hacia las cosas y la gente que los hace ser líderes, no importa la industria, la organización, la profesión y el conocimiento técnico.
El Informe de Resilencia 2021 de Deloitte muestra que las organizaciones resilientes están íntimamente asociadas al estilo de liderazgo de su máxima autoridad. Las empresas que enfrentaron de mejor manera la crisis del 2020 fueron: preparadas, adaptables, colaborativas, dignas de confianza y responsables.
Un buen líder construye equipos complementarios en que, posiblemente, es exigido o requerido, implícitamente, ser amable, tener estabilidad emocional, apertura y disposición a lo nuevo, actitud de escucha y de diálogo. Es decir, un buen líder extiende el alcance de sus actitudes e impulsa el surgimiento de nuevos líderes. Esta cascada es la que lleva a generar organizaciones con una coraza especial para enfrentar las oportunidades que brindan la investigación, el conocimiento, la técnica, el profesionalismo, los contactos, la comunicación.
Quiero creer que ese 70% de líderes que no son natos se construyen en organizaciones con otros líderes que impulsan sus propias actitudes. ¿Dónde es aplicable esto? En todo: en las empresas, las entidades públicas, los partidos políticos.
Costa Rica es un país privilegiado, donde muchos, independientemente del nivel económico, estudiamos juntos en la escuela, el colegio y la universidad; donde hemos vivido siempre en democracia y hemos votado y elegido presidentes mayoritariamente responsables. Nuestras actividades económicas mayores tienen cadenas productivas diversas, sobre la base de nuestra riqueza natural y del talento de nuestra gente.
Tenemos el terreno perfecto para que nuestros líderes hagan nuevos líderes. Y, sin duda, lo necesitamos.